Estos gráciles animales son para los escritores bíblicos la imagen misma de la agilidad y la mansedumbre. El corzo, el ciervo y la gacela y el íbice (o rebeco), cuya piel de color arena los hace pasar casi inadvertidos, eran fuente importante de carne.
Dt 12,15; Cant 2,8-9.
Dt 12,15; Cant 2,8-9.
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