martes, 22 de marzo de 2016

EL ORIGEN DEL ATAQUE YIHADISTA A EUROPA: LA GUERRA DE AFGANISTÁN.

Juan Eslava Galán.
Historia del mundo contada para escépticos.

Afganistán, en medio de Asia Central, cruce de caminos entre la India, Irán y la URSS, es un país pedregoso y escaso de infraestructuras, de extensión algo mayor que España, unas tierras que vieron pasar a Alejandro Magno, a Tamerlán...
Al afgano -paleto, gorra pakul y kalashnikov o lanzagranadas- le gusta más un tiroteo que una remonta. Descendientes de clanes bélicos, lleva la guerra en la sangre y le parece natural invertir en munición lo que debiera emplear en champú, cartillas escolares y puré de berenjenas. A pesar de todo, sus mujeres ven la vida de color de rosa, el tono dominante de las rejillas del burka.
Afganistán se independizó del Reino Unido en 1919. En 1973 un golpe de Estado derribó la monarquía y proclamó una república filocomunista (y bastante progresista, dicho sea de paso) apadrinada por la URSS. Los americanos, atentos a atajar la influencia soviética, armaron a los fundamentalistas islámicos (yihadistas o muyahidines) que intentaban derrocar al gobierno. Cuando se enconó la lucha, los rusos enviaron a más de cien mil "consejeros militares" y numerosos tanques, helicópteros y aviones en ayuda de sus correligionarios.

Pakistán, molesto con el gobierno procomunista afgano que le disputaba comarcas fronterizas, acogió generosamente y adiestró a los entusiastas fundamentalistas islámicos que les llegaban de todos los rincones del mundo musulmán para participar en la lucha.

La resistencia que había empezado con sables y espingardas, en cuando la financió Arabia Saudí, la armó Estados Unidos y la entrenó Pakistán, ascendió a contienda de sofisticada tecnología (1).

Los talibanes (palabra que significa "estudiantes", entiéndase memorizadores del Corán, aunque se mantengan voluntariosamente analfabetos en todo lo demás) asimilaron aplicadamente los rudimentos del avanzado cohete antiaéreo americano FIM92-Stinger, un ingenio ligero que puede disparar una persona apoyándolo sobre el hombro que se guía con infrarrojos en busca del calorcillo de motor de cualquier cosa que vuele.

Los helicópteros pesados soviéticos hasta entonces dueños del cotarro caían como moscas (2).

Después de sufrir veintiocho mil muertos y notables pérdidas de material, los soviéticos se retiraron de Afganistán (3).

En 1996, los islamistas talibanes entraron en Kabul, la capital, lanzando alaridos de victoria y dando tiros al aire, como suelen hacer en nacimientos (de hijos varones), bodas y otras ocasiones festivas.

Habían conquistado el país. Ahora tocaba reconstruirlo y gobernarlo. En su noble afán por regresar a los añorados tiempos de Mahoma impusieron el burka a las mujeres, la barba a los hombres, y la lapidación pública a los adulterios. Además prohibieron la televisión, la música, la radio recreativa, las chaquetas y la ropa vaquera, símbolos todos del satánico Occidente (4).

Hubieran podido gobernar plácida y coránicamente muchos años si no llega a ser porque, en su afán ecuménico por extender los beneficios del islam al resto de la humanidad, acogieron a muchos terroristas y dieron asilo a Bin Laden tras los atentados que destruyeron las Torres Gemelas de Nueva York, ocasionaron tres mil muertos y humillaron al Tío Sam (2001).
Bin Laden a salvo y Afganistán convertido en un santuario terrorista era más de lo que Estados Unidos podía consentir. No había pasado un mes desde la caída de las Torres Gemelas cuando fuerzas de la OTAN y de la Alianza del Norte atacaron a los talibanes y a los terroristas en sus santuarios (operación Libertad Duradera) y ocuparon las zonas neurálgicas del país (5).

Hoy los talibanes mantienen su guerra de guerrillas contra el ocupante occidental y Afganistán es un Estado fallido cuyo gobierno títere (Autoridad Interina Afgana reconocida como "depositario de soberanía afgana") sólo se mantiene por la protección de las tropas de 48 países, entre ellos España, integradas en la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) (6).

Mal asunto ese avispero de fanáticos irritados por las torpezas que cometen las fuerzas occidentales (entre las que se cuentan crecidas bajas entre la población civil). El final del embrollo se  ve venir: Occidente retirará las tropas y abandonará el gobierno títere (y al país) a su suerte, o sea a los fundamentalistas islámicos.

A menudo se piensa que cada cual tiene lo que se merece, y eso es extensivo a los países, pero también es cierto que si los saudíes no hubieran costeado a los talibanes, los americanos no los hubieran armado y los pakistaníes no los hubieran entrenado, lo mismo Occidente habría evitado los problemas que le causa el terrorismo islámico formado o concienciado a raíz de las guerras de Afganistán.
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(1) El príncipe Tarek Asis Al Faycal, director de los servicios secretos saudíes, reclutó a Bin Laden, saudí de acaudalada familia con conexiones en Estados Unidos, para encauzar la ayuda americana a los fundamentalistas islámicos de Afganistán.

(2) La CIA organizó la Operación Cyclone para ayudar a la guerrilla afgana contra los soviéticos. El principal artífice de la idea fue el congresista Charlie Wilson apoyado por Joanne Herring, una millonaria algo extravagante que simpatizaba con los muyahidines afganos, no se sabe bien por qué, quizá porque era cónsul honoraria de Pakistán y Marruecos en Houston.
Charlie Wilson.

Joanne Herring

(3) Los cuarenta mil muyahidines voluntarios llegados desde todos los países musulmanes que lucharon en la guerra de Afganistán regresaron a sus lugares de origen entrenados y aleccionados para imponer el islam al mundo. Hoy constituyen el núcleo de al-Qaeda, y aureolados por su fama de héroes en aquella guerra, se han convertido en poderosos agentes de reclutamiento. Así que Estados Unidos, sin proponérselo, por una de esas carambolas de la historia, le ha dado combustible al yihadismo que ahora amenaza a Occidente (recordemos los atentados de Nueva York, de Londres, de Madrid, de Toulouse y de Bélgica -22/03/2016-).

(4) Llevaron su sensibilidad islámica hasta el punto de volar con dinamita en 2001 las famosas esculturas gigantes de Buda (55 y 37 metros de alto respectivamente) de los acantilados de Bamiyan, que desde mil quinientos años antes habían contemplado las caravanas que hacían la ruta de la seda entre China y la India. El motivo aducido fue que eran ídolos contrarios al Corán. Y de paso criticaron a la Unesco por librar fondos para su conservación (eran Patrimonio de la Humanidad) en lugar de dedicarlos a limosnas y obras pías.

(5) Los aliados (Estados Unidos y el Reino Unido) se acogieron al artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas que invoca el derecho a la legítima defensa para la operación contra las bases de al_Qaeda en Afganistán, donde esperaban capturar a Bin Laden, considerado el cerebro del atentado contra las Torres Gemelas.

(6) España era el cuarto contribuyente con 1600 hombres. En total la fuerza extranjera sumaba unos ciento treinta mil hombres. Nuestras fuerzas allí desplegadas en "misión de paz" han sufrido ya más de cien muertos y otros tantos heridos, contrariedades a las que cabe añadir las reiteradas visitas de nuestra antigua ministra de defensa Carmen Chacón y del expresidente Zapatero, el cual, vistiendo chaleco antibalas sobre el traje de Armani, declaró: "No estamos aquí para quedarnos". En efecto, cumplido el expediente y realizadas las fotos, partió en avió de regreso a la mañana siguiente.

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