Se dio el nombre de incorruptibles o incorruptícolas a un retoño de los eutiquianos,
que defendían que en la encarnación la naturaleza humana de Jesucristo
había sido absorbida por la divina y de consiguiente que estas dos
naturalezas habían quedado confundidas en una sola. Aparecieron en el
año 535.
Al decir que el cuerpo de Jesucristo era incorruptible entendían que desde que fue formado en el seno de su madre, no fue capaz de ninguna mutación ni alteración, ni aun de las pasiones naturales e inocentes como el hambre y la sed, de suerte que antes de su muerte comía sin ninguna necesidad, como después de resucitado. Del error de estos sectarios se seguiría que el cuerpo de Jesucristo era impasible o incapaz del dolor y que no había padecido realmente por nosotros. Como esta misma consecuencia se seguía muy naturalmente de la opinión de los eutiquianos, no sin razón la condenó en el año 451 el concilio general calcedonense.
Al decir que el cuerpo de Jesucristo era incorruptible entendían que desde que fue formado en el seno de su madre, no fue capaz de ninguna mutación ni alteración, ni aun de las pasiones naturales e inocentes como el hambre y la sed, de suerte que antes de su muerte comía sin ninguna necesidad, como después de resucitado. Del error de estos sectarios se seguiría que el cuerpo de Jesucristo era impasible o incapaz del dolor y que no había padecido realmente por nosotros. Como esta misma consecuencia se seguía muy naturalmente de la opinión de los eutiquianos, no sin razón la condenó en el año 451 el concilio general calcedonense.
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