Lo siguen los cristianos, tanto católicos como separados, de Egipto y de Etiopía. Suele llamársele también
Rito copto.
Rito copto (o alejandrino) en general.
Alejandría
quiere hacer remontar una de las formas de su Misa hasta San Marcos
mismo, al que la tradición proclama como fundador de la Iglesia allí. En
las ciudades, más o menos helenizadas desde los Ptolomeos, se utilizaba
el griego como lengua litúrgica. Pero en el campo, donde el
cristianismo no penetró hasta el siglo III, particularmente en el Alto
Egipto donde apenas había penetrado el griego, se adoptó probablemente
ya desde el principio la lengua popular, esto es, el egipcio, luego
transformado en copto. Cuando el Concilio de Calcedonia separó la
Iglesia cristiana en dos bandos, en la parte católica, se introducirían
costumbres litúrgicas bizantinas, dando origen al
Patriarcado Ortodoxo Griego de Alejandría,
que sigue el rito bizantino, no el copto o alejandrino. Junto a la
lengua nacional antigua, el copto, fue introduciéndose poco a poco al
árabe, lengua aportada por los invasores. Desde
Egipto
la liturgia alejandrina corrió hasta Abisinia o Etiopía, como lo deja
suponer la dependencia de la Iglesia etíope, siempre estrechamente
ligada a Alejandría. Pero en Etiopía la liturgia aceptaba una lengua
nueva, el ghéez, sufriendo al mismo tiempo una serie de modificaciones,
aunque no tan importantes como para constituir un nuevo rito.
Iglesias y vestiduras litúrgicas.
Las actuales iglesias coptas forman ordinariamente un rectángulo
dividido en cuatro partes o compartimentos diferenciados, que ocupan
toda la superficie interior de la construcción. El primero de ellos el
llamado Hekal, Santuario, o Santo de los Santos, separado del resto de
la iglesia por un tabique de madera artísticamente trabajada, con
incrustaciones de nácar y marfil; en su centro tiene una puerta con un
tapiz que lleva una cruz en el medio. Dentro del Hekal, el altar, una
gran piedra exenta, sin gradas; sólo tienen acceso a él los sacerdotes y
los diáconos. El segundo compartimento queda reservado a los sacerdotes
y demás clérigos asistentes a los oficios litúrgicos, así como a los
notables o dirigentes de la nación. El tercero está destinado a los
hombres; el cuarto a las mujeres. El edificio suele terminar, en su
parte superior, por una o varias cúpulas. Los muros interiores están
recubiertos de frescos o pinturas, imitando los iconos griegos. No suele
haber bancos ni sillas; el público se sienta en el suelo, o en
cuclillas, al estilo oriental, sobre esteras o alfombras. Al entrar en
la iglesia suelen quitarse los zapatos, pero no el sombrero. La parte
litúrgica que se celebra dentro del Santuario se dice en lengua copta, y
la que se desarrolla fuera de él, parte en copto y parte en árabe. En
cuanto a los ornamentos sagrados, son poco más o menos los mismos que
los de las demás Iglesias orientales, de rito bizantino. Los clérigos
inferiores visten una especie de alba bastante amplia, sin cinturón o
cíngulo, adornada con cruces bordadas. El diácono lleva estola lo mismo
que los diáconos griegos. Y el sacerdote lleva su alba (stoicharion),
con el correspondiente cíngulo (zounarion), los puños (kiman), estola
(batrachil) y el phelonion o casulla; además el Ballin, una especie de
turbante, formado por una larga banda de tela adornada con la cruz. Los
obispos católicos de rito copto han adoptado la mitra romana.
Liturgia de la Misa.
El rito copto tiene tres modalidades distintas, atribuidas en su
composición a santos diversos. La primera es la llamada de San Cirilo de
Alejandría, y es la auténtica del rito copto; que es la más antigua y
sólo se oficia una vez al año, el viernes que precede al Domingo de
Ramos. La segunda es la llamada de San Gregorio Nacianceno; tiene un
sabor típicamente siroantioqueno y es una traducción del griego; se
utiliza tres veces al año: en Navidad, Epifanía y Pascua. La tercera
modalidad de Misa, que lleva el nombre de San Basilio, es un rito
abreviado de la Misa con el mismo nombre de los bizantinos, aunque no
tan solemne y ceremoniosa; es la celebrada ordinariamente, exceptuadas
las festividades indicadas. Suele ir precedida de la recitación del
Oficio divino; terminado éste, entra en el Santuario el sacerdote;
revestido ya de los ornamentos sagrados, comienza las oraciones de
preparación, y hace la señal de la cruz sobre los tres panes que han de
servir para el Sacrificio. Escoge uno, destinado para la Consagración,
lo besa y coloca en el altar sobre un trozo de seda, equivalente al
corporal latino; se lava las manos, incensa el altar y recita la oración
sobre el pan. Luego echa en el cáliz vino con un poquito de agua; pan y
vino quedan cubiertos con un velo propio, y ambas óblatas con otro velo
general. Tras una breve oración, el sacerdote sale del santuario, se
arrodilla ante los fieles, y hace su confesión; vuelve al altar e
incensa la oblata. Sigue la lectura de la Epístola por un clérigo
inferior, primero en copto y luego en árabe. Después, la lectura del
Martirologio, el Trisagio, el Padre Nuestro y el Evangelio. Éste lo
canta el propio sacerdote desde un ambón; lectura en copto y árabe (a
veces es leído por un seglar); durante todo el tiempo el diácono incensa
el santo Evangelio y los fieles lo escuchan de pie, con la cabeza
levemente inclinada en señal de respeto a la palabra de Dios; al
terminar, el sacerdote lo besa y regresa al altar. Sigue una larga
oración por la Iglesia, el Credo y un tercer lavatorio de manos.
Anáfora.
Se retiran los velos de la oblata y da comienzo el Canon o Anáfora de
la Misa con una característica muy señalada: tiene dos epíclesis, una
antes y otra después de la Consagración. Las palabras de la Consagración
se pronuncian siempre en voz alta, y después de la epíclesis, el pueblo
proclama su fe en el Misterio eucarístico con una oración. Después de
la oblación, el sacerdote recorre la iglesia con la hostia en sus manos,
deteniéndose ante los enfermos, si hay, rogando por su curación.
Regresado al altar, divide el pan en dos partes; de una de ellas separa
un trocito, que eleva ante los fieles al mismo tiempo que dice en griego
«lo santo para los santos»; luego lo deja caer en el cáliz. Sacerdote y
diáconos comulgan bajo ambas especies, y lo mismo los fieles. Una vez
que ha regresado al altar purifica el sacerdote los vasos sagrados y se
procede al saludo de despedida. Después distribuye el pan bendito, de
los dos panes que quedaron sin consagrar, pero que fueron también
dedicados a Dios al comienzo del Santo Sacrificio. A veces se suele
utilizar una cucharilla para repartir el sanguis en la Comunión. El pan
del Sacrificio debe prepararse el día mismo del Sacrificio con extremo
cuidado; lleva el nombre de corban. Es fermentado; de un espesor de un
dedo poco más o menos, y lleva en la cara superior hasta 13 cruces en
relieve, que quieren representar, la del centro a Nuestro Señor, y las
demás a los Apóstoles. El sacerdote suele tomar la parte central, y
distribuye las demás entre los fieles.
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