Jesús les dijo: Cuando de los dos hagáis uno y cuando hagáis lo de dentro como lo de fuera y lo de fuera como lo de dentro y lo de arriba como lo de abajo y de lo masculino y lo femenino hagáis uno, para que lo masculino no sea masculino ni lo femenino sea femenino, cuando hagáis ojos en vez de un ojo y una mano en vez de una mano y un pie en vez de un pie y una imagen en vez de una imagen, entonces entraréis en el Reino.
Tomás. Evangelios Apócrifos, cap. 22
Al decir Yo, el ser humano se separa de todo lo que percibe como ajeno al Yo: el Tú; y, desde este momento, el ser humano queda preso en la polaridad. Su yo lo ata al mundo de los contrapuntos que no se cifran solo en el Yo y el Tú, sino también en lo interno y lo externo, hombre y mujer, bien y mal, verdad y mentira, etc.
El ego del individuo le hace imposible percibir, reconocer o imaginar siquiera la unidad o el todo en cualquier forma. La conciencia lo escinde todo en parejas de contrarios que nos plantean un conflicto porque nos obligan a diferenciar y a decidir.
Nuestro entendimiento no hace otra cosa que desmenuzar la realidad en pedazos más y más pequeños (análisis) y diferenciar entre los pedazos (discernimiento). Por ello, se dice sí a una cosa y, al mismo tiempo, no a su contrario, pues es sabido que <<los contrarios se excluyen mutuamente>>.
Pero con cada no, con cada exclusión, incurrimos en una carencia, y para estar sano hay que estar completo.
El Uno lo abarca todo, en él se aúnan los contrarios. Este ámbito del ser se llama también el Todo porque todo lo abarca, y nada puede existir fuera de esta unidad, de este Todo. En la Unidad no hay cambio ni transformación ni evolución, porque la Unidad no está sometida al tiempo ni al espacio.
La Unidad-Todo está en reposo permanente, es el Ser puro, sin forma ni actividad.
El ego del ser humano desea tener siempre algo que se encuentre fuera de él y no le agrada la idea de tener que extinguirse para ser uno con el todo. En la Unidad, Todo y Nada se funden en uno. La Nada renuncia a toda manifestación y límite, El origen de todo el Ser es la Nada (el ain Soph de los cabalistas, el Tao de los chinos, el Neti-Neti de los indios). Es lo único que realmente existe, sin principio ni fin, por toda la eternidad.
A esa Unidad podemos referirnos pero no podemos imaginarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.