CURIOSIDADES DE LA HISTORIA.
CON EL MINISTERIO DEL TIEMPO.
El edificio situado a pocas calles de la fuente dedicada a la diosa Cibeles en Madrid, es quizá uno de los lugares que más misterios y tristes historias encierra en su interior. En la plaza del Rey se levanta un palacete rectangular con siete pequeñas chimeneas en su tejado, y construido hace más de seiscientos años por orden de Felipe II.
Su leyenda comienza a finales del siglo XVI de manos de una pareja de recién casados formada por el capitán Zapata de la Armada española y su esposa Elena, hija de un hombre a las órdenes del rey, quizá uno de sus monteros. Hay versiones de la leyenda donde se llega a afirmar que Elena era amante del propio rey e incluso en otras, llegan a darla como hija ilegítima suya.
El joven matrimonio estrenó el palacete y vivió feliz en él hasta que pocas semanas más tarde el capitán fue llamado al frente para combatir en la batalla de San Quintín, en Flandes. La joven esposa se quedó sola y desconsolada, deseando que su amado regresara sano y salvo a sus brazos. Lo que Elena recibió fueron las peores noticias: el bravo capitán había muerto, poco antes de que la compañía que él mandaba plantara la bandera española ante los muros de San Quintín.
La joven viuda se sumió en la más profunda de las penas, encerrándose a llorar en su alcoba y negándose a probar bocado, hasta que un día apareció muerta sobre la cama. Jamás se esclarecieron las causas de su muerte y mientras unos daban por hecho que había muerto de pura tristeza, el servicio comentaba que su cuerpo mostraba signos de violencia.
Pero hay más; cuando entraron en la vivienda a por su cuerpo, el cadáver de Elena se había esfumado por arte de magia. Se acusó a su propio padre del asesinato y robo del cuerpo de Elena e incluso contaron que la había emparedado en alguno de los muros del palacete. Él aparecería una mañana ahorcado de una viga.
Comenzaron los rumores en los mentideros de la corte y pronto se destapó el escándalo: Elena había sido una de las amantes de Felipe II y este la visitaba aprovechando la ausencia de su marido. Que el propio rey ordenara desde el extranjero abrir una investigación para dar con el culpable y poder castigarlo, no ayudó a disipar los cotilleos.
A partir de entonces son muchas las personas que juraron haber visto durante la noche el fantasma de una mujer vestida de blanco, con una antorcha en la mano, andando sobre el tejado entre las siete chimeneas y apuntado con su dedo, unos dicen que hacia el palacio real, y otros, en dirección a Flandes, lugar donde perdió a su amor. Hay quienes también aseguraron que después de recorrer el tejado, se arrodillaba, se daba golpes en el pecho y desaparecía.
En la casa llegaron a residir, entre otros, el conde duque de Olivares, Manuesl Godoy y el marqués de Esquilache, de quien se cuenta, que, habitando el lugar, se produjo el famoso motín del 23 de marzo de 1766. Los asaltantes fueron a buscarle a su residencia y al no encontrarle allí se ensañaron matando al criado y prendiendo fuego a su mobiliario.
Otra de las tristes historias sucedidas bajo las chimeneas, tuvo como protagonista a un matrimonio también desafortunado. Un rico anciano deseaba casarse, y para ello ofreció unas monedas de oro a un hombre por su joven hija. Esta, horrorizada por su futuro, en plena noche de bodas, y antes de consumar el matrimonio de conveniencia, decidió quitarse la vida.
DATO CURIOSO.
A finales del siglo XIX quiso emplazarse en el edificio la sede del Banco de Castilla. Durante las obras de remodelación se halló un esqueleto humano de mujer, perteneciente al siglo XVI junto a un puñado de monedas de oro de la época.
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