La historia del Henoticon forma un capítulo en la
herejía monofisita en los siglos V y VI. Es el nombre de la desgraciada y poco exitosa ley hecha por el emperador Zenón para conciliar a
católicos y monofisitas. Realmente, esta
ley no satisfacía a nadie y produjo el primer gran
cisma entre
Roma y
Constantinopla.
Cuando Zenón (474-91) ascendió al trono el problema monofisita estaba en su cúspide. La masa del pueblo de
Egipto y
Siria rechazaban del todo el
Concilio de Calcedonia (451), y hallaron en el
monofisismo una salida para sus sentimientos nacionales y anti-imperiales. Los tres patriarcados (
Alejandría,
Antioquía y
Jerusalén) estaban en
cisma. El
patriarca católico de Alejandría, Proterio, había sido
asesinado en 457; un fanático monofisita, Timoteo Aeluro (Ailuro), había sido elegido como su sucesor. Cuando murió Aeluro en 477, los herejes eligieron a
Pedro Mongo---el “tartamudo”---para sucederle, los católicos escogieron a
Juan Talaia.
Pedro Fullo, uno de los más decididos líderes del partido herético, ocupó la sede de Antioquía; Teodosio, también monofisita, la de Jerusalén. Sobre quinientos
obispos de estos patriarcados eran partidarios declarados de la herejía de
Eutiques. Zenón se halló en una posición muy difícil. Por un lado, él era amigo de Pedro Fullo de Antioquía y simpatizaba con los monofisitas, por el otro estaba obligado a defender la
fe católica por el hecho de que su rival, Basilisco (a quien sucedió luego de aquél ser depuesto) se había hecho protector de los herejes. A pesar de sus sentimientos personales, Zenón llegó al trono como el adalid del partido católico. Al principio protegió a los obispos católicos (por ejemplo, Juan Talaia). Pero estaba ansioso por reconciliar a sus antiguos amigos en Egipto y Siria, y percibía cuanto daño este cisma le estaba haciendo al imperio. Por lo tanto, emitió una ley que intentaba satisfacerlos a todos, presentar un compromiso que todos pudiesen aceptar. Esta ley fue el famoso Henoticon (hentoikon, “unión)). Fue publicada en 482.
Como un intento de concederle a los dos partidos lo que querían, el henoticon fue una obra muy hábil. Comenzó por insistir en la
fe definida en
Nicea, confirmada en Constantinopla, seguida fielmente por los Padres de
Éfeso. Condenaba a
Nestorio y a
Eutiques, aprobaba el
anatema a Cirilo.
Cristo es
Dios y
hombre, uno, no dos. Sus
milagros y
Pasión son obras de una (no dice si
persona o
naturaleza). Condenaba a aquéllos que dividen o confunden, o introducen fantasías (es decir, afirman una mera apariencia). Uno de la
Santísima Trinidad se encarnó. Esto lo escribió no para introducir una novedad, sino para satisfacer a todos. Quien pensara lo contrario, ya sea ahora o antes, en Calcedonia o cualquier otro
sínodo, sea
anatema, especialmente Nestorio, Eutiques, y todos sus seguidores. Debe notarse que el Henoticon evitaba hablar de persona o naturaleza, evitaba la fórmula estándar católica (un Cristo en dos naturalezas), aprobaba la expresión de Pedro Fullo (uno de la Trinidad se encarnó), nombra sólo los primeros tres concilios con
honor, y alude vaga pero irrespetuosamente a Calcedonia. No dice una sola palabra contra
Dióscoro de Alejandría. Ofende más por sus omisiones que por sus afirmaciones. No contiene ninguna declaración herética real (el texto está en
Evagrio, "H. E.", III, 14;
Liberato, "Breviario", XVII).
Pedro Mongo la aceptó, explicando que virtualmente condenaba a Calcedonia y con esto aseguraba su lugar como patriarca de Alejandría. Su rival, Juan Talaia, fue desterrado. Pedro Fullo de Antioquía también aceptó la nueva ley. Pero los monofisitas extremos no quedaron contentos, se separaron de Mongo y formaron la
secta llamada
acéfalos (akephaloi, "sin cabeza", sin patriarca). Ni los católicos quedaron satisfechos con un documento que evitaba declarar la fe sobre el punto en disputa y aludía de tal modo a
Calcedonia. El emperador tuvo éxito en convencer a
Acacio (Akakios), patriarca de Constantinopla (471-80), a aceptar el Henoticon, un hecho notable, pues Acacio había estado firme por la fe católica bajo Basilisco. Quizás esto se explica por su enemistad personal con Juan Talaia, patriarca
ortodoxo de Alejandría. El Henoticon iba dirigido en primer lugar a los egipcios, pero luego fue aplicado a todo el imperio. Se
depuso a obispos católicos y monofisitas consistentes, se le dio su
sede a gente que concordaran con el compromiso.
Pero el emperador no había contado con
Roma. De todas partes de Oriente le enviaron quejas al
Papa Félix (483-92) suplicándole que defendiera el
Concilio de Calcedonia. Él entonces le escribió dos cartas, una a Zenón y otra a Acacio, exhortándolos a continuar defendiendo la
fe sin compromiso, como habían hecho antes (Epp. I y II Felicis III en Thiel, "Epistolae Rom. Pontificum genuinae" Braunsberg, 1868, vol. I, págs. 222-39). Entonces,
Juan Talaia, que estaba desterrado de Alejandría, llegó a Roma y dio un relato más detallado de lo que estaba sucediendo en Oriente. El Papa escribió dos cartas más, citando a Acacio a Roma para explicar su conducta (Epp. III y IV, ibid., pp. 239-241). Los
legados que llevaban estas cartas a Constantinopla fueron
encarcelados tan pronto como desembarcaron, luego fueron obligados a recibir la Comunión de Acacio en una
liturgia en la que escucharon a Pedro Mongo y otros monofisitas nombrados en los dípticos. Los
monjes acoemetae (akoimetoi, insomnes) de Constantinopla le informaron esto al Papa, y éste convocó un sínodo en 484 en el cual denunció a sus legados, depuso y excomulgó a Acacio (Epp. VI, VII, VIII, ibid., 243 sq.). Acacio replicó borrando el nombre de Félix de sus dípticos. Así comenzó el
cisma acaciano que duró treinta y cinco años (484-519). Los monjes acoemetae de Constantinopla fueron los únicos en permanecer en la comunión con la
Santa Sede; Acacio encarceló a su
abad Cirilo.
Acacio mismo murió en cisma en 489. Su sucesor Flavitas (o Fravitas, 489-90), trató de reconciliarse con el Papa, pero se negó a renunciar a la comunión con los monofisitas y a omitir el nombre de Acacio de sus dípticos. Zenón murió en 491; su sucesor Anastasio I (491-518), comenzó manteniendo la política del Henoticon, pero gradualmente se pasó completamente al
monofisismo. Eufemio (490-96), patriarca después de Flavitas, de nuevo trató de sanar el cisma, restauró el nombre del Papa a los dípticos, denunció a Pedro Mongo y aceptó a Calcedonia; pero sus esfuerzos fueron inútiles, pues también se negó a remover los nombres de Acacio y Flavitas de los dípticos (Vea
Eufemio de Constantinopla. El Papa
Gelasio sucedió a Félix III en Roma y mantuvo la misma actitud, denunciando absolutamente el Henoticon y cualquier otro compromiso con los herejes. Eventualmente, cuando el emperador Anastasio murió (518) el cisma fue sanado. Su sucesor, Justino I (518-27) era
católico, y de inmediato buscó la reunión con Roma. Juan II, el patriarca de 518-520, también estaba deseoso de sanar el cisma. En respuesta a sus peticiones, el
Papa San Hormisdas (514-23) les envió su famosa fórmula. Ésta fue firmada por el emperador, el patriarca y todos los obispos de la capital. El día de
Pascua, 24 de marzo de 519, se restauró la unión. Los obispos monofisitas fueron depuestos o huyeron, y el imperio fue de nuevo católico, aunque los problemas surgieron de nuevo bajo el emperador
Justiniano I (527-65).
Bibliografía: EVAGRIO ESCOLASTICO, Historia Ecclesiastica, V, 1-23, cuenta la historia completa; LIBERATO, Brevarium Historiae Nestorianorum et Eutychianorum (P.L., LXVIII, 963-1096); TILLEMONT, Memoires pour servir a l'histoire ecclesiastique des six premiers siecles, XV y XVI (Venice, 1732); Id., Histoire des Empereurs, VI (Venice, 1739); KRUEGER, Monophysitische Streitigkeiten im Zusammenhange mit der Reichspolitik (Leipzig, 1884); HEFELE, Conciliengeschichte (Freiburg, 1875), también tr. francés, ed. LECLERQ (París, 1907-); HERGENROTHER-KIRSCH, Handbuch der allgemeinen Kirchengeschichte (4ta ed., Friburgo, 1902), I, 584-95.
Traducido por Luz María Hernández Medina.