sábado, 17 de marzo de 2018

Mt 27,33-44

(Mc 15,22-41; Lc 23,27-49; Jn 19,17-30) 

33Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiera decir «La Calavera»), 34 le dieron a beber vino mezclado con hiel (Sal 69,22); él lo probó, pero no quiso beberlo. 35Después de crucificarlo se repartieron su ropa echándola a suerte (Sal 22,19) 36 y luego se sentaron allí a custodiarlo.
37Encima de su cabeza colocaron un letrero con la acusación:
ESTE ES JESUS, EL REY DE LOS JUDÍOS
38Crucificaron entonces con él a dos bandidos, uno a la derecha y el otro a la izquierda.
39Los que pasaban lo injuriaban, y decían, meneando la cabeza:
40-¡Tú que echabas abajo el santuario y lo reconstruías en tres días! Si eres Hijo de Dios, sálvate y baja de la cruz.
41 Así también los sumos sacerdotes, en compañía de los letrados y los senadores, bromeaban:
42 -Ha salvado a otros y él no se puede salvar. ¡Rey de Israel! Que baje ahora de la cruz y creeremos en él. 43¡Había puesto en Dios su confianza! Si de verdad lo quiere Dios, que lo libre (Sal 22,9) ahora, ¿no decía que era Hijo de Dios?
44Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.

EXPLICACIÓN.

33-44. Lugar de la ejecución (33). El vino con hiel, otra muestra de odio (cf. Sal 69,21s). Reparto de la ropa (Sal 22,19). El letrero reproduce la acusación formulada por Pilato (27,11). La frase está construida en paralelo con la del bautismo y la transfiguración: Éste es mi Hijo (3,17; 17,5): el rey-Mesías designado por Dios. No el Mesías triunfador y guerrero, sino el Hombre que da su vida para liberar a todos los hombres (20,28). Bandidos (38), apelativo de los nacionalistas fanáticos. Los ultrajes (39-44): Primer grupo, la gente del pueblo (39-40) repite la acusación formulada en el juicio ante Caifás (26,61): Jesús, un peligro para la institución. La prueba de ser Hijo de Dios (cf. 4,3.6) sería librarse de la muerte; no conciben que Jesús dé su vida voluntariamente. Segundo grupo, los dirigentes (41-43). También ellos le echan en cara su impotencia; para ellos, la razón se muestra con la fuerza. Le piden el milagro (12,38). Con palabras del Salmo 22 se burlan de su confianza en Dios. Ellos han vencido, luego Dios está con ellos; descrédito del verdadero Dios (cf. 26,38). Tercer grupo, los compañeros de suplicio (44). Nadie comprende el sentido de su muerte, ven en ella la derrota.

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