(Jn 4,4-30; 19,25; 20,11-18)
Hay en el evangelio de Juan otras dos mujeres a quienes Jesús se dirige con el apelativo “mujer/esposa”. ¿Podemos aplicar a estos casos el mismo principio aplicado a la madre de Jesús? Sin duda alguna.
La samaritana aparece como una mujer que ha tenido cinco maridos y ue el que tiene entonces no es su marido (Jn 4,17s). Atendiendo al lenguaje de los profetas, es la “esposa adúltera” o “prostituida” (Ez 16,15: “te prostituiste con el primero que pasaba”; Os 2,4: “Pleitead con vuestra madre, pleitead, que ella no es mi mujer ni yo soy su marido, para que se quite de la cara sus fornicaciones y sus adulterios de entre los pechos”), es decir, el Israel que ha abandonado al verdadero Dios para seguir a otros dioses. Representa a Samaría, esposa infiel de Dios (Jr 2,6: “¿Has visto lo que ha hecho Israel [ = Samaría, el reino de Israel], la apóstata? Se ha ido por todos los montes altos y se ha prostituido bajo todo árbol frondoso [cultos idolátricos en las colinas y bosques]”; se contrapone a la madre de Jesús, “la esposa fiel”. Como en el libro de Oseas, que constituye el trasfondo del episodio de la samaritana, Jesús “le habla al corazón” para que vuelva al amor primero (Os 2,16).
María Magdalena es el tercer personaje que recibe de Jesús el apelativo “mujer” (Jn 20,15: “Mujer, ¿por qué lloras?”). María tiene nombre propio y en este evangelio aparece por primera vez al pie de la cruz, junto con la madre de Jesús, nombrada como “María la de Cleofás” (Jn 19,25: “Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre: María la de Cleofás y María Magdalena”).
En esta ocasión, de nuevo llama Jesús a su madre “mujer” (19,26), recordando la escena de Caná; la madre sigue, pues, representando al pueblo fiel de la antigua alianza, la esposa fiel de Dios, y aparece aquí por última vez en este evangelio. María Magdalena, en cambio, aparece por primera vez, y en la escena en el huerto/jardín (20, 11-18) es llamada “mujer/esposa” por Jesús; ella, a su vez, se refiere a él llamándolo “mi señor” (20,13), modo como las mujeres designaban a sus maridos (ahora, en España, es el marido el que llama a la mujer “mi señora”).
María Magdalena es en este evangelio (no en los otros tres, donde presenta rasgos diferentes) figura de la nueva comunidad, la que tiene su origen en la cruz de Jesús, desde donde fluye el Espíritu. Esta nueva comunidad, la humanidad nueva, tiene con Jesús la relación de amor y fidelidad que los profetas habían formulado en términos nupciales (esposo-esposa). La identidad de nombre de las dos mujeres (María) y el hecho de ser presentadas como hermanas (Jn 19,25), señala la igualdad que ha de regir en la relación de la comunidad antigua con la nueva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.