jueves, 13 de abril de 2017

Mitología cántabra

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La mitología autóctona de Cantabria, desde sus orígenes más remotos y con el paso del tiempo, se ha ido entroncado con los mitos celtas y romanos, emparentándose en parte con leyendas y tradiciones del resto de la cornisa Cantábrica. En la mayoría de los casos, su significado más profundo, transmitido de padres a hijos a través de la tradición oral, ha quedado diluido bien porque este se ha ido perdiendo, bien porque los escritores clásicos nos la han transmitido cercenada al no recoger toda la riqueza y mentalidad popular, fijándose únicamente en los cultos y divinidades que guardaban semejanza con los suyos. Por otro lado, la romanización en un primer momento y la incursión del cristianismo posteriormente han ido transformando el sentido y representación de estos ritos paganos, alcanzándose en muchos casos un sincretismo religioso.
El culto al fuego siempre ha estado presente en la mitología.
Aun así, todavía se conservan en el pueblo cántabro apólogos y leyendas con una mayor componente ritual o de comportamiento que como relatos significativos.

Divinidades[editar]

Una de las estelas cántabras de Barros, datadas entre los siglos IV y I a. C. Sus bajorrelieves de anillos, aureolas de triángulos y el tetrasquel se relacionan con símbolos solares y crecientes lunares.
Entre los restos de mitos que aún persisten como sustrato en la tradición cántabra, se encuentra el culto a las grandes divinidades protectoras, como es la adoración al Sol, lo cual queda atestiguado en las estelas cántabras encontradas, y en relación con el culto al fuego.1 Así mismo, se idolatra a una divinidad-padre suprema, denominada Candamo, que en época romana se asocia con Júpiter (Júpiter Candamo) y el culto solar y posteriormente con el Dios cristiano.2
Adjunto al marcado carácter guerrero de los cántabros aparece un dios de la guerra, posteriormente identificado como el Marte romano, al que se le ofrecían sacrificios de machos cabríoscaballos y prisioneros en gran número, según señala EstrabónHoracio y Silio Itálico.3 4 5 Estas hecatombes iban acompañadas de la bebida de la sangre aún caliente de los caballos,6 como menciona Horacio al respecto de los concanos, y sería una verdadera comunión.
[...] et laetum equino sanguine Concanum,...
[...] y al Concano que le agrada la sangre del caballo,...
Horacio. Carm. III 4. v29-36
El teónimo Epane podría tener relación con este culto.7 Para los antiguos cántabros estas prácticas poseían un origen místico ligado a la creencia en la sacralidad de estos animales8 que algunos vinculan muy estrechamente con la variante del dios Marte céltico solar y que serían su reencarnación.9 10
Los sacrificios humanos entre los pueblos del norte son citados también por san Martín Dumiense11 y tendrían el mismo carácter de redención y vaticinio que el resto de los celtas de la Galia, donde eran muy frecuentes. Así Estrabón cuenta sobre estos que examinaban las vísceras de los prisioneros, cubriéndolas con sayos, les amputaban las manos derechas y las consagraban a los dioses. El modo de vaticinar el futuro dependía de la caída de la víctima.12
Unido a esta divinidad guerrera aparecen las diosas-madres germinadoras vinculadas a la Luna con evocaciones casi hasta el presente en la que hasta hoy en día posee una clara influencia en el medio rural en las fases de siembra y recogida de cultivosJoaquín González Echegaray relaciona la diosa Cantabria aparecida en la inscripción de un ara votiva hallada en Topusko (Croacia) con la Diosa Madre de los cántabros. Este epigrama habría sido realizado por alguno o algunos soldados que formaban parte de las legiones romanas:
CANTABRIA / SACR(um) / CVSTOD(es) / EIVSDEM
Monumento sagrado a Cantabria. Los guardianes de la misma (diosa, lo pusieron)
Del mismo modo el culto a un dios del mar fue asimilado en épocas romana a través del dios Neptuno (una estatuilla de esta deidad pero con rasgos de la divinidad cántabra original fue encontrada en Castro Urdiales).
Estos antiguos cántabros creían en la inmortalidad del espíritu. Así lo demostraban en sus ritos funerarios donde predominaba la cremación, a excepción de aquellos que morían en combate, que debían de reposar en el campo de batalla hasta que los buitres abrieran sus entrañas para llevarse al más allá su alma y unirse a la gloria de sus antepasados. Esta práctica queda atestiguada en los grabados de la Estela de Zurita.
Así mismo un papel importante en la compleja sociedad cántabra era el sacrificio en sus dos aspectos: como medio de conformar la voluntad divina y como prevalencia de la abnegación a la colectividad frente al individuo. Así pues, en una sociedad guerrera como la cántabra la inmolación no era considerada como símbolo de primitivismo o barbarie, sino que la difícil determinación que requería a la persona que la llevase a cabo conllevaba que tuviese un alto grado de importancia. Tal era el caso de la denominada devotio, un singular y extremo sacrificio practicado por los cántabros, mediante el cual las comunidades guerreras unían su destino al de su líder.13

Mitología telúrica y arbórea[editar]

Vista de Torre Bermeja (2400 m) y Peña Santa (2596 m), en el Macizo Occidental de los Picos de Europa.
Parece que los antiguos cántabros tenían creencias religiosas muy parecidas a los primitivos celtas del centro de Europa, y rendían culto a la Luna, a la que relacionaban con la muerte y la inmortalidad del alma, y al Sol, como símbolo de la vida terrena.14 Poseían además divinidades mayores no siempre de origen claramente celta, como Lug, dios celestial e infernal, o Candamo, dios de la tormenta y la montaña. El culto al dios de la guerra incluía el sacrificio de animales y humanos, de forma parecida a la culturas indoeuropeas primitivas. Otras deidades menores estaban ligadas a los árboles, los ríos (el Deva) y otros elementos de la naturaleza. En el monte Cildá apareció un ara dedicada a la diosa madre Mater Deva, conocida en el mundo céltico y personificada en el río Deva. En Otañes se encontró una pátera, llamada Pátera de Otañes, dedicada a la ninfa de una fuente con propiedades medicinales. Plinio el Viejo15 cita la existencia en Cantabria de unas fuentes intermitentes –las Fuentes Tamáricas– veneradas por los cántabros tamáricos que tenían valor augurio y que correspondería a la actual Velilla del Río Carrión.16 Suetonio, en su relato sobre la vida de Galba, señala como símbolo de buen augurio el haber encontrado durante su estancia en Cantabria doce hachas en un lago.17 Estas eran sin duda exvotos depositados allí según costumbre también de otros pueblos europeos, lo que sugiere un culto a los lagos.18 Así mismo la ofrenda a las aguas de stips, o monedas de bronce de escaso valor, así como de otras piezas de mayor cuantía, como denariosáureos y sólidos, queda manifiesta en la presencia de algunas de estas piezas en La HermidaPeña CutralAlceda y en el río Híjar.
Lugares como el Pico Dobra, en el valle del Besaya, han dejado constancia de su sacralizado desde época prerromana a través del ara dedicada al dios cántabro Erudinus fechado en el año 399, lo que demuestra que estos ritos se extendieron más allá de la cristianización en el Imperio romano.
Bayas carnosas del tejo o arilos. Este árbol mítico quizá sea el más representativo de Cantabria y ha sido plantado con frecuencia junto a edificios singulares. Antiguamente, al terminar de construirse una de estas edificaciones, se plantaba próximo un tejo como árbol testigo.
Por Silio ItálicoFloroPlinio el Viejo y san Isidoro de Sevilla sabemos que antes de perder la libertad, los cántabros se suicidaban con veneno extraído de las hojas del tejo, pues preferían la muerte a ser esclavizados, y de igual forma sacrificaban a los ancianos no aptos para la guerra.19 20 21 22 Es habitual encontrar tejos en las plazas de los pueblos, en cementerios, iglesias, ermitas, palacios y casonas, al considerarse un símbolo de transcendencia.23
En efecto, por los testimonios recogidos indirectamente por autores clásicos, se cree que para los pueblos célticos, ciertos elementos de la naturaleza poseían un carácter divino o sagrado.24 Entre ellos, y como se señala más arriba, los árboles, y especialmente los robles y encinas,25 de los que los druidas cogían el muérdago, planta a la que atribuían propiedades curativas y mágicas.26 Aunque no hay constancia de una homogeneidad y repetición de los mismos ritos y usos druídicos en todos los pueblos de ascendencia celta, es posible que estos sean el origen de fiestas tradicionales que han perdurado hasta nuestros días en Cantabria y otros lugares de España, como la Maya.27
Robles, hayasencinas y tejos eran también utilizados como un lugar de encuentro tribal, generación tras generación, en donde las leyes religiosas y seculares eran impartidas. Hasta tiempos muy recientes era habitual celebrar los denominados concejos abiertos bajo árboles centenarios (las juntas de Trasmiera oficiaban sus reuniones en Hoz de Anero, en Ribamontán al Monte, bajo una gran encina que todavía existe).

Fechas y momentos significativos[editar]

Flor del saúco o sabugo.
Como ocurre en otros pueblos en Cantabria existen fechas que han sido propicias desde antiguo para los rituales y las leyendas. Días cargados de ocultas y antiguas significaciones. Así, por San Juan, en el solsticio de verano, la noche es mágica. Dice la tradición en sus diferentes variantes que los Caballucos del Diablo y las brujas carecen de poderes tras el ocaso y se apoderan de él los curanderos; las plantas como el trébol de cuatro hojas, la flor del saúco, las hojas del sauceenebro o brezo entre otras curan y dan felicidad si se recogen en esa madrugada. En torno a la Navidad (solsticio de invierno) se realizaban ceremonias rituales, vestigios de antiguos cultos al árbol, el fuego y el agua. En esas fechas se adornaban los manantiales y balcones con flores y se bailaba y saltaba sobre el fuego.
Destacan también momentos del día como el ocaso. En Cantabria se hablaba de El Sol de los Muertos refiriéndose al último sol de la tarde que enviaban los difuntos. Este se creía que marcaba el momento en que los muertos regresan a la vida y diversos autores lo han asociado con reminiscencias del culto solar.28

Criaturas mitológicas[editar]

A través de los mitos los hombres buscaban respuesta a los hechos de la naturaleza que les parecían inexplicables. En la imagen los Cantos de la Borrica en los puertos de Sejosbloques erráticos de origen glaciar. La mitología cántabra justifica la presencia de grandes rocas como estas en brañas y camberas por la acción perversa del Ojáncanu.
A la par que las divinidades telúricas y de la naturaleza, en Cantabria ha habido, según la tradición popular y al igual que en otros pueblos, seres fabulosos de aspecto desigual que las gentes temían o adoraban y en torno a los cuales se forjaban historias y leyendas. Existen muchos seres de este tipo dentro de la mitología cántabra, entre los que se pueden destacar los siguientes:
  • El Ojáncanu. Infortunio de Cantabria, esta criatura personifica el mal entre los cántabros y representa la maldad, la crueldad y la brutalidad. Este gigante ciclópeo es la versión cántabra del Polifemo griego que aparece también en otras mitologías indoeuropeas.29
  • La Ojáncana o Juáncana. Mujer del anterior. Le gana a aquel en maldad, pues entre sus víctimas se encontraban también los niños.
  • La Anjana. Es la antítesis al Ojáncanu y la Ojáncana. Hada buena y generosa, protectora de las gentes honradas, de los enamorados y de quienes se extravían en los bosques y caminos.
  • Los duendes. Aquí se engloban a todos los pequeños seres de la mitología cántabra, traviesos y burlones en una gran mayoría. Cabría distinguir entre los duendes domésticos, aquellos que viven en el interior o en los alrededores de las casas de Cantabria, como los trasgos y trastolillos, y los que habitan el bosque, como trentistentirujos y zahorís.
Brumoso robledal en Cantabria. En la frondosidad de estos bosques la mitología montañesa sitúa a espíritus y seres mitológicos, intentando dar respuestas al miedo a lo desconocido.
Existen otros muchos seres fabulosos que pueblan la rica mitología de Cantabria, como los Ventolines, la Osa de Andara, los Caballucos del Diablu, los Nuberos, el Musgosu, el Culebre, el Ramidreju, etc. O hermosas leyendas como la de la Sirenuca, bella moza desobediente y caprichosa aficionada a trepar por los acantilados más peligrosos de Castro Urdiales para cantar al compás de las olas y por ello convertida en ninfa marina. O la del Hombre Pez, un joven de Liérganes al que le gustaba nadar y que se perdió en el río Miera, siendo finalmente encontrado en la bahía de Cádiz transformado en un extraño ser acuático.

La mitología cántabra en la actualidad[editar]

Estatua dedicada al hombre pez de Liérganes junto al río Miera.
Todos estos seres y leyendas son prueba de la mentalidad mística de una época que respondió a la necesidad de los cántabros de expresar sus miedos a internarse en un bello entorno natural, pero a la vez abrupto, hostil y peligroso. A la búsqueda de respuestas que les diesen convencimiento y la conjugación de los poderes para su seguridad.
Aún todavía quedan cántabros en cuyos corazones las Anjanas no han sido sustituidas por santos y vírgenes, pues la siguen atribuyendo ciertas buenaventuras a esta hada buena de La Montaña, y aún se continúa amedrentando a los niños con el Ojáncanu. Pero este mundo de significaciones y de valores se ha ido diluyendo poco a poco con la modernidad y el paso de los tiempos, apareciendo nuevos mitos urbanos y olvidándose los antiguos.
Es en los últimos tiempos cuando la mitología montañesa ha recobrado un significativo interés, en especial a partir de la recopilación llevada a cabo por el escritor Manuel Llano Merino (1898-1938) a lo largo de su obra, nutrida de aportaciones de la tradición oral, y de trabajos de otros autores, como Adriano García-Lomas.

Véase también[editar]

Notas y referencias[editar]

  1. Volver arriba Las hogueras de San Juan, coincidentes con el solsticio de verano, pudieran ser una reminiscencia.
  2. Volver arriba En Herrera de Camargo se descubrió una bella escultura de bronce que le rendía culto.
  3. Volver arriba Estr. III,3,7
  4. Volver arriba Carm. III,4,34
  5. Volver arriba Silio III, 361
  6. Volver arriba Tácito los considera por los germanos como ministros de los dioses:
    se (sacerdotes) enim ministros deorum, illos (equos) conscios putant

    Germ. X
  7. Volver arriba El nombre de Epane parece proceder del radical ide. * ekwos "caballo", con el cambio de -kw- > -p-, característico de las lenguas celtas del grupo britónico, llamados también "Celtas de la P": galo epo-s; galés ep "caballo"; galés y córn. ebol "potro".[1]
  8. Volver arriba Julio Caro Baroja sugiere la posibilidad de que exista una deidad ecuestre entre los celtas de Hispania a semejanza de la que existía entre los celtas de otros lugares de Europa.
  9. Volver arriba E. Thevenot. Sur les traces des Mars Celtiques, Brujas, 1955.
  10. Volver arriba En Numancia estas representaciones del dios-caballo van llenas de signos solares.
  11. Volver arriba De correctione rusticorum VIII
  12. Volver arriba José María Blázquez Martínez (1977). «La religiosidad de los pueblos hispanos vista por los autores griegos y latinos». Consultado el 8 de septiembre de 2007.
  13. Volver arriba Juan Carlos Cabria. Otra Realidad, ed. «Mitos y leyendas de Cantabria. El sacrificio, vía de unión con la divinidad». Consultado el 12 de julio de 2007.
  14. Volver arriba Diversas fuentes señalan la relación de los cántabros con la cultura posthallstáttica peninsular traída por los celtas. [2]
  15. Volver arriba Plin.,NH XXXI 23-24
  16. Volver arriba Según Plinio serían tres fuentes próximas cuyas aguas se reunían en un solo estanque y dejaban de circular de 12 a 20 días, interpretándose esta discontinuidad del caudal como signo negativo.
  17. Volver arriba Suet., Galba, VIII 13
  18. Volver arriba Schulten, A. Los cántabros y astures y su guerra con Roma. Madrid. 1943.
  19. Volver arriba Silio III, 328
  20. Volver arriba Floro II, 33, 50
  21. Volver arriba Plinio, Naturalis Historia XVI, 50
  22. Volver arriba Isidoro Libro XVII, 9, 25
  23. Volver arriba Cabe señalar en este sentido la presencia de tejos milenarios como el que existe junto a la iglesia prerrománica de Santa María de Lebeña y bajo el cual se daba cobijo a los concejos del lugar. Este árbol, presente en el Inventario de Árboles Singulares de Cantabria, ha sido muy dañado por un temporal.
  24. Volver arriba Damián Cano Borrego, Pedro (2002). Los celtas: la Europa del hierro y la Península Ibérica. Silex Ediciones. p. 95. ISBN 9788477371083.
  25. Volver arriba Hervás Panduro, Lorenzo (1805). Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas, y numeración, división, y clases de estas según la diversidad de sus idiomas y dialectos: Lenguas y naciones europeas: naciones primitivas, sus lenguas matrices y dialectos de éstos. Real Arbitrio de Beneficencia. p. 326.
  26. Volver arriba Gómez Pamo, Juan Ramón (1898). Discurso Leidoo en la Solemne Sesion Inaugural del Ano 1898 en la Real Academia de Medicina. Real Academia Nac. Medicina. p. 12.
  27. Volver arriba Peralta Labrador, Eduardo (2003). Los cántabros antes de Roma. Real Academia de la Historia. p. 240. ISBN 9788489512597.
  28. Volver arriba Juan Carlos Cabria. «El culto solar II». Consultado el 20 de junio de 2008.
  29. Volver arriba Seres similares al Ojáncanu o la Ojáncana los encontramos también en otras mitologías como la extremeña-hurdana (Jáncanu o Pelujáncanu y la Jáncana, donde es evidente la similitud de las denominaciones [3][4][5],[6]) o vasca (Tartalo o Torto), entre otras.

Bibliografía[editar]

Enlaces externos[editar]

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