martes, 10 de octubre de 2017

GENERACIONISMO

Es la opinión según la cual el alma de cada uno de los seres humanos es engendrada por los padres, junto con el cuerpo. Esta opinión se diferencia del creacionismo, según el cual el alma es creada directamente por Dios, en el momento de la concepción.
La revelación bíblica no nos ofrece indicaciones precisas sobre este punto, aun cuando habla del don del soplo vital (ruah) por parte de Dios al hombre (Gn 2,7). Entre los que sostienen el generacionismo hay que recordar a san Agustín, para el que esto permite explicar más fácilmente la transmisión del pecado de Adán (/ pecado original) a todos los hombres. Tomás de Aquino, por el contrario, después de haber motivado de manera distinta de Agustín la difusión del pecado original, sostiene con decisión el creacionismo, que se impone después de él en la teología eclesial. En la enseñanza del Magisterio sobre este problema se registran las siguientes afirmaciones: a) es falsa la opinión según la cual el alma espiritual del hombre se multiplica por medio de la generación o se deriva del alma sensitiva (DS 3220); b) hay que creer que las almas son creadas inmediatamente por Dios (Pío XII, Humani generis: DS 3896).
La teología contemporánea se ha orientado más bien hacia el generacionismo, que se presenta cada vez como más respetuoso de los dinamismos naturales y de la visión unitaria y no dualista del hombre. Es verdad que siempre habrá que afirmar que en el don del alma, los padres ejercen una causalidad instrumental respecto a la causalidad principal que ejerce el Creador; puesto que Dios quiere todas las cosas en un único acto, hay que reconocer su prioridad absoluta o su causalidad primera respecto a las acciones realizadas a lo largo del tiempo por las causas subordinadas; en el caso de la "animación» de cada ser humano, se puede pensar que es precisamente el acto creador de Dios el que sostiene el don de la vida realizado por los padres. La afirmación de Pío XII, según el cual el alma espiritual es "creada inmediatamente por Dios», querría indicar entonces no sólo que todos los hombres tienen su origen en Dios, sino también su presencia benéfica y vivificante, su "sí» amoroso frente al nacimiento de cada uno de los seres humanos.
G. M. Salvati
Bibl.: L. Ladaria, Antropologia Teológica, Roma-Madrid 1986: K, Rahner - p, Overhage, El problema de la hominización, Cristiandad, Madrid 1974: J. L. Ruiz de la Peña, imagen de Dios, Sal Terrae 1988, 254-261.

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