sábado, 22 de marzo de 2014

EL EVANGELIO DE TACIANO 2


(Diatessaron) Parte 2

Jesús elige doce discípulos y pronuncia el Sermón de la Montaña
XXII 1. Y anduvo Jesús por toda Galilea, y enseñaba en las sinagogas.
2. Y predicaba el Evangelio, y sanaba todas las enfermedades del pueblo.
3. Y su fama corrió por toda la Siria.
4. Y le trajeron a todos los enfermos, y a los lunáticos, y a los poseídos de los demonios, y los curaba.
5. Y lo siguieron muchas gentes de Galilea, y de Decápolis, y de Jerusalén, y de Judea, y de la otra orilla del Jordán.
6. Y viendo venir a las gentes, subió al monte, y se sentó.
7. Y llamó a doce discípulos, y los denominó apóstoles.
8. Y eran Simón, a quien llamaba Pedro, y Andrés, su hermano.
9. Y Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Jacobo, a quien puso el nombre de Bonanerges.
10. Y Felipe, y Bartolomé, y Mateo y Tomás.
11. Y Jacobo, hijo de Alfeo, y Simón, a quien llamaba Zelotas.
12. Y Judas Jacobos y Judas Iscariote, que fue el traidor.
13. Y abriendo la boca, y elevando los ojos a los cielos, los adoctrinaba, y les decía:
14. Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
15. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra.
16. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
17. Bienaventurados los que han hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos.
18. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos conseguirán misericordia.
19. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
20. Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios.
21. Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
22. Bienaventurados cuando os maldijeran, y cuando os persiguiesen y vituperasen en vuestro perjuicio, a causa de seguir al Hijo del hombre.
23. Gozaos y alegraos, que grande es vuestra recompensa en los cielos.
24. Porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros.
Increpación de Jesús
XXIII 1. Mas ¡ay de vosotros, ricos, que tenéis vuestro consuelo!
2. ¡Ay de vosotros los hartos, porque seréis hambrientos!
3. ¡Ay de los que ahora reís, porque lloraréis!
4. ¡Ay de los que sois bendecidos, porque así hacían los padres de los hombres con los falsos profetas!
5. Yo os digo a vosotros lo que oís:
Jesús llama a sus discípulos la sal de la tierra
XXIV 1. Vosotros sois la sal de la tierra.
2. Y si la sal se evaporase, ¿con qué se salará?
3. Porque entonces no valdrá más para nada, sino que será echada fuera y hollada de los hombres.
Jesús llama a sus discípulos la luz del mundo
XXV 1. Vosotros sois la luz del mundo.
2. Y la ciudad que está sobre el monte no se puede esconder.
3. Ni se encienda una lámpara para ponerla bajo el almud, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los de la casa.
4. Ilumine así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a nuestro Padre, que está en los cielos.
5. No he venido a abolir la Ley, sino a cumplirla, conforme a los profetas.
6. Porque en verdad os digo, que, mientras no perezcan el cielo y la tierra, ni una iota ni una tilde perecerán de la Ley.
7. Y esto, hasta que se consumen todas las cosas.
8. Quien incumpliera uno de estos mandamientos mínimos mínimo será llamado en el reino de los cielos.
9. Mas quien los cumpliera y enseñare será llamado grande en el reino del cielo.
10. Y os digo que, si vuestra justicia no es mejor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Jesús condena la ira
XXVI 1. Oísteis que fue dicho a los antiguos: no matéis.
2. Porque aquel que matase será culpado.
3. Mas yo os digo que cualquiera que se airase contra su hermano será culpado en el juicio.
4. Y quien dijese a su hermano: Raca, será culpado en el consejo.
5. Y quien le dijese: Necio, será castigado con el fuego de la gehenna.
Jesús habla de la ofrenda ante el altar, cuando se tiene deuda pendiente
XXVII 1. Y cuando lleves tu oferta al altar, y recuerdes que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu oferta ante el altar y ve a reconciliarte primero con tu hermano.
2. Y entonces vuelve y ofrece tu presente.
3. Reconcíliate pronto con tu adversario, cuando vayas con él por el camino.
4. Porque no acontezca que el adversario te lleve al juez, y el juez al alguacil y seas puesto en prisión.
5. Que en verdad te digo que no saldrás de allí hasta no haber pagado el último cuadrante.
Jesús condena el adulterio y la concupiscencia
XXVIII 1. Oísteis que fue dicho a los antiguos: No adulterarás.
2. Mas yo os digo que cualquiera que mire a una mujer con concupiscencia, ya adulteró con ella en su corazón.
3. Y si tu ojo derecho pudiera serte causa de escándalo, sácatelo.
4. Porque vale más que perezca un solo miembro tuyo que no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
5. Y si tu mano derecha te fuese causa de escándalo, córtatela, y échala fuera de ti.
6. Porque es mejor que se pierda uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
Jesús condena el repudio
XXIX 1. Fue dicho también: Quienquiera que repudie a su mujer déle carta de repudio.
2. Mas yo os digo: Cualquiera que repudie a su mujer, no siendo por causa de fornicación, hace que ella adultere.
3. Y quien desposare a la repudiada comete adulterio.
Jesús condena el perjurio y el juramento
XXX 1. Oísteis que fue dicho a los antiguos: No perjuraréis.
2. Sino que cumplirás tus juramentos al Señor.
3. Mas yo os digo: No juréis nunca.
4. Ni por el cielo, que es el trono de Dios, ni por la tierra, que es el escabel de sus pies.
5. Ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey.
6. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes de uno de tus cabellos blancos hacer uno negro.
7. Y no sea vuestro hablar más que: Sí, sí; y: No, no.
8. Porque lo que exceda de esto malo es.
Jesús condena la ley del talión
XXXI 1. Oísteis que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
2. Mas yo os digo: No resistáis al mal.
3. Y al que te golpeare la mejilla derecha, preséntale también la otra.
4. Y al que quisiera llevarte a juicio para quitarte tu ropa, dale también el manto.
5. Y al que te hiciese andar cargado durante mil pasos, acompáñalo dos mil.
6. Al que te pidiere, dale. Y al que te tomare prestado, no se lo vuelvas a pedir.
7. Haced con los hombres lo que quisierais que ellos hicieran con vosotros.
Jesús ordena a sus discípulos devolver bien por mal
XXXII 1. Oísteis que se dijo a los antiguos: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.
2. Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos.
3. Bendecid a los que os odian y orad por los que os persiguen y os calumnian.
4. Para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos.
5. Porque él hace salir el sol para malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos.
6. Porque si amáis a quienes os aman, ¿qué recompensa mereceréis?
7. ¿No hacen también lo mismo los publicanos?
8. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué gracia tendréis? ¿No hacen acaso igual los pecadores?
9. Y si prestáis a quien os lo puede devolver, ¿qué mérito hacéis con ello?
10. Porque también los pecadores hacen lo mismo, para recibir otro tanto.
11. ¿Qué hacéis de más deseando salud a los que os la desean?
12. Así que habéis de hacer el bien a vuestros enemigos y amarlos.
13. Y prestar sin esperar nada por ello.
14. Y grande será así vuestro galardón.
15. Porque seréis hijos del Altísimo, que es benigno para los malos e ingratos.
16. Sed misericordiosos, porque vuestro Padre es misericordioso.
17. Procurad ser perfectos, como lo es vuestro Padre celestial.
Jesús exhorta a hacer limosnas recatadamente
XXXIII 1. No hagáis vuestra justicia ante los hombres, para ser vistos por ellos.
2. Porque entonces no tendréis gracia ante vuestro Padre, que está en los cielos.
3. Y cuando repartas limosnas, no hagas sonar trompetas ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y plazas.
4. Porque lo hacen para ser honrados de los hombres.
5. Y os digo en verdad que ya recibirán su merecido.
6. De modo que cuando hagas limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace tu mano derecha.
7. Para que tu limosna sea en secreto, porque tu Padre ve en secreto, y él te recompensará.
La oración del perfecto cristiano
XXXIV 1. Y cuando ores, que no sea como los hipócritas, que gustan de orar, en las sinagogas y sobre los guardacantones de las calles.
2. Porque yo os aseguro que ya tendrán su pago.
3. Tú ora en tu habitación, y con tus puertas cerradas, y tu Padre, que ve en lo escondido, te dará pública recompensa.
4. No seáis extensos al orar, como los gentiles, que piensan que por más hablar serán más oídos.
5. No seáis, pues, como ellos, porque vuestro Padre sabe, sin que se lo pidáis, lo que os es preciso.
6. Y los discípulos le dijeron: Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.
7. Y él les dijo: Cuando oréis, decid así:
8. Padre nuestro que estás en los cielos.
9. Santificado sea tu nombre.
10. Venga a nosotros tu reino.
11. Hágase tu voluntad en el cielo y en la tierra.
12. El pan que nos es necesario dánoslo hoy.
13. Y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.
14. Y no nos hagas caer en la tentación, mas líbranos del mal.
15. Porque si perdonáis a los hombres sus delitos, los vuestros os serán perdonados por el Padre celestial.
16. Mas si no perdonáis a los hombres, tampoco el Padre os perdonará a vosotros.
Jesús aconseja a sus discípulos ayunar ocultamente
XXXV 1. Y cuando ayunéis, no lo hagáis como lo hacen los hipócritas.
2. Porque ellos demacran sus rostros para parecer ayunantes. Y os digo que, en verdad, ya habrán de recibir lo que merecen.
3. Mas tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro.
4. Para no dar a entender que ayunas, más que a tu Padre, que está en secreto, y ve en lo escondido, y te recompensará.
5. Vended lo que poseáis y dad limosnas.
6. Y creaos en el cielo los tesoros que no se pierden.
Jesús exhorta a sus discípulos a no crearse tesoros en la tierra
XXXVI 1. No atesoráis tesoros en este mundo, porque el óxido y la polilla los destruyen.
2. Cread vuestros tesoros en el cielo, donde no hay orín ni insecto que los demunda.
3. Porque donde se encuentre tu tesoro, estará tu corazon.
4. Tus ojos son las lámparas de tu cuerpo. Si tus ojos son claros, todo tu cuerpo será brillante.
5. Mas si tus ojos fuesen oscuros, todo tu cuerpo será tenebroso.
6. Conque si lo que es luz en ti es tinieblas, ¿qué tinieblas no serán las que lo son?
Jesús dice a sus discípulos que nadie puede servir a dos señores
XXXVII 1. Nadie puede servir a dos señores.
2. Porque amará al uno y odiará al otro, o al uno despreciará y al otro se allegará.
3. No es posible servir a Dios y a Mammón.
Jesús exhorta a despreciar las necesidades del vestido y del alimento
XXXVIII 1. Y os digo, en verdad, que no os preocupáis por lo que habéis de comer o por lo que habéis de vestir.
2. ¿No es la vida más que la comida? ¿No es más el cuerpo que la ropa?
3. Ved los pájaros del cielo: No siembran, ni siegan, ni almacenan.
4. Y vuestro Padre celeste los alimenta. ¿No sois vosotros mejores que ellos?
5. ¿Quién de vosotros podrá, por más que se atormente, añadir un solo codo a su estatura?
6. ¿Por el vestido os desveláis? Ved los lirios del campo.
7. Ellos crecen y no trabajan ni hilan.
8. Y os digo que ni aun Salomón, con toda su gloria, fue vestido como ellos.
9. Y si Dios hace esto con las plantas del campo, que están destinadas al horno, ¿qué no hará con vosotros?
10. No tengáis, pues, cuidado, y digáis: ¿Qué comeremos, y qué beberemos, y qué haremos?
11. Porque esto todos lo preguntan, y nuestro Padre sabe lo que vosotros necesitáis.
12. Mas buscad el reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura.
13. No os afanáis, pues, por el día de mañana.
14. Porque el día de mañana traerá su fatiga. Basta a cada día su propio afán.
Jesús aconseja a sus discípulos no condenar para no ser condenados
XXXIX 1. No juzguéis, para no ser juzgados.
2. Porque así como juzguéis, os juzgarán.
3. No condenáis y no se os condenará.
4. Perdonad y seréis perdonados.
5. Dad y se os dará. Medid bien y bien os medirán.
6. ¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo?
7. ¿Y cómo, hipócrita, dirás a tu hermano: Deja que te quite la paja de tu ojo, si no ves la viga en el tuyo?
8. Quita primero la viga de tu ojo, y entonces serás bastante para sacar la paja del ojo de tu hermano.
9. No echáis lo santo a los perros, ni las margaritas a los puercos, para que no las huellen y vuelvan y os destruyan.
Jesús habla de la puerta estrecha y de la puerta ancha
XL 1. En verdad os digo: Pedid y recibiréis, llamad y se os abrirá.
2. Porque el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abrirá.
3. ¿Quién de vosotros, si vuestro hijo os pidiera pan, le dará una piedra?
4. ¿Y si le piedese un pez le dará una serpiente?
5. Pues si vosotros, que sois malos, hacéis buenas dádivas a vuestros hijos, ¿qué no hará vuestro Padre que está en los cielos?
6. ¿No dará buenas dádivas a quienes se las piden?
7. Haced, pues, a los hombres lo que queráis que hagan con vosotros.
8. Porque así lo dispusieron la ley y los profetas.
9. Entrad por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y ancho el camino que lleva a la perdición.
10. Y los que los siguen son muchos.
Jesús da consejos contra los falsos profetas
XLI 1. Guardaos de los falsos profetas.
2. Porque se os acercarán vestidos de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces.
3. Y por sus frutos los conoceréis. Porque no es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto.
4. El hombre bueno del tesoro de su corazón saca el bien.
5. Y el hombre malo del mal tesoro de su corazón saca el mal, porque de su abundancia habla su boca.
6. Todo árbol que no ofrece buenos frutos se corta y se echa al fuego.
7. Conque así, por sus obras los conoceréis.
Jesús anuncia que no todo el que clama: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos
XLII 1. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos.
2. Sino el que cumpliese la voluntad de mi Padre, que está en los cielos.
3. Porque muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor.
4. ¿No profetizamos en tu nombre, e hicimos milagros y lanzamos demonios?
5. Y entonces les diré que nunca los conocí.
6. Apartaos de mí, hacedores de iniquidades.
Parábola del hombre que edificó sobre arena
XLIII 1. A todo el que me oye y cumple lo que digo, lo compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca.
2. Y cayó lluvia, y vinieron riadas, y vientos, y la casa no cedió, porque estaba cimentada sobre piedra.
3. Y al que me oye y no me cumple, lo compararé a un hombre necio, que edificó su casa sobre arena.
4. Y vinieron lluvias, y vientos, y riadas, y la casa cedió, con gran ruina.
5. Y cuando Jesús acabó de decir estas palabras, las gentes se admiraban de su doctrina.
6. Porque adoctrinaba al modo de quien tiene potestad, y no como los escribas y los fariseos.
Jesús da potestad a sus doce discípulos para expulsar demonios y para curar enfermedades
XLIV 1. Y muchas gentes enfermas vinieron a él.
2. Y convocó a sus doce discípulos y les dio potestad para lanzar demonios.
3. Y para curar toda enfermedad y toda dolencia.
4. Y los envió a predicar el reino de Dios y les dijo: No iréis por el camino de los gentiles.
5. Y no vayáis a ciudad de samaritanos, sino recoged las ovejas descarriadas del pueblo de Israel.
6. Predicad y decid: El reino de los cielos se aproxima.
7. Curad enfermos, purificad leprosos, resucitad muertos, echad demonios.
8. Y pues de gracia recibís el don, dadlo de gracia.
9. No recojáis oro ni otro metal en vuestras bolsas.
10. Ni llevéis alforjas, ni dos túnicas, ni bordón.
11. Porque el que trabaja merece su alimento.
12. En cualquier ciudad o aldea en que entraseis, averiguad quién hay digno en ella, y permaneced en su casa.
13. Curad los enfermos que haya allí.
14. Y entrando, saludad, diciendo: Paz sea con vosotros.
15. Y si los de la casa fuesen dignos, vuestra paz será con ellos.
16. Mas si no fuesen dignos, la paz volverá a vosotros.
17. Y donde no os recibiesen, ni oyesen vuestras palabras, salid de allí.
18. Y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio.
19. Porque os digo en verdad que el día del juicio el castigo será más pesado para ellos que para los de Sodoma y Gomorra.
20. He aquí que os envío como a ovejas entre lobos.
21. Sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas.
22. Precaveos de los hombres, porque os juzgarán en sus consejos y os azotarán en sus sinagogas.
23. Y aun os llevarán los gentiles ante reyes como testimonio, por mi causa.
24. Mas cuando os lleven a las sinagogas y ante magistrados y autoridades, no os angustiéis por lo que habéis de decir.
25. Porque en aquel momento os será comunicado lo que debéis hablar.
26. Y no hablaréis vosotros, sino el Espíritu de vuestro Padre, que estará en vosotros.
27. Y el hermano entregará al hermano a la muerte, y el padre al hijo.
28. Y los hijos es rebelarán contra los padres y los harán morir.
29. Y todos os odiarán por causa mia.
30. Mas quien persevere hasta el fin será salvado.
31. Y cuando os persiguiera en aquesta ciudad, huid a estotra.
32. Porque os digo en verdad que no acabaréis todas las ciudades de Israel, que no venga el Hijo del hombre.
33. El discípulo no es más que su maestro, ni más el siervo que su señor.
34. Basta al discípulo imitar a su maestro y al siervo imitar a su señor.
35. Si al padre de la familia llamaron Belcebú, ¿cómo no han de llamar a los de su casa?
36. No los temáis, pues. Porque nada hay oculto que no haya de ser rebelado.
37. Lo que os digo en tinieblas, decidlo en plena luz, y lo que oís al oído predicadlo desde las azoteas.
38. Porque yo os digo, amigos míos: No temáis a quienes matan los cuerpos.
39. Porque no pueden matar las almas.
40. Mas temed a quien puede perder las almas y los cuerpos en la gehenna.
41. Dos pájaros pueden venderse por un cuarto. Y sin embargo, ni uno cae a tierra sin la voluntad de vuestro Padre.
42. Porque hasta vuestros cabellos están contados. No temáis, pues, porque más valéis vosotros que los pájaros.
43. A todo el que se me confiese ante los hombres, yo lo confesaré ante mi Padre, que está en los cielos, y ante sus ángeles.
44. Y al que me negare ante los hombres, en esta generación adúltera y pecadora.
45. Yo lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos y ante sus ángeles.
46. Y el Hijo del hombre lo confundirá, cuando venga en la gloria de su Padre con sus ángeles.
47. Porque no he venido a poner paz en la tierra, sino espada.
48. Y dividiré los hombres y las casas.
49. He venido a hacer a los hombres enemigos de sus padres, y a las hijas enemigas de sus madres.
50. Y a las nueras de sus suegras, y a los hombres de sus casas.
51. Quien ama a sus padres más que a mí no es digno de mí.
52. Y quien no carga con su cruz y me sigue no es digno de mí, ni puede ser mi discípulo.
53. Quien ganare su vkja la perderá, y quien la perdiese por mi causa la recuperara.
54. Quien a vosotros os recibe a mí me recibe.
55. Y quien me recibe recibe al que me envió.
56. El que recibe profeta en nombre de profeta la gracia de profeta recibirá.
57. Y el que recibe justo en nombre de justo gracia de justo obtendrá.
58. Y quienquiera que a uno de estos minúsculos diese un solo vaso de agua fría os digo que no dejará de ser recompensado.
59. Y cuando Jesús hubo adoctrinado así a sus discípulos, se fue a predicar y a enseñar en las ciudades.
60. Y sus discípulos predicaban, y obraban penitencias, y expulsaban demonios, y ungían, y sanaban.
Conversión del agua en vino en las bodas de Caná en Galilea
XLV 1. Y al tercer día, celebrábanse unas bodas en Caná de Galilea.
2. Y la madre de Jesús estaba allí.
3. Y Jesús y sus discípulos fueron convidados también a la boda.
4. Y como faltaba vino, la madre de Jesús llegó y le dijo: No tienen vino.
5. Y dijo Jesús: ¿A qué vienes, mujer? Aún no ha llegado mi hora.
6. Y su madre dijo a los sirvientes: Haced lo que él os mande.
7. Y había allí seis recipientes de piedra para agua, según la costumbre de purificación de los judíos.
8. Y hacían cada uno como tres cántaros. Y les dijo Jesús: Llenadlos de agua.
9. Y llenáronlos hasta arriba, y dijo Jesús: Llevadlos al que dirige los servicios.
10. Y éste gustó el agua, que estaba vuelta en vino, y no sabía de dónde era, aunque sí los sirvientes.
11. Y llamó al esposo, y le dijo: Todos dan el buen vino primero, para dar el peor cuando los asistentes están embriagados.
12. Mas tú has guardado el buen vino hasta ahora.
13. Y así manifestó primero su gloria Jesús en Caná de Galilea.
Jesús cura a un leproso
XLVI 1. Y cuando descendió Jesús del monte, muchas gentes lo seguían.
2. Y un leproso se llegó, y se arrodilló, y le dijo: Señor, si tú quieres, puedes purificarme.
3. Y Jesús dijo: Quiero, sé puro.
4. Y la lepra se fue de él y quedó limpio.
5. Y Jesús dijo: No cuentes esto a nadie, mas muéstrate a los sacerdotes, y ofrenda lo que Moisés preceptúa, en testimonio.
6. Mas cuando marchó, comenzó a publicar y divulgar el hecho, de modo que Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad.
7. Sino que había de estar en lugares desiertos, pero de todas partes venían a él.
Jesús cura al siervo del centurión
XLVII 1. Y entróse en Capernaum, y un centurión se llegó y le rogó, diciendo:
2. Señor, un siervo mío yace en casa paralítico.
3. Y dijo Jesús: Yo iré y lo curará.
4. Y contestó el centurión: Señor, yo no soy digno de que tú entres bajo mi techo.
5. Sino que basta tu palabra para que mi siervo sea curado.
6. Porque, aunque yo soy un hombre de poca autoridad, basta mi palabra para que mis soldados obedezcan.
7. Y si digo: Id, van, y si digo: Venid, vienen. Y si digo: Haced, hacen.
8. Y Jesús lo oyó admirado, y dijo: Declaro en verdad que no he visto tanta fe en Israel.
9. Y digo que vendrán muchos de oriente y de occidente, y se sentarán con Abraham, e Isaac, y Jacob, en el reino de los cielos.
10. Y quienes son hijos del reino serán arrojados a las tinieblas exteriores, y allí será el llorar y el rechinar de dientes.
11. Y dijo Jesús al centurión: Vete, y será hecho, puesto que tú has creído.
12. Y el centurión volvió a su casa, y su siervo fue curado.
Jesús cura de fiebre a la suegra de Pedro
XLVIII 1. Y yendo Jesús a casa de Pedro, vio a su suegra que yacía con fiebre.
2. Y él extendió su mano y la fiebre desapareció.
3. Y ella se levantó y los atendía.
Jesús resucita a un difunto
XLIX 1. Y después de esto, bajó a la ciudad de Naim.
2. E iban con él sus discípulos y gran muchedumbre.
3. Y cerca de la puerta de la ciudad hallaron un difunto que sacaban afuera.
4. Y era hijo único de su madre, que era viuda, y con ella venía mucha gente de la ciudad.
5. Y el Señor, cuando la vio, tuvo misericordia y le dijo: No llores.
6. Y se acercó al ataúd y se pararon los que lo portaban.
7. Y dijo: Mancebo, levántate.
8. Y se levantó el que había muerto, y principió a hablar.
9. Y todos tuvieron gran temor, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta ha surgido entre nosotros, y Dios ha visitado a su pueblo.
10. Y la fama de esto corrió por toda Judea y por las comarcas cercanas.
Jesús cura a los enfermos para que se cumpla la profecía de Isaías
L 1. Y cuando fue de tarde, le trajeron muchos endemoniados.
2. Y arrojó a los demonios con su palabra y sanó a los enfermos.
3. Para que se cumpliese lo que profetizó Isaías:
4. Él recibió nuestras enfermedades y tomó nuestras dolencias.
5. Y viendo Jesús muchas gentes en torno suyo, mandó ir al otro lado.
Un escriba se acerca a Cristo
LI 1. Y un escriba se acercó y le dijo: Maestro, te seguiré adonde fueres.
2. Y dijo Jesús: Las zorras tienen cubiles y los pájaros del cielo nidos.
3. Mas el Hijo del hombre no tiene ni aun donde reclinar su cabeza.
4. Y dijo a los demás: Seguidme.
5. Y uno le contestó: Señor, permíteme primero ir a enterrar a mi padre.
6. Y contestó Jesús: Seguidme, y dejad que los muertos entierren a sus muertos.
7. Y otro le dijo: Señor, te seguiré si antes me permites renunciar a lo que hay en mi casa.
8. Y Jesús dijo: Ninguno que tome el arado y retroceda sirve para el reino de Dios.
Jesús manda a las olas y a la tempestad
LII 1. Y entró en una barca y sus discípulos lo siguieron.
2. Y se hizo en el mar un gran movimiento y las olas anegaron el navío.
3. Mas él dormía. Y sus discípulos lo despertaron.
4. Diciéndole: Señor, sálvanos, que perecemos.
5. Y él les dijo: ¿Por qué temáis, hombres de poca fe?
6. Y levantándose, mandó al mar y a los vientos.
7. Y cesaron los vientos, y el mar se tranquilizó.
8. Y los hombres se admiraron, y decían: ¿Quién es éste a quien obedecen el mar y el viento?
Jesús hace entrar a los demonios en una manada de puercos
LIII 1. Y llegaron a la ribera opuesta de Galilea, que es el país de los gergesenos.
2. Y cuando salieron a tierra, les vinieron al encuentro dos endemoniados, que llegaban de los sepulcros.
3. Y tenían un aspecto espantoso y nadie podía ir por aquel camino.
4. Y estaban endemoniados hacía mucho tiempo.
5. Y no tenían casa, ni ropa, sino que andaban por los sepulcros.
6. Y nadie los podía atar, ni aun con cadenas.
7. Porque muchas veces habían sido encadenados y puestos en grillos.
8. Mas ellos rompían grillos y cadenas y nadie los podía domar.
9. Y día y noche andaban por los sepulcros, e iban por los montes dando gritos, e hiriéndose con las piedras.
10. Y viendo a Jesús de lejos, corrieron y lo adoraron.
11. Y dando una gran voz, dijeron: ¿Qué tenemos contigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo?
12. ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?
13. Y Jesús dijo: Espíritus inmundos, salid de estos hombres. ¿Qué nombres tenéis?
14. Y contestaron: Legión.
15. Porque habían entrado en ellos muchos demonios.
16. Y le rogaron que no los echase de aquella comarca, para no caer en el abismo.
17. Mas cerca de allí había muchos puercos pastando.
18. Y los demonios dijeron: Si nos expulsas, permítenos ir a esos puercos.
19. Y Jesús les dijo: Id.
20. Y ellos salieron y entraron en los puercos, y con gran ímpetu se precipitaron en el mar.
21. Y en el mar se ahogaron unos dos mil. Y los que guardaban los puercos huyeron.
22. Y fueron a la ciudad, y contaron lo que había ocurrido con los demonios en el campo.
23. Y salieron los ciudadanos, y fueron a ver qué era lo que había hecho Jesús.
24. Y llegaron, y vieron a los que habían estado poseídos, sentados y vestidos, y en su juicio cabal, y temieron.
25. Y le rogaron que saliese de su territorio.
26. Y cuando Jesús entraba en la embarcación, los que habían estado poseídos le rogaron que los dejase ir con él.
27. Mas él no lo permitió, y les dijo:
28. Id a vuestra casa, con los vuestros.
29. Y contad lo que ha hecho el Señor con vosotros, y la misericordia que ha tenido.
30. Y se fueron a Decápolis, y empezaron a pregonar lo que Jesús había hecho, y los hombres se admiraban.
31. Y Jesús cruzó las olas, y se fue a su ciudad.
Curación de un paralítico
LIV 1. Y he aquí que trajeron en una cama a un paralítico.
2. Y querían ponerlo ante Jesús.
3. Mas no podían, por la gente que lo rodeaba.
4. Y subieron a un tejado, y descubrieron las tejas, y por allí bajaron el lecho del paralítico hasta Jesús.
5. Y viendo Jesús su fe, dijo al paralítico: Confía, hijo.
6. Porque tus pecados te son perdonados.
7. Y los escribas y fariseos comenzaron a pensar: Éste dice blasfemias.
8. ¿Porque quién más que Dios puede perdonar los pecados?
9. Mas Jesús conoció sus pensamientos.
10. Y contestando a ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?
11. ¿Qué es más fácil de decir: Tus pecados te son perdonados, o: Levántate y anda?
12. Y para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar los pecados, digo al paralítico:
13. Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.
14. Y el paralítico se levantó, y tomó el lecho, y se fue a su casa, glorificando a Dios.
15. Y todos fueron maravillados, y glorificaban a Dios.
16. Y sentían gran temor, y decían: Gran milagro vimos hoy.
17.
Y alababan a Dios, que tal potestad dio a los hombres.

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