HOMILIA
VI
El
cántico que cantaron Moisés con el pueblo y María con las mujeres.
1.
Leemos en las divinas Escrituras que se compusieron muchos cánticos. El primero
de ellos es el que cantó el pueblo de Dios después de la victoria, una vez
sumergidos los egipcios y el Faraón. Ciertamente es costumbre de los santos,
cuando el adversario es derrotado, ofrecer a Dios un himno de acción de
gracias, como hombres que saben que la victoria obtenido no se debe a su virtud,
sino a la gracia de Dios. Entonces, mientras cantan el himno, toman panderos en
sus manos, como se nos dice de María, hermana de Moisés y de Aarón 1.
También
tú, si has cruzado el mar Rojo, si ves que los egipcios son sumergidos y
anegados y que el Faraón es precipitado en el abismo, puedes cantar un himno a
Dios, puedes lanzar tu grito de acción de gracias y decir: Cantemos al Señor,
pues se ha cubierto gloriosamente de gloria; caballo y jinete ha arrojado al mar
2. Dirás estas palabras mejor y más dignamente si tienes un pandero en tu
mano, esto es, si crucificas tu carne con sus vicios y concupiscencias 3 y si
mortificas tus miembros terrenos 4.
Pero
veamos qué significa: Cantemos al Señor, porque se ha cubierto gloriosamente
de gloria 5. Por lo que puedo deducir, me parece que una cosa es cubrirse de
gloria y otra distinta cubrirse gloriosamente de gloria. Pues mi Señor
Jesucristo, cuando tomó carne de la Virgen por nuestra salvación, ciertamente
se cubrió de gloria, puesto que vino a buscar lo que estaba perdido 6, pero no
se cubrió gloriosamente de gloria 7. Efectivamente se dice de Él: Lo vimos y
no tenía belleza ni apariencia y su rostro era despreciable para los hijos de
los hombres 8.
Se
cubrió de gloria también cuando fue a la cruz y sufrió la muerte. ¿Quieres
saber qué se cubrió de gloria? Él mismo decia: Padre, llega la hora;
glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique 9. Por tanto, para Él la
pasión de la cruz era también una gloria; pero esta gloria no era gloriosa,
sino humilde. Finalmente, se dice de Él: Se humilló hasta la muerte, y una
muerte de cruz 10, de la que el profeta había predicho: condenémoslo a una
muerte ignominiosa 11. También Isaías dice de Él: En la humildad su juicio
fue sostenido 12. En todo esto se ha cubierto de gloria el Señor, pero por así
decir, humildemente, no se ha cubierto gloriosamente de gloria 13.
Verdaderamente,
convenía que el Cristo padeciese estas cosas y entrar así en su gloria 14,
pero cuando venga en la gloria de su Padre y de los santos ángeles 15, cuando
venga en su majestad a juzgar la tierra 16, cuando mate al verdadero Faraón,
esto es, al diablo, con el soplo de su boca 17, cuando resplandezca en la
majestad de su Padre 18 y después de la primera llegada en humildad, nos
muestre su segunda llegada en gloria, entonces no sólo se cubrirá de gloria el
Señor, sino que se cubrirá gloriosamente del gloria 19, cuando todos honren al
Hijo como honran al Padre 20.
2.
Caballo y jinete ha arrojado al mar; se ha hecho mi ayuda y protector para mi
salvación 21. Los hombres que nos persiguen son caballos, y por así decir,
todos los que han nacido en la carne son, en sentido figurado, caballos. Pero
éstos tienen sus jinetes. Hay caballos que monta el Señor y recorren toda la
tierra, de los cuales se dice: Tu caballería es mi salvación 22.
Pero
hay también caballos que tienen como jinetes al diablo y sus ángeles. Judas
era un caballo, pero mientras tuvo como jinete al Señor 23, perteneció a la
caballería de la salvación. Enviado con los otros apóstoles, procuró a los
enfermos la salvación, a los débiles, la salud; pero cuando se sometió al
diablo -después del bocado entró en él Satanás- 24 Satanás se convirtió en
su jinete y conducido por sus riendas comenzó a cabalgar contra nuestro Señor
y Salvador. Así, todos los que persiguen a los santos son caballos que
relinchan, pero tienen jinetes que los conducen, los ángeles malos, y por eso
son feroces. Si alguna vez ves que un perseguidor tuyo es demasiado cruel, sabe
que es espoleado por su jinete, el demonio, y por eso es cruel, por eso es
feroz.
El
Señor, pues, caballo y jinete ha arrojado al mar, y se ha hecho para mi mi
salvación. Él es mi Dios, yo lo honraré; el Dios de mi Padre, yo lo exaltaré
25. Éste es mi Dios y el de mi Padre. Nuestro Padre, que nos creó y engendró,
es Cristo y Él dice: Voy a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro
Dios 26. Si, pues, yo reconozco que Dios es mi Dios, lo glorificaré; si
reconozco que el Dios de mi Padre es Cristo, lo exaltaré: pues la
interpretación más profunda es que Cristo, para precisar y fortalecer la
verdad de un único Dios, llama Dios suyo al que llama Padre por naturaleza. El
Señor destruye las guerras, su nombre es el Señor 27. No pienses que el Señor
destruye solamente las guerras visibles, también destruye las que hay en
nosotros, no contra la carne y la sangre, sino contra los principados y
potestades y contra los rectores de este mundo de tinieblas 28. En efecto, su
nombre es el Señor 29, y no hay ninguna criatura de la que no sea Señor.
3.
Precipitó en el mar los carros del Faraón y su ejército, hundió en el mar
Rojo a sus jinetes elegidos y a sus tres auxiliares 30. El Faraón, como
corresponde al más potente en malicia y jefe del reino de la maldad, conduce
cuadrigas 31. No le es suficiente montar un caballo; conduce varios al mismo
tiempo, empuja a varios al mismo tiempo con los golpes del torcido látigo. A
los que veas más abyectos en lujuria, más feroces en crueldad, más
repugnantes en la avaricia, más desvergonzados en la impiedad, sabe que éstos
pertenecen a las cuadrigas del Faraón; sobre éstos se sienta, a éstos unce a
su carro, con éstos corre y se desplaza y a éstos conduce con las riendas bien
atadas por los anchos campos de los crímenes. Hay también jinetes elegidos 32;
elegidos, sin duda, por su maldad.
Ya
antes hemos hablado de los jinetes. Ahora veamos qué son los tres auxiliares. A
mí me parece que los tres auxiliares significan que los hombres tienen un
triple camino para el pecado; se peca con las obras, con las palabras o con el
pensamiento. Y así se llama tres auxiliares a cada uno de los que nos muestran
los caminos para pecar y siempre nos espían y tienden insidias: uno, para sacar
de un pobre hombre una palabra mala, otro, para arrancar una acción inicua, el
otro, para robar un mal pensamiento. Finalmente se habla de un triple lugar
donde cae y muere la semilla de la Palabra de Dios: se dice que una parte cae a
lo largo del camino, y que es pisada por los hombres; otra, entre espinas; otra,
entre piedras 33. Y al contrario, se dice que la tierra buena produce un triple
fruto, el ciento, el sesenta o el treinta por uno 34.
Hay,
pues, también un triple camino para hacer el bien: se hace el bien con las
obras, con el pensamiento o con la palabra. Lo mismo indica el Apóstol, cuando
dice: El que edifica sobre este fundamento, oro, plata y piedras preciosas 35,
indicando el triple camino del bien. Igualmente, añade el triple camino del
mal, cuando dice: madera, heno, paja 36 Por tanto, estos tres auxiliares son los
ángeles malos del ejército del Faraón, que, puestos en estos caminos, nos
observan a cada uno de nosotros para conducirnos por ellos al pecado; a ellos
los hundirá Dios en el mar Rojo, los entregará en el día del juicio a olas
encendidas y los sumergirá en un océano de penas, si tú, siguiendo a Dios, te
sustraes de su poder.
4.
Cayeron en el abismo como una piedra 37. ¿Por qué cayeron en el abismo como
una piedra? Porque no eran piedras de las que se pueden suscitar hijos de
Abraham 38, sino de las que aman el abismo y prefieren el elemento líquido,
esto es, que son seducidos por el placer amargo y efímero de las cosas
presentes. Por eso se dice de ellos: se hundieron como plomo en las aguas
caudalosas 39. Los pecadores son pesados. Finalmente se muestra a la iniquidad
sentada sobre una mesa de plomo 40, como dice el profeta Zacarías: Vi,—dice—,
una mujer sentada sobre una mesa de plomo, y dije: ¿ Quién es ésta? Y
respondió: la iniquidad 41. Ésta es la razón de que los inicuos sean hundidos
en el abismo, como el plomo en las aguas caudalosas 42. Pero los santos no se
hunden, sino que andan sobre las aguas, porque son ligeros y no están lastrados
por el peso del pecado. Asi el Señor y Salvador anduvo sobre las aguas 43, Él
que no conoció pecado 44. Anduvo también su discípulo Pedro, aunque temblase
un poco 45; no era tan grande ni tan perfecto que no tuviese en sí mezclado ni
siquiera un poco de plomo. Tuvo, aunque poco. Por eso le dice el Señor: Hombre
de poca fe, ¿por qué has dudado? 46
Por
esta razón el que es salvado es salvado por el fuego, para que si por
casualidad alguno tuviese mezclado algo de plomo, sea reducido y disuelto por el
fuego, para que todo sea oro bueno, porque se dice que el oro de la tierra que
han de habitar los santos, es bueno 47 y como el horno prueba el oro 48, así la
tentación prueba a los justos. Por tanto, es preciso que todos vengan al fuego,
que todos vengan a la fundición. Se sienta el Señor y funde y purifica a los
hijos de Judá 49.
Cuando
se llega allí, si alguno presenta muchas obras buenas y un poco de iniquidad,
ese poco será fundido y purificado por el fuego como el plomo, y todo será oro
puro. Y si alguno ofreciese más plomo, más será consumido, para que más sea
reducido, de modo que aunque tuviese poco oro, no obstante quede purificado.
Ahora bien, si alguno llegase allí siendo todo él plomo, se hará de él lo
que está escrito: será hundido en el abismo, como plomo en las aguas
caudalosas 50. Pero sería muy largo exponerlo todo por su orden; basta
limitarse a unos pocos pasajes.
5.
¿Quién como Tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como Tú? Glorioso en
santidad, admirable en majestad, autor de maravillas 51. La expresión ¿Quién
como Tú entre los dioses? no compara a Dios con los ídolos de los pueblos, ni
con los demonios, que se arrogan para si mismos el nombre de los dioses, sino
que llama dioses a aquellos que son dioses por gracia y participación de Dios.
De ellos en otro lugar dice la Escritura: Yo dije: sois dioses 52, y de nuevo:
Dios se alza en la asamblea de los dioses 53. Ahora bien, aunque sean capaces de
Dios y hayan recibido este nombre por gracia, no obstante ninguno de ellos es
similar a Dios en poder o en naturaleza. Y aunque el apóstol Juan diga:
Hijitos, todavía no sabemos lo que seremos; cuando se nos revele—lo dice del
Señor—seremos semejantes a Él 54, esta semejanza no se refiere a la
naturaleza, sino a la gracia.
Es
como si dijéramos, por ejemplo, que una pintura es semejante a aquel cuya
imagen aparece en la pintura; en lo que concierne a la belleza se dice similar,
en lo que concierne a la sustancia, es bien distinta. En efecto, una cosa es el
aspecto de la carne y la belleza de un cuerpo vivo, cosa distinta es una capa de
colores y cera superpuestas a tablas carentes de conciencia. Por tanto, nadie
hay semejante al Señor entre los dioses; nadie invisible, nadie incorpóreo,
nadie inmutable, nadie sin principio ni fin, nadie que sea creador de todas las
cosas a no ser el Padre, con el Hijo y el Espíritu Santo.
6.
Extendiste tu diestra y los tragó la tierra 55 También hoy la tierra devora a
los impíos. ¿O no te parece que la tierra devora a aquel que siempre piensa en
la tierra 56, que siempre realiza actos terrenos, que habla de la tierra,
discute sobre la tierra, desea la tierra y pone toda su esperanza en la tierra;
a aquel que no mira al cielo, el que no piensa en lo que ha de venir, el que no
teme al juicio de Dios ni desea los bienes que Él promete, sino que siempre
piensa en lo presente y suspira por lo terreno? Cuando veas a uno semejante, se
ha de decir que lo ha tragado la tierra 57. Si ves a alguno entregado a la
lujuria de la carne y a los placeres del cuerpo, en el que el espíritu no tiene
ninguna fuerza, sino que todo lo ha conquistado la pasión de la carne, se ha de
decir también de éste que lo ha tragado la tierra. Todavía me impresiona esto
que dice: Extendiste tu diestra y los devoró la tierra 58, como si la causa de
que fueran devorados por la tierra, fuese que Dios extendió su diestra.
Si
consideras que el Señor, exaltado en la cruz, durante todo el día extendió
sus manos a un pueblo no creyente y rebelde 59, y cómo ha castigado la muerte
por el crimen cometido al pueblo infiel que gritó: Crucifícale, crucifícale
60 entenderás claramente que extendió su diestra y los devoró la tierra 61.
Sin embargo, no hay que desesperar del todo. Pues es posible que, si se
arrepiente con fuerza el que ha sido devorado, pueda ser vomitado de nuevo, como
Jonas 62. Yo creo que hasta el momento la tierra nos retenía a todos nosotros
devorados en las profundidades del infierno; y por eso nuestro Señor descendió
no sólo hasta la tierra, sino también a las regiones inferiores de la tierra
63; y allí nos encontró devorados y sentados en sombra de muerte 64, y
sacándonos de allí nos prepara, no ya un lugar en la tierra para que no seamos
de nuevo devorados, sino un lugar en el Reino de los cielos.
7.
Has guiado con tu justicia al pueblo que has liberado. Lo has consolado con tu
poder en tu descanso santo 65. El Señor guía en la justicia a su pueblo, al
que ha liberado por el baño de la regeneración 66; lo consuela también con la
consolación del Espíritu Santo por su fuerza y en su descanso 67 Pues la
esperanza de los bienes futuros procura el descanso para los que trabajan; como
también la esperanza de la corona mitiga el dolor de las heridas de los que han
sido expuestos a la lucha.
8.
Lo oyeron las gentes y se han airado, se apoderó el dolor de los habitantes de
Filistea. Entonces se apresuraron los jefes de Edom y los príncipes de los
moabitas, los agarró un temblor. Languidecieron todos los habitantes de Canaán
68. Por lo que pertenece a la historia, no consta que ninguno de estos pueblos
haya tenido parte en las maravillas cumplidas: ¿Cómo podrá ser que han sido
aterrorizados por un temblor, o que se han apresurado como dice, o que se
airaron los filisteos, los moabitas y Edom y las otras naciones que nombra? Pero
si volvemos a la inteligencia espiritual, encontrarás que los filisteos, esto
es, «los pueblos que caen», y Edom, que significa «terreno», tiemblan y que
todos sus jefes corren de acá para allá y tienen miedo del dolor, viendo sus
reinos, que están en el infierno, invadidos por el que descendió a las
regiones inferiores de la tierra 69, para librar a los que estaban poseídos por
la muerte.
A
éstos los agarró un temor y un temblor 70, porque sintieron la grandeza de su
brazo 71. Por eso también languidecen todos los habitantes de Canaán 72, que
significan «mudables» y «móviles», cuando ven que sus reinos son
conmovidos, que es atado el fuerte y sus bienes robados 73. Que vengan sobre
ellos el temor y el temblor de la grandeza de tu brazo 74. ¿Qué temen los
demonios? ¿Por qué tiemblan? Sin duda, temen a la cruz de Cristo, en la que
han sido vencidos, en la que han sido despojados sus principados y potestades
75. Asi pues, el temor y el temblor caen sobre ellos, cuando ven el signo de la
cruz fielmente fijado en nosotros, y la grandeza de este brazo 76 que el Señor
extendió en la cruz, como dice: Durante todo el día he extendido mis manos a
un pueblo no creyente y rebelde contra mi 77. Por tanto no te temerán, ni
llegará a ellos el miedo de ti, a no ser que vean en ti la cruz de Cristo, y a
no ser que puedas decir: Lejos de mí el gloriarme si no es en la cruz de mi
Señor Jesucristo, por la que el mundo está crucificado para mí y yo para el
mundo 78.
9.
Vuélvanse como piedra, Señor, hasta que pase tu pueblo; hasta que pase el
pueblo que te has adquirido 79. Volverse como piedra no es ser piedra por
naturaleza; ya que algo se convierte sólo en lo que antes no era. Decimos esto
por aquellos que dicen que el Faraón o los egipcios eran de mala naturaleza, y
que no llegaron a esta situación por el ejercicio de su libertad; pero también
por aquellos que acusan de crueldad a Dios Creador, porque transforma los
hombres en piedras. Éstos, antes de blasfemar, consideran con sumo detenimiento
lo que está escrito. En efecto, no se dice sin más: vuélvanse como piedra,
sino que se establece el tiempo, y se determina la medida de la condenación. Se
dice, en efecto: hasta que pase tu pueblo, lo que quiere decir que después del
paso del pueblo ya no son como piedras.
Creo
que en esta expresión se esconde algo de profecia. Veo en efecto que el primer
pueblo, el que existió antes que nosotros, fue hecho como piedra, duro e
incrédulo; pero no como para permanecer en la naturaleza de la piedra por
siempre, sino mientras pasa este pueblo que te has adquirido: la ceguera, ha
alcanzado sólo en parte a Israel 80—al Israel según la carne—hasta que
entre la plenitud de las naciones 81 Cuando haya entrado la plenitud de las
naciones, entonces todo Israel, que por la dureza de su incredulidad había sido
hecho como piedra, será salvado 82. ¿Quieres ver cómo será salvado? Dios
puede suscitar hijos de Abraham de estas piedras 83. Asi pues, ahora permanecen
las piedras, hasta que pase tu pueblo, Señor, el pueblo que te has adquirido
84.
Pero
si el mismo Señor es Creador de todas las cosas, hay que ver en qué sentido se
dice que se ha adquirido lo que sin ninguna duda es suyo -se dice también en un
cántico del Deuteronomio: ¿No es Él tu Dios, el que te hizo y te ha
adquirido?- 85; pues parece que uno adquiere lo que no es suyo. Por eso los
herejes dicen, acerca del Salvador, que no eran suyos aquellos que se adquirió;
porque, pagando el precio, habría comprado a los hombres que había hecho el
Creador. Y es seguro, dicen, que todo el mundo compra lo que no es suyo; el
Apóstol dice: Habéis sido comprados a buen precio 86. Pero escucha lo que dice
el profeta: Os habéis vendido a vuestros pecados, y por vuestras iniquidades he
repudiado a vuestra madre 87.
Ves,
por tanto, que todos somos ciertamente criaturas de Dios, pero que cada uno es
vendido a sus pecados y se aleja del propio Creador por sus iniquidades. Somos
de Dios, puesto que hemos sido creados por Él; hemos llegado a ser siervos del
diablo, porque nos hemos vendido a nuestros pecados. Viniendo Cristo nos ha
redimido 88, mientras que nosotros servimos a aquel señor a quien nos hemos
vendido cuando pecamos. Y así parece que recibe como suyos a los que había
creado, y que adquiere como si fuesen extranjeros a los que, al pecar, se
habían buscado un dueño extraño. Quizá se dice rectamente que Cristo nos ha
recatado, Él, que dio su sangre en precio por nosotros. ¿Ha dado el diablo
algo semejante para comprarnos? Entonces, si te parece, escucha. El homicidio es
dinero del diablo; él es homicida desde el principio 89. ¿Has cometido un
homicidio?: has recibido dinero del diablo. El adulterio es dinero del diablo;
en efecto el adulterio lleva en sí mismo la imagen y la inscripción 90 del
diablo. ¿Has cometido adulterio?: has recibido monedas del diablo. El robo, el
falso testimonio, el pillaje, la violencia... todas estas cosas son el censo y
el tesoro del diablo; semejante moneda procede de su cuño. Con ella paga él a
los que compra, y hace siervos suyos a todos los que han recibido algo de este
censo por poco que sea.
Yo
temo que el diablo, sin saberlo nosotros, compre ocultamente a algunos de los
que están en la Iglesia, de los que están aquí presentes; e incluso que dé a
algunos de nosotros esta moneda que hemos mencionado antes y los vuelva a hacer
suyos, y que de nuevo escriba para ellos tablas de esclavitud y una carta de
pecado 91, y mezcle con los siervos de Dios a los que ha hecho siervos suyos por
el pecado. En efecto, él suele mezclar el trigo con la cizaña, porque es
enemigo del hombre 92.
No
obstante, si alguno, engañado, ha aceptado ese dinero del diablo, no desespere
completamente, pues es misericordioso y compasivo el Señor 93, y no quiere la
muerte de su criatura, sino que se convierta y viva 94. Que borre lo que ha
hecho con su penitencia, con su llanto, su reparación. Dice el profeta: Cuando,
una vez convertido llores, entonces serás salvo 95. Nos hemos detenido un poco
más con la intención de exponer en qué sentido se puede decir que Dios
adquiere aquello que ya era suyo y que Cristo redime con su sangre preciosa 96 a
aquellos que el diablo había comprado con el vil salario del pecado.
10.
Conduciéndolos, plántalos en el monte de tu heredad 97. No quiere Dios
plantarnos en Egipto ni en lugares bajos y despreciables, más bien quiere que
los que El planta sean plantados en el monte de su heredad. Por eso el añadir:
conduciéndolos, plántalos 98, ¿no te recuerda a lo que se dice de los niños,
que son conducidos a la escuela, conducidos a la cultura literaria, a toda clase
de erudición? Comprende, pues, por estas cosas—si tienes oídos para oir—99
cómo planta Dios, para que, cuando oigas que El conduce y planta, no pienses
que hunde en la tierra brotes de higuera o de otro tipo. Oye, según otros
pasajes, cómo planta Dios.
Dice
el profeta: Transportaste una viña desde Egipto, expulsaste a las gentes y la
has plantado. Preparaste un camino ante ella, plantaste sus raíces y ha llenado
la tierra. Cubrió los montes con su sombra, y con sus pámpanos los cedros de
Dios 100. ¿Te das cuenta ya de cómo planta Dios y dónde planta? No planta en
los valles, sino en los montes, en lugares altos y elevados. A los que saca de
Egipto, a los que conduce del mundo a la fe, no quiere colocarlos de nuevo en
lugares bajos, al contrario, quiere que su vida sea sublime. Quiere que
habitemos en los montes, aún más, no quiere que, incluso en las mismas
montañas, andemos tirados por la tierra, ni quiere que su viña tenga los
frutos tirados por el suelo, sino que sus vástagos sean empujados hacia arriba,
sean colocados en lo alto, lleguen a ser sarmientos y no sobre cualquier clase
de árbol, sino sobre los excelsos y altísimos cedros de Dios.
Yo
considero cedros de Dios a los profetas y los apóstoles, si nos unimos a ellos,
nosotros, la viña que Dios ha transportado desde Egipto, y gracias a sus ramas
se extienden nuestros vástagos, y si apoyados en ellos, llegamos a ser
sarmientos injertados en ellos por mutuos vínculos de caridad, produciremos sin
duda fruto abundante. Pues todo árbol que no da fruto será cortado y arrojado
al fuego 101.
11.
En tu morada preparada, Señor, la que tú has preparado 102, Contempla la
bondad del clemente Señor. No quiere llevarte a trabajar, no quiere que tú
mismo te hagas tu morada, te conduce a una habitación ya preparada. Escucha al
Señor que dice en el Evangelio: Otros trabajoron y vosotros aprovecháis su
trabajo 103.
12.
Santuario, Señor, que han preparado tus manos 104. Se llama santuario al
tabernáculo o templo de Dios que santifica a los que se llegan a él. Le llama
no hecho por mano de hombre 105, sino por la mano de Dios. ¿Por qué? Para ti
Dios planta, edifica; se hace agricultor, se convierte en constructor para que
no te falte nunca nada. Escucha también a Pablo: Sois la agricultura de Dios,
sois su edificación 106. ¿Qué es, pues, este santuario que no ha sido hecho
por mano de hombres, sino preparado por las manos de Dios? Escucha a la
Sabiduría que dice que se construyó a sí misma una casa 107.
Yo
creo que es correcto entender esto acerca de la encarnación del Señor. En
efecto, no ha sido hecha por mano de hombre 108, esto es, no por obra humana se
ha edificado el templo de la carne 109 en la Virgen, sino, como había predicho
Daniel, la piedra extraída sin ayuda de las manos, creció y se hizo un gran
monte 110. Éste es el santuario de la carne asumida y sin manos, esto es, sin
obra de los hombres, sacado del monte de la naturaleza humana y de la substancia
de la carne.
13.
Señor, que reinas por los siglos de los siglos y por siempre jamás 111. Cada
vez que se dice por los siglos, se indica una cierta cantidad de tiempo, pero
también que hay un fin; y si se dice «por otro siglo», se indica con toda
seguridad un tiempo más largo, pero también se pone un fin; y cada vez que se
dice por los siglos de los siglos se indica un término, tal vez desconocido
para nosotros, pero al menos fijado por Dios. Lo que se añade en este lugar:
por siempre jamás no permite ningún sentido de término o de fin. Pues a pesar
de todo lo que puedas pensar que implica para ti la existencia de un fin, la
palabra profética te dice: por siempre jamás, como si te hablase a ti y te
dijese: ¿piensas que Dios va a reinar por los siglos de los siglos?: También
por siempre jamás. ¿Crees que por los siglos de los siglos?: Por siempre
jamás. Y digas lo que digas sobre la duración de su reino, siempre te dice el
profeta: Por siempre jamás 112.
14.
Porque la caballería del Faraón, con sus carros y jinetes, entró en el mar, y
el Señor lanzó sobre ellos el agua del mar; pero los hijos de Israel
anduvieron a pie enjuto por en medio del mar 113.
También
tú, si eres hijo de Israel, puedes andar a pie enjuto por en medio del mar; si
te encuentras en medio de una nación perversa y depravada como la luz del sol
que contiene la palabra de la vida para la gloria 114, puede ocurrir que,
marchando tú en medio de los pecadores, no te moje el agua del pecado; puede
ocurrir que, caminando tú por este mundo, no te salpique ninguna ola de
lujuria, no te asalte ningún arrebato de pasión. El que es egipcio y sigue al
Faraón, ése es sumergido por las olas de los vicios. En cambio, el que sigue a
Cristo y anda como Él anduvo 115, las aguas levantan a su derecha y a su
izquierda una muralla y camina por en medio a pie enjuto 116. No se desvía a
derecha ni a izquierda 117, hasta que salga a la libertad y cante un himno de
victoria al Señor diciendo: Cantaré al Señor, porque se ha cubierto
gloriosamente de gloria 118, por Jesucristo nuestro Señor; a Él la gloria y el
poder por los siglos de los siglos. Amén 119.
........................
1 Cf. Ex 15, 20.
2 Ex 15, 1.
3 Cf. Ga 5, 24.
4 Cf. Col 3, 5.
5 Ex 15, 1.
6 Cf. Mt 18, 11.
7 Cf. Ex 15, 1.
8 Cf. 1s 53, 2-3.
9 Jn 17, 1.
10 Flp 2, 8.
11 Sb 2 20.
12 Is 53, 8.
13 Cf. Ex 15, 1.
14 Lc 24, 26.
15 Cf. Lc 9, 26.
16 Cf. Sal 96 (95), 13; 98 (97), 9.
17 Cf. 2 Ts 2, 8.
18 Cf. Lc 9, 26.
19 Cf. Ex 15, 1.
20 Jn 5, 23.
21 Ex 15, 1-2.
22 Ha 3, 8.
23 Cf. Mt 10, 1.
24 Jn 13, 27.
25 Ex 15, 3.
26 Jn 20, 17.
27 Ex, 15, 3.
28 Cf. Ex 6, 12.
29 Ex 15, 3.
30 Ex 15, 4.
31 Cf. Ex 15, 4.
32 Cf. Ex 15, 4.
33 Cf. Mt 13, 4-7.
34 Cf. Mt 13, 8
35 1 Co 3, 12.
36 1 Co 3, 12.
37 Ex 15, 5.
38 Cf. Mt 3, 9.
39 Ex 15, 10.
40 Cf. Za 5, 7.
41 Cf. Za 5, 5-8
42 Cf. Ex 15, 5-10.
43 Cf. Mt 14, 25.
44 Cf. 2 Co 5, 21.
45 Cf. Mt 14, 29-30.
46 Mt 14, 31.
47 Cf. Gn 2, 12.
48 Cf. Pr 17, 3.
49 Cf. M1 3, 3.
50 Cf. Ex 15, 10.5.
51 Ex 15, 11.
52 Sal 82 (81), 6.
53 Sal 82 (81), 1.
54 1 Jn 3, 2.
55 Ex 15, 12.
56 Cf. Flp 3, 19.
57 Cf. Ex 15, 12.
58 Ex 15, 12.
59 Cf Is 65, 2
60 Lc 23, 21.
61 Cf. Ex 15, 12
62 Cf. Jon 2, 11.
63 Cf. Ef 4, 9.
64 Cf. Lc 1, 79
65 Ex 15, 13.
66 Cf. Tt 3, 5.
67 Cf. Ex 15, 13.
68 Ex 15, 14-15.
69 Cf. Ef 4, 9.
70 Cf. Ex 15, 15-16.
71 Cf. Ex 15, 16.
72 Cf. Ex 15, 15.
73 Cf. Mt 12, 29.
74 Ex 15, 16.
75 Cf. Col 2, 15.
76 Cf. Ex 15, 16.
77 Is 65, 2.
78 Ga 6, 14.
79 Ex 15, 16.
80 Rm 11, 25.
81 Rm 11, 25.
82 Cf. Ex 15, 16.
83 Mt 3, 9.
84 Cf. Ex 15,:
85 Dt 32, 6.
86 1 Co 7. 23.
87 1s 50, 1.
88 cf.Ga 3, 13.
89 Cf. Jn 8, 44.
90 Cf. Mt 22, 20.
91 Cf. Col 2 14.
92 Cf Mt ti, 25.28.
93 Cf Sal 111 (110), 4.
94 Cf. Ez 33, 11.
95 Cf. Is 45, 22.
96 Cf. 1 P 1, 19.
97 Ex 15, 17.
98 Ex 15, 17.
99 Cf. Mt 13, 43.
100 Cf. Sal 80 (79), 9-11.
101 Lc 3, 9.
102 Ex 15, 17.
103 Jn 4, 38.
104 Ex 15, 17.
105 Cf. Hb 9, 24.
106 Cf. 1 Co 3, 9.
107 /Pr/09/01/ORIGENES.
108 Cf. Hb 9, 24.
109 Cf. Jn 2, 21.
110 Cf. Dn 2, 34.35.
111 Ex 15, 18.
112 Cf. Ex 15.18.
113 Ex 15, 19.
114 Flp 2, 15-16.
115 Cf. I Jn 2, 6.
116 Cf. Ex 14, 22.
117 Cf. Dt 17, 20.
118 Ex 15, 1.
119 Cf. 1 P 4, 11.
........................
1 Cf. Ex 15, 20.
2 Ex 15, 1.
3 Cf. Ga 5, 24.
4 Cf. Col 3, 5.
5 Ex 15, 1.
6 Cf. Mt 18, 11.
7 Cf. Ex 15, 1.
8 Cf. 1s 53, 2-3.
9 Jn 17, 1.
10 Flp 2, 8.
11 Sb 2 20.
12 Is 53, 8.
13 Cf. Ex 15, 1.
14 Lc 24, 26.
15 Cf. Lc 9, 26.
16 Cf. Sal 96 (95), 13; 98 (97), 9.
17 Cf. 2 Ts 2, 8.
18 Cf. Lc 9, 26.
19 Cf. Ex 15, 1.
20 Jn 5, 23.
21 Ex 15, 1-2.
22 Ha 3, 8.
23 Cf. Mt 10, 1.
24 Jn 13, 27.
25 Ex 15, 3.
26 Jn 20, 17.
27 Ex, 15, 3.
28 Cf. Ex 6, 12.
29 Ex 15, 3.
30 Ex 15, 4.
31 Cf. Ex 15, 4.
32 Cf. Ex 15, 4.
33 Cf. Mt 13, 4-7.
34 Cf. Mt 13, 8
35 1 Co 3, 12.
36 1 Co 3, 12.
37 Ex 15, 5.
38 Cf. Mt 3, 9.
39 Ex 15, 10.
40 Cf. Za 5, 7.
41 Cf. Za 5, 5-8
42 Cf. Ex 15, 5-10.
43 Cf. Mt 14, 25.
44 Cf. 2 Co 5, 21.
45 Cf. Mt 14, 29-30.
46 Mt 14, 31.
47 Cf. Gn 2, 12.
48 Cf. Pr 17, 3.
49 Cf. M1 3, 3.
50 Cf. Ex 15, 10.5.
51 Ex 15, 11.
52 Sal 82 (81), 6.
53 Sal 82 (81), 1.
54 1 Jn 3, 2.
55 Ex 15, 12.
56 Cf. Flp 3, 19.
57 Cf. Ex 15, 12.
58 Ex 15, 12.
59 Cf Is 65, 2
60 Lc 23, 21.
61 Cf. Ex 15, 12
62 Cf. Jon 2, 11.
63 Cf. Ef 4, 9.
64 Cf. Lc 1, 79
65 Ex 15, 13.
66 Cf. Tt 3, 5.
67 Cf. Ex 15, 13.
68 Ex 15, 14-15.
69 Cf. Ef 4, 9.
70 Cf. Ex 15, 15-16.
71 Cf. Ex 15, 16.
72 Cf. Ex 15, 15.
73 Cf. Mt 12, 29.
74 Ex 15, 16.
75 Cf. Col 2, 15.
76 Cf. Ex 15, 16.
77 Is 65, 2.
78 Ga 6, 14.
79 Ex 15, 16.
80 Rm 11, 25.
81 Rm 11, 25.
82 Cf. Ex 15, 16.
83 Mt 3, 9.
84 Cf. Ex 15,:
85 Dt 32, 6.
86 1 Co 7. 23.
87 1s 50, 1.
88 cf.Ga 3, 13.
89 Cf. Jn 8, 44.
90 Cf. Mt 22, 20.
91 Cf. Col 2 14.
92 Cf Mt ti, 25.28.
93 Cf Sal 111 (110), 4.
94 Cf. Ez 33, 11.
95 Cf. Is 45, 22.
96 Cf. 1 P 1, 19.
97 Ex 15, 17.
98 Ex 15, 17.
99 Cf. Mt 13, 43.
100 Cf. Sal 80 (79), 9-11.
101 Lc 3, 9.
102 Ex 15, 17.
103 Jn 4, 38.
104 Ex 15, 17.
105 Cf. Hb 9, 24.
106 Cf. 1 Co 3, 9.
107 /Pr/09/01/ORIGENES.
108 Cf. Hb 9, 24.
109 Cf. Jn 2, 21.
110 Cf. Dn 2, 34.35.
111 Ex 15, 18.
112 Cf. Ex 15.18.
113 Ex 15, 19.
114 Flp 2, 15-16.
115 Cf. I Jn 2, 6.
116 Cf. Ex 14, 22.
117 Cf. Dt 17, 20.
118 Ex 15, 1.
119 Cf. 1 P 4, 11.
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