Escritor
eclesiástico del s. VII, erudito, obispo de Sevilla, último Padre de
la Iglesia occidental, Doctor de la Iglesia.
Vida.
N. probablemente en Sevilla ca. el 560. Sus padres, Severiano,
perteneciente a una ilustre familia hispanorromana, y Teodora, de
ascendencia probablemente goda, vivían en Cartagena, donde nacieron
Leandro (v.), Fulgencio y Florentina (los tres llegaron a santos). Se
trasladan a la provincia hética, y allí n. Isidoro. Debieron de
morir muy pronto, y la educación de I. quedó a cargo de sus
hermanos, especialmente de Leandro. Por el 583, cuando éste se
encontraba en Constantinopla, I. descollaba ya por su talento empleado
en defensa del catolicismo. En el 600 muere Leandro y es elegido I.
para sucederle en la sede de Sevilla, donde continúa la obra de su
hermano, llegando a constituirse en símbolo del apogeo religioso y
cultural de la Enseñanza visigoda del s. vli. M. el 4 abr. 636.
Celebra su fiesta el 4 de abril. Declarado Doctor de la Iglesia por
Inocencio XIII, el 25 abr. 1722.
El
Pastor. Su labor podemos considerarla en una doble vertiente: como
pastor y como erudito. En el primer aspecto destaca su espíritu
organizador, que se manifestó en la reestructuración de la Iglesia
visigoda en España. Presidió el Sínodo II de Sevilla (619) y el IV
Conc. de Toledo (633), de máximo influjo por haber marcado la pauta
de aquellas asambleas de carácter político-religioso y haber
unificado la disciplina litúrgica española y redactado una de las fórmulas
trinitarias y cristológicas más precisas (cfr. Denz.Sch. 485).
Su
interés fundamental se centró en la formación cultural y ascética
del clero. A este fin dispuso la erección de escuelas episcopales en
Sevilla, que sirvieron de modelo a otras similares fundadas en Toledo
y Zaragoza. Grande f-e también su influjo en la vida monástica española,
ptimoviendo la creación de escuelas monacales y sobre todo con la
Regla por él compuesta y titulada Regula Monachorum. Puesta en duda
la autenticidad de esta obra, hoy la defienden generalmente los críticos,
si bien se reconoce que el autor se ha inspirado en la Regla de S.
Benito (v.) e incluso en las de S. Pacomio (v.) y Casiano (v.). Son
ciertamente originales la distribución del escrito y algunos
elementos nuevos por él introducidos. En cualquier caso la pieza, con
sus 24 capítulos, presenta una visión armónicamente ordenada y
completa de la vida monástica con toda la variada gama de actividades
del monje. Apoyándose en sus escuelas episcopales y sobre todo en los
monasterios, cuya propagación tanto fomentó, I. elevó
considerablemente el nivel cultural y religioso del pueblo visigodo.
El
erudito. I. es una de las figuras más relevantes de la literatura
universal. Su producción escrita, de carácter enciclopédico, se
refiere a los campos más variados del saber. Aunque no cita
generalmente sus fuentes puede decirse que su obra es un bello mosaico
de sentencias de autores tanto eclesiásticos como paganos. Una buena
tarea de la crítica moderna consiste en ir descubriendo las fuentes
donde cada obra isidoriana se ha inspirado. Por lo demás su estilo es
sencillo, elegante y preciso. Su principal mérito ha consistido en
trasmitir a la posteridad toda la cultura de su tiempo.
De
sus escritos existen dos catálogos antiguos: la Praenotatio librorum
divi Isidori, de su contemporáneo y amigo S. Braulio (v.) de Zaragoza
y el que ofrece S. Ildefonso (v.) de Toledo en el cap. 9 de su De
viris illustribus. Los distribuiremos con un cierto orden lógico.
1)
Tratados dogmáticos y litúrgicos. El mejor de todos, Sententiarum
libri tres, es un verdadero compendio de teología, a modo de Suma
Teológica. Se ha valido de S. Agustín y de las Moralia de S.
Gregorio, y a su vez ha servido de base al Maestro de las Sentencias,
Pedro Lombardo (v.), gozando por ello de alta estima en la Edad Media.
De fide catholica contra ludaeos, dedicada a su hermana Florentina; es
un escrito apologético mesiánico. De haeresibus, libro sobre las
herejías en el que sigue muy de cerca a S. Agustín y S. Jerónimo.
De ecclesiasticis officüs, dirigido a su hermano Fulgencio; es una
exposición del todo original acerca de la evolución del culto, de
los sacramentos y de la liturgia (la parte) y del desarrollo de los
ministros y jerarquía (2a parte). Fue una obra muy manejada por los
clérigos de la Edad Media.
2)
Obras exegéticas y bíblicas. Comentó casi todos los libros del A.
T. En Mysticorum expositiones sacramentorum seu quaestiones in Vetus
Testamentum expone el sentido típico del Pentateuco, de los Jueces y
de los Reyes. Allegoriae Sacrae Scripturae. Expositio in Canticum
Canticorum. Proaemia in libros Veteris ac Novi Testamenti en que
ofrece notas introductorias al canon de la S. E. El De ortu et obitu
Patrum (nacimiento y muerte de los Patriarcas) reseña la vida de los
personajes bíblicos más salientes, y el De numeris qui in Sacra
Scriptura occurrunt es una interpretación mística de los números
que van saliendo en la Biblia, inspirándose en los libros simbólicos
de S. Agustín y en el De Arithmetica, de Marciano Capella, autor de
fin del s. iv.
3)
Escritos profanos. Especial importancia tienen, no tanto por su espíritu
crítico cuanto por su valor como fuentes, las obras de carácter histórico.
Su Chronicon Maior es una historia universal que se basa en la de
julio Africano, Eusebio (v.) de Cesarea, S. Jerónimo (v.) y Víctor,
y llegaba hasta el 615. La Historia de regibus Gothorum ofrece
particular interés para la historia española, ya que adosa también
al final unos apéndices sobre los reyes suevos y vándalos. En el De
viris illustribus imita y sigue a S. Jerónimo y a Genadio (v.) en sus
obras homónimas, pero presta especial atención a los personajes españoles
(v. PATRóLOGOS). Los 27 Epigrammata en dísticos, atribuidos a I., y
cuya autenticidad está asegurada desde los exhaustivos estudios de H.
Beeson, constituyen una interesante aportación a la historia de la
cultura.
Como
filósofo nos dejó De natura rerum, que tuvo como fuente probable el
Hexameron de S. Ambrosio, y en el que se ofrecen los conocimientos básicos
de la naturaleza. Esta obra se complementa con el De ordine
creaturarum, escrito filosófico-teológico en 15 libros, que presenta
una síntesis sobre la tierra y el espacio, pero además expone
brevemente la Trinidad y la esencia de los seres espirituales. De índole
ético-filosófica es también el Liber lamentationum, compendio de
reflexiones teóricas y de consejos prácticos en forma dialogada.
Tres
libros nos han conservado fundamentalmente sus conocimientos lingüísticos:
Dif ferentiarum libri duo, especie de diccionario de sinónimos, cuya
fuente inspiradora fue tal vez el De Orthographia de Agrecio, gramático
del s. v. El Synonymorum libri duo, similar al anterior. Por último,
las Etymologiae, que consta de 20 libros, compuestas al final de su
vida a instancias de S. Braulio. Es una obra fundamentalmente lingüística
que ha utilizado con profusión innumerables fuentes, muchas de ellas
de segunda mano, que no cita por lo general. Se trata de una verdadera
enciclopedia, donde se reúne todo el saber antiguo y se trasmite
sistemáticamente jerarquizado a la posteridad. Su Epistolario,
compuesto por 11 cartas, siete de las cuales van dirigidas a S.
Braulio, son de un gran interés para conocer el proceso de formación
de las Etimologías.
4) Apócrifos.
Como obras falsamente atribuidas a I. han circulado las Decretales
Pseudoisidorianas, colección de decretales pontificias muy divulgada
bajo su nombre en la Edad Media, la Commonitiuncula ad sororem y el
Liber de varüs quaestionibus que parece ser del adopcionista Félix
de Urgel (v. ADOPCIONISMO).
Su
influjo. Su fama no se redujo a la península Ibérica; atravesó los
Pirineos y se abrió paso primeramente en Francia y después, por obra
de los monjes irlandeses, sus escritos se difundieron por toda la
cristiandad. De las Etimologías se conservan hoy aproximadamente un
millar de códices manuscritos, lo que nos permite aventurar que en la
Edad Media, teniendo en cuenta las pérdidas y deterioros inevitables,
debieron de existir unos diez mil ejemplares, cifra verdaderamente
sorprendente e indicadora de la amplia difusión de la obra más
conocida de I. Sólo un siglo después de su muerte pasaron los
Pirineos 54 copias de esta magna enciclopedia. Pero otros escritos
menores gozaron igualmente de justa fama. Su De fide catholica fue
traducida al alemán en el s. vIII por Murbach, y en el siglo anterior
el francés Aldelmo cita ya en Epistola ad Acircium la obra filosófica
isidoriana De natura rerum. Según J. Madoz, buen conocedor de la obra
de I., puede afirmarse que «el Medievo estudió y pensó bajo el
signo de Isidoro».
BIBL.: Ediciones: F. ARÉVALO,
S. Isidori Hispalensis episcopi Hispaniarum doctoris opera omnia, 7
vol., Roma 1797-1803 (reproducida en: PL 81-84); G. BECKER, De natura
rerum, Berlín 1857; TIt. MOMMSEN, Chronica minora, en MGH, Auctores
antiquissimi, XI, 1894; W. M. LINDSAY, Isidori Hispalensis episcopi
etymologiarum libri XX, Oxford 1911; A. C. VEGA, De haeresibus, El
Escorial 1935; J. FONTAINE, Traité de la nature, Burdeos 1960; L.
CORTÉS GÓNGORA y S. MONTERO DÍAZ, Etimologías, BAC, Madrid 1951;
VARIOS, Santos Padres Españoles, II, BAC, Madrid 1971 (ed. crítica
bilingüe).
F. MENDOZA RUIZ.
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