(Fragmento)

...
en éstos, sin embargo, él estaba presente, y así los anotó.
El
tercer libro del evangelio: según Lucas.
Después
de la ascensión de Cristo, Lucas el médico, el cual Pablo había llevado
consigo como experto jurídico, escribió en su propio nombre concordando
con la opinión de [Pablo]. Sin embargo, él mismo nunca vio al Señor en
la carne y, por lo tanto, según pudo seguir..., empezó a contarlo desde
el nacimiento de Juan.
El
cuarto evangelio es de Juan, uno de los discípulos.
Cuando
sus co-discípulos y obispos le animaron, dijo Juan, "Ayunad junto
conmigo durante tres días a partir de hoy, y, lo que nos fuera revelado,
contémoslo el uno al otro". Esta misma noche le fue revelado a Andrés,
uno de los apóstoles, que Juan debería escribir todo en nombre propio, y
que ellos deberían revisárselo. Por lo tanto, aunque se enseñan
comienzos distintos para los varios libros del evangelio, no hace
diferencia para la fe de los creyentes, ya que en cada uno de ellos todo
ha sido declarado por un solo Espíritu, referente a su natividad, pasión,
y resurrección, su asociación con sus discípulos, su doble advenimiento
- su primero en humildad, cuando fue despreciado, el cual ya pasó; su
segundo en poder real, su vuelta. No es de extrañar, por lo tanto, que
Juan presentara de forma tan constante los detalles por separado en sus
cartas también, diciendo de sí mismo: "Lo que hemos visto con
nuestros ojos y oído con nuestros oídos y hemos tocado con nuestras
manos, éstas cosas hemos escrito". Porque de esta manera pretende
ser no sólo un espectador sino uno que escuchó, y también uno que
escribía de forma ordenada los hechos maravillosos acerca de nuestro Señor.
Los
Hechos de todos los apóstoles han sido escritos en un libro. Dirigiéndose
al excelentísimo Teófilo, Lucas incluye una por una las cosas que fueron
hechas delante de su propios ojos, lo que él muestra claramente al omitir
la pasión de Pedro, y también la salida de Pablo al partir de la Ciudad
para España.
En
cuanto a las cartas de Pablo, ellas mismas muestran a los que deseen
entender desde qué lugar y con cuál fin fueron escritas. En primer lugar
[escribió] a los Corintios prohibiendo divisiones y herejías; luego a
los Gálatas [prohibiendo] la circuncisión; a los Romanos escribió
extensamente acerca del orden de las escrituras y también insistiendo que
Cristo fuese el tema central de éstas. Nos es necesario dar un informe
bien argumentado de todos éstos ya que el bendito apóstol Pablo mismo,
siguiendo el orden de su predecesor Juan, pero sin nombrarle, escribe a
siete iglesias en el siguiente orden: primero a los Corintios, segundo a
los Efesios, en tercer lugar a los Filipenses, en cuarto lugar a los
Colosenses, en quinto lugar a los Gálatas, en sexto lugar a los
Tesalonicenses, y en séptimo lugar a los Romanos. Sin embargo, aunque [el
mensaje] se repita a los Corintios y los Tesalonicenses para su reprobación,
se reconoce a una iglesia como difundida a través del mundo entero.
Porque también Juan, aunque escribe a siete iglesias en el Apocalipsis,
sin embargo escribe a todas. Además, [Pablo escribe] una [carta] a Filemón,
una a Tito, dos a Timoteo, en amor y afecto; pero han sido santificadas
para el honor de la iglesia católica en la regulación de la disciplina
eclesiástica.
Se
dice que existe otra carta en nombre de Pablo a los Laodicenses, y otra a
los Alejandrinos, [ambos] falsificadas según la herejía de Marción, y
muchas otras cosas que no pueden ser recibidas en la iglesia católica, ya
que no es apropiado que el veneno se mezcle con la miel.
Pero
la carta de Judas y las dos superscritas con el nombre de Juan han sido
aceptadas en la [iglesia] católica; la Sabiduría también, escrita por
los amigos de Salomón en su honor. El Apocalipsis de Juan también
recibimos, y el de Pedro, el cual algunos de los nuestros no permiten ser
leído en la iglesia. Pero el Pastor fue escrito por Hermas en la ciudad
de Roma bastante recientemente, en nuestros propios días, cuando su
hermano Pío ocupaba la silla del obispo en la iglesia de la ciudad de
Roma; por lo tanto sí puede ser leído, pero no puede ser dado a la gente
en la iglesia, ni entre los profetas, ya que su número es completo, ni
entre los apóstoles al final de los tiempos.
Pero
no recibimos ninguno de los escritos de Arsino o Valentino o Miltiado en
absoluto. También han compuesto un libro de salmos para Marción [éstos
rechazamos] junto con Basildo [y] el fundador asiático de los Catafrigios.

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