(Redacción
griega)
Preámbulo
I
1.Yo, Tomás Israelita,
vengo a anunciaros a todos vosotros, mis hermanos entre los gentiles, para
que los conozcáis, los actos de la infancia y los prodigios de Nuestro
Señor Jesucristo, cumplidos por él después de su nacimiento en nuestro
país.
2.Y he aquí cuál fue su
comienzo.
Gorriones hechos con barro II
1.El niño Jesús, de cinco
años de edad, jugaba en el vado de un arroyo, y traía las aguas corrientes
a posar, y las tornaba puras en seguida, y con una simple palabra las
mandaba.
2. Y, amasando barro,
formó doce gorriones, e hizo esto un día de sábado. Y había allí otros
muchos niños, que jugaban con él.
3. Y un judío, que había
notado lo que hacía Jesús, fue acto seguido, a comunicárselo a su padre
José, diciéndole: He aquí que tu hijo está cerca del arroyo, y, habiendo
cogido barro, ha compuesto con él doce gorriones, y ha profanado el
sábado.
4. Y José se dirigió al
lugar que estaba Jesús, lo vio, y le gritó: ¿Por qué haces, en día de
sábado, lo que no está permitido hacer? Pero Jesús, dando una palmada, y
dirigiéndose a los gorriones, exclamó: Volad. Y los pájaros abrieron sus
alas, y volaron, piando con estruendo.
5.Y los judíos quedaron
atónitos ante este espectáculo, y fueron a contar a sus jefes lo que
habían visto hacer a Jesús.
Muerte
del hijo de Anás III
1.Y el hijo de Anás el
escriba se encontraba allí, y, con una rama de sauce, dispersaba las aguas
que Jesús había reunido.
2. Y Jesús, viendo lo que
ocurría, se encolerizó, y le dijo: Insensato, injusto e impío, ¿qué mal te
han hecho estas fosas y estas aguas? He aquí que ahora te secarás como un
árbol, y no tendrás ni raíz, ni hojas, ni fruto.
3. E inmediatamente aquel
niño se secó por entero. Y Jesús se fue de allí, y volvió a la casa de
José. Pero los padres del muchacho muerto lo tomaron en sus brazos,
llorando su juventud, y lo llevaron a José, a quien reprocharon tener un
hijo que hacía tales cosas.
Castigo
infligido por Jesús a un niño IV
1.Otra vez, Jesús
atravesaba la aldea, y un niño que corría, chocó en su espalda. Y Jesús,
irritado, exclamó: No continuarás tu camino. Y, acto seguido, el niño cayó
muerto. Y algunas personas, que habían visto lo ocurrido, se preguntaron:
¿De dónde procede este niño, que cada una de sus palabras se realiza tan
pronto?
2. Y los padres del niño
muerto fueron a encontrar a José, y se le quejaron, diciendo: Con
semejante hijo no puedes habitar con nosotros en la aldea, donde debes
enseñarle a bendecir, y no a maldecir, porque mata a nuestros hijos.
José
reprende a Jesús V
1.Y José tomó a su hijo
aparte, y lo reprendió, diciendo: ¿Por qué obras así? Estas gentes sufren,
y nos odian, y nos persiguen. Y Jesús respondió: Sé que las palabras que
pronuncias no son tuyas. Sin embargo, me callaré a causa de ti. Pero ellos
sufrirán su castigo. Y, sin demora, los que lo acusaban, quedaron ciegos.
2. Y los que vieron esto,
vacilantes y atónitos, decían de Jesús que toda palabra que pronunciaba,
buena o mala, se cumplía, y producía un milagro. Y, cuando hubieron visto
que Jesús hacía cosas semejantes, José se levantó, lo agarró por la oreja,
y se la estiró con fuerza.
3. Pero el niño se
enfadó, y le dijo: Bien fácil te es buscar sin encontrar, y acabas de
obrar como un insensato. ¿Ignoras que te pertenezco? No me hagas daño.
Exposición del alfabeto VI
1. Y un maestro de
escuela, llamado Zaqueo, que se encontraba allí, oyó a Jesús hablar así a
su padre, y lo sorprendió mucho que un niño se expresase de aquella
manera.
2. Y, algunos días
después, se acercó a José, y le dijo: Tienes un hijo dotado de buen
sentido e inteligencia. Confíalo a mi cuidado, para que aprenda las
letras, y, con las letras, le enseñaré toda ciencia. Y también le enseñaré
a saludar a los mayores, a honrarlos como antepasados, a respetarlos como
padres, y a amar a los de su edad.
3. Y le escribió todas
las letras del alfabeto desde Alpha hasta Omega muy puntualmente y con
toda claridad. Mas Jesús, mirando a Zaqueo, le dijo: Tú, que no conoces la
naturaleza del Alpha, ¿cómo quieres enseñar a los demás la Beta?
Hipócrita, enseña primero el Alpha, si sabes, y después te creeremos
respecto a la Beta. Luego se puso a discutir con el maestro de escuela
sobre las primeras letras, y Zaqueo no pudo contestarle.
4. Y, en presencia de
muchas personas, el niño dijo a Zaqueo: Observa, maestro, la disposición
de la primera letra, y nota cómo hay líneas y un rasgo mediano que
atraviesa las líneas que tú ves comunes y reunidas, y cómo la parte
superior avanza y las reúne de nuevo, triples y homogéneas, principales y
subordinadas, de igual medida. Tales son las líneas del Alpha.
Perplejidad de Zaqueo VII
1. Y, cuando Zaqueo, el
maestro de escuela, oyó al niño exponer las alegorías tan numerosas y tan
grandes de la primera letra, quedó perplejo ante tal respuesta y ante tal
enseñanza, y dijo a los asistentes: ¡Desventurado de mí, a qué extremo me
veo reducido! Me he cubierto de vergüenza, al traer a mi escuela a este
muchacho.
2. Así, pues, hermano
José, te ruego que lo lleves contigo, porque no puedo soportar la
severidad de su mirada, ni penetrar el sentido de su palabra en modo
alguno. Este niño no ha nacido en la tierra, es capaz de domar el fuego
mismo, y quizá ha sido engendrado antes de la creación del mundo. ¿Qué
vientre lo ha llevado? ¿Qué pecho lo ha nutrido? Lo ignoro. ¡Ay, amigo
mío, tu hijo me pone fuera de mí, y no puedo seguir su pensamiento! Me he
equivocado en absoluto. Yo quería tener en él un discípulo, y me he
encontrado con que tengo en él un maestro.
3. Me doy cuenta de mi
oprobio, amigos míos, porque yo, que soy un viejo, he sido vencido por un
niño. Y no me queda sino abandonarme al desaliento o a la muerte, a causa
de este niño, ya que no puedo, en este momento, mirarlo cara a cara. ¿Qué
responderé, cuando digan todos que he sido derrotado por un pequeñuelo? ¿Y
qué podré explicar acerca de lo que él me ha dicho de las líneas de la
primera raya? No lo sé, amigos míos, por cuanto no conozco, ni el
comienzo, ni el fin, de este niño.
4. Así, pues, hermano
José, te ruego que lo lleves contigo a tu casa. Es algo muy grande, sin
duda: un dios, un ángel o algo parecido.
Conclusión
de la historia de Zaqueo VIII
1. Y, mientras los judíos
daban consejos a Zaqueo, el niño rompió a reír, y dijo: Ahora que tu
aventura produce sus frutos, y que los ciegos de corazón ven, he aquí que
yo vengo de lo alto para maldecirlos, y para llamarlos a lo alto, como me
lo ordenó el que me ha enviado a causa de vosotros.
2. Y, cuando el niño hubo
acabado de hablar, pronto todos los que habían caído antes bajo su
maldición, quedaron curados. Y nadie, desde entonces, se atrevió a
provocar nunca su cólera, por miedo a que los maldijese, y los hiriese de
enfermedad.
Niño
caído de una terraza IX
1. Algunos días después,
Jesús jugaba en una terraza, sobre lo alto de una casa, y uno de los niños
que jugaba con él, cayó de la terraza, y murió. Y, Viendo esto, los demás
niños huyeron, y Jesús quedó solo.
2. Y, habiendo llegado
los padres del niño muerto, acusaron a Jesús de haberlo hecho caer. (Jesús
les dijo: Yo no hice tal.) Y lanzaron invectivas contra él.
3. Mas Jesús se tiró de
la terraza abajo, se detuvo cerca del cuerpo del niño caído, y gritó a
gran voz, diciendo: Zenón (porque tal era su nombre), levántate, y dime:
¿Soy yo quien te hizo caer? Y, habiéndose levantado inmediatamente, el
niño repuso: No, Señor, tú no me has hecho caer, sino que me has
resucitado. Y los espectadores del lance quedaron conmovidos de asombro. Y
los padres del niño glorificaron a Dios por el milagro cumplido, y
adoraron a Jesús.
Resurrección de un joven X
1.Pasados otros cuantos
días, un joven cortaba leña en las proximidades del pueblo. Y he aquí que
su hacha le hendió la planta del pie, y murió, por haber perdido toda su
sangre.
2. Y, como ello produjera
una aglomeración y un tumulto de gentes, el niño Jesús corrió también
allí, y, haciéndose sitio, atravesó la multitud, y tomó el pie herido del
joven, que en seguida quedó curado. Y dijo al joven: Levántate, sigue
cortando leña, y acuérdate de mí. Y la multitud, al ver lo que había
pasado, adoró al niño, diciendo: Verdaderamente, el espíritu de Dios
reside en ti. Jesús en la fuente XI
1.Y, cuando tenía seis
años, su madre le dio un cántaro, y lo envió a tomar agua, para llevarla a
casa. Pero, habiendo tropezado el niño con la multitud, el cántaro se
rompió.
2. Entonces Jesús,
extendiendo la túnica que lo cubría, la llenó de agua, y la llevó a su
madre. Y su madre, reconociendo milagro tal, lo abrazó, y guardó en su
corazón los misterios que veía cumplidos.
Milagro
del grano de trigo XII
1.Otra vez, en la época
de la siembra, el niño salió con su padre para sembrar trigo en su campo,
y, mientras su padre sembraba, el niño Jesús sembró también un grano de
trigo.
2. Y, una vez lo hubo
recolectado y molido, obtuvo cien medidas y, llamando a la granja a todos
los pobres de la aldea, les distribuyó el trigo, y José se quedó con lo
que aún restaba. Y Jesús tenía ocho años cuando hizo este milagro.
Milagro
de las dos piezas de un lecho XIII
1. Y su padre era
carpintero, y hacía en aquel tiempo carretas y yugos. Y un hombre rico le
encargó que le hiciese un lecho. Mas, habiendo cortado una de las piezas
más pequeña que la otra, no sabía qué partido tomar. Entonces el niño
Jesús dijo a su padre José: Pon las dos piezas en el suelo, e iguálalas
por tu lado.
2. Y José procedió como
el niño le había indicado. Y Jesús se puso al otro lado, tiró de la pieza
más corta, y la tomó igual a la otra. Y su padre José, viendo tal, quedó
admirado, y abrazó a Jesús, diciendo: Felicitarme puedo de que Dios me
haya dado este niño.
Relaciones con un segundo maestro XIV
1.Viendo José que el niño
crecía en edad y en inteligencia, y no queriendo que permaneciese
iletrado, lo llevó a un segundo maestro. Y este maestro dijo a José: Le
enseñaré primero las letras griegas, y luego las hebraicas. Porque el
maestro conocía la inteligencia del niño. Sin embargo, después de haber
escrito el alfabeto, se ocupó largamente de él, y Jesús no le respondió,
hasta que le advirtió:
2. Si eres verdaderamente
un maestro, y conoces bien el alfabeto, dime primero el valor de Alpha y
yo te diré luego el de Beta. Pero el maestro, irritado, le pegó en la
cabeza. Y el niño, en su dolor, lo maldijo, y aquél cayó exánime, con la
faz contra tierra.
3. Y el niño volvió a
casa de José, que quedó muy afligido, y recomendó a su madre: No le dejes
pasar la puerta, porque cuantos lo encolerizan, quedan heridos de muerte.
Jesús
confunde a un tercer maestro XV
1.Y, algún tiempo
después, otro maestro que era pariente y amigo de José, le dijo: Tráeme al
niño a la escuela, que quizá podré por la dulzura enseñarle las letras. Y
José le contestó: Si tienes valor, hermano, llévalo contigo. Y lo llevó
con temor y repugnancia, y el niño iba con placer.
2. Y, entrando
decididamente en la escuela, encontró un libro sobre un pupitre, y,
tomándolo, no leía los caracteres que en él se encontraban, sino que,
abriendo la boca, hablaba conforme a la inspiración del Espíritu Santo. Y
enseñó la Ley a los presentes. Y, juntándose una gran multitud, lo
rodeaba, lo escuchaba, y se admiraba de la belleza de sus descripciones,
de lo justo de sus discursos, y de que un niño como él se expresase de tal
manera.
3. Al oír esto, José,
espantado, fue a la escuela, temiendo por la salud del profesor. Y el
maestro dijo a José: Sabe, hermano, que yo he tomado al niño por
discípulo, pero está lleno de sabiduría y de gracia. Condúcelo, yo te lo
ruego, a tu domicilio.
4. Y, cuando el niño hubo
oído estas palabras, sonrió. y le dijo: Puesto que has hablado bien, y has
dado un buen testimonio, sea por tu causa curado quien fue herido. Y en
seguida el otro maestro fue curado. Y José volvió con el niño a su casa.
Jacobo,
curado de una mordedura de víbora XVI
1.Y José envió a su hijo
Jacobo a cortar madera, el niño Jesús lo seguía. Y, mientras Jacobo
trabajaba, una víbora le mordió en la mano.
2. Y, como sufría y
parecía herido de muerte, Jesús se aproximó, y le sopló en la mordedura, y
en seguida cesó el dolor, y murió el reptil, y, al instante, Jacobo quedó
sano y salvo.
Resurrección
de un niño XVII
1.Más tarde, murió un
niño en la vecindad, y su madre lloraba mucho. Y Jesús oyó el clamor de su
gran pena y se apresuró a acudir. Y, hallando al niño muerto, le tocó el
pecho, y dijo: Yo te mando, niño, que no mueras, sino que vivas, y que te
quedes con tu madre. Y en seguida el niño abrió los ojos, y sonrió. Y
Jesús dijo a la mujer: Tómalo, y dale leche, y acuérdate de mí.
2. Y, viendo esto, la
gente se llenó de admiración, y decía: En verdad, este niño es un Dios o
un ángel de Dios, porque toda palabra suya se convierte en un hecho. Y
Jesús se fue a jugar con los demás niños.
Resurrección de un hombre XVIII
1. Algún tiempo más
tarde, habiéndose producido en una casa que se construía un gran tumulto,
Jesús se levantó, y acudió al lugar. Y, viendo a un hombre que yacía sin
vida, le tomó la mano y dijo: Levántate, hombre, y continúa laborando en
tu obra, pues yo te lo ordeno. Y el hombre se levantó, y lo adoró.
2. Viendo lo cual, quedó
la gente admirada, y decía: Este niño viene del cielo, porque ha salvado
almas de la muerte, y las salvará durante toda su vida.
Jesús
en medio de los doctores XIX
1.Cuando tuvo la edad de
doce años, sus padres, siguiendo la costumbre, fueron a Jerusalén por las
fiestas de Pascua con otros compañeros de viaje, y, después de las
fiestas, regresaron a su morada. Y, mientras ellos volvían, el niño Jesús
quedó en Jerusalén, y sus padres pensaron que estaba entre sus compañeros
de viaje.
2. Mas, tras una jornada
de camino, buscaron entre sus deudos, y, no hallándolo, se afligieron, y
tomaron a la ciudad para buscarlo. Y, tres días después, lo hallaron en el
templo, sentado entre los doctores, escuchándolos e interrogándolos. Y
todos estaban atentos y sorprendidos de que un niño redujese al silencio a
los ancianos del templo y a los doctores del pueblo, explicando los puntos
principales de la Ley y las parábolas de los profetas.
3. Y su madre María,
aproximándose, le dijo: ¿Por qué nos has hecho esto, hijo mío? He aquí que
estábamos afligidos, y que te buscábamos. Pero Jesús les dijo: ¿Por qué me
buscabais? ¿No sabéis que es preciso que yo atienda a las cosas que
afectan a mi Padre?
4. Y los escribas y los
fariseos dijeron a María: ¿Tú eres madre de este niño? Ella respondió: Lo
soy. Y ellos dijeron: Feliz eres entre las mujeres, porque Dios ha
bendecido el fruto de tus entrañas. Nunca hemos visto ni oído tanta
gloria, tanta virtud, tanta sabiduría.
5. Y Jesús, levantándose,
siguió a su madre, y estaba sometido a su familia. Y su madre guardaba
estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría, en edad y en
gracia. Gloria a él por los siglos de los siglos. Amén.
Fuente: Evangelios
Apócrifos, por Edmundo González Blanco
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