Parábolas
que me explicó
[Parábola
primera]
[50]
Me dijo: «Sabéis que vosotros los siervos de Dios estáis viviendo en un
país extranjero; porque vuestra ciudad está muy lejos de esta ciudad. Así
pues, si conocéis vuestra ciudad, en la cual viviréis, ¿por qué os
procuráis campos aquí, y hacéis costosas preparaciones, y acumuláis
edificios y habitaciones que son superfluos? Por tanto, el que prepara
estas cosas para esta ciudad no tiene intención de regresar a su propia
ciudad. ¡Oh hombre necio, de ánimo indeciso y desgraciado!, ¿no ves que
todas estas cosas son extrañas, y están bajo el poder de otro? Porque el
señor de esta ciudad dirá: "No quiero que éste resida en mi
ciudad; vete de esta ciudad, porque no te conformas a mis leyes." Tú,
pues, que tienes campos y moradas y muchas otras posesiones, cuando serás
echado por él, ¿qué harás con tu campo y tu casa y todas las otras
cosas que has preparado para ti? Porque el señor de este país te dice
con justicia: "O bien te conformas a mis leyes, o abandonas mi país."
¿Qué harás, pues, tú que estás bajo la ley de tu propia ciudad? ¿Por
amor a tus campos y el resto de tus posesiones repudiarás tu ley y andarás
conforme a la de esta ciudad? Vigila que no te sea inconveniente el
repudiar tu ley; porque si quieres regresar de nuevo a tu propia ciudad,
con toda seguridad no serás recibido [porque has repudiado la ley de tu
ciudad], y se te excluirá de ella. Vigila, pues; como residente en una
tierra extraña no prepares más para ti, como no sea lo estrictamente
necesario y suficiente, y está preparado para que, cuando el señor de
esta ciudad desee echarte por tu oposición a su ley, puedas partir de
esta ciudad e ir a tu propia ciudad, y usar tu propia ley gozosamente,
libre de toda ofensa. Procura, pues, que sirvas a Dios y le tengas en tu
corazón; haz las obras de Dios teniendo en cuenta sus mandamientos y las
promesas que Él ha hecho, y cree en Él que Él las realizará si guardas
sus mandamientos. Por tanto, en vez de campos, compra almas que estén en
tribulación, como puede cada cual, y visita a las viudas y los huérfanos,
y no lo descuides; y gasta tus riquezas y todos tus recursos, que has
recibido de Dios, en campos y casas de esta clase. Porque para este fin os
ha enriquecido el Señor, para que podáis ejecutar estos servicios suyos.
Es mucho mejor comprax campos [y posesiones] y casas de esta clase, que
hallarás en tu propia ciudad cuando vayas a residir a ella. Este
dispendio abuñdante es hermoso y gozoso y no trae tristeza ni temor, sino
gozo. El gasto del pagano, pues, no lo practiques; porque no es
conveniente para los siervos de Dios. Sino practica tu propio dispendio en
el cual puedes gozarte; y no corrompas, ni toques lo que es de otro, ni lo
desees; porque es malo desear las posesiones de otro. Pero ejecuta tu
propia tarea y serás salvo.»
Otra
Parábola [segunda]
[51]
Mientras andaba por el campo noté un olmo y una vid, y estando distinguiéndolos
a los dos y a sus frutos, el pastor se me apareció y me dijo: «¿Qué
estás meditando dentro de ti?» «Estoy pensando, [señor]», le dije, «sobre
el olmo y la vid, que son en extremo apropiados el uno al otro.» «Estos
dos árboles», me dijo, «son designados como un (ejemplo) para los
siervos de Dios.» «Quisiera saber [señor]», le dije, «el ejemplo
contenido en estos árboles de los cuales estás hablando.» «Mira», me
dijo, «el olmo y la vid.» «Los veo, señor», le dije. «Esta vid»,
dijo él, «da fruto, pero el olmo es de un tronco que no produce fruto.
Con todo, esta vid, a menos que se encarame por el olmo, no puede llevar
mucho fruto cuando se arrastra por el suelo; y el fruto que produce
entonces es malo, porque no está suspendida del olmo. Cuando la vid se
adhiere al olmo, pues, da fruto de sí y desde el olmo. Ves, pues, que el
olmo también da [mucho] fruto, no menos que la vid, sino más aún.»
«¿Cuánto más, señor?», pregunté yo. «Porque», dijo él, «la vid,
cuando cuelga del olmo, da fruto en abundancia y en buena condición; pero
cuando se arrastra por el suelo, da poco fruto y éste se pudre. Esta parábola,
por lo tanto, es aplicable a los siervos de Dios, a los pobres y a los
ricos por un igual.» «¿Cómo?, señor», le pregunté; «dímelo». «Escucha»,
contestó; «el rico tiene mucha riqueza pero en las cosas del Señor es
pobre, pues las riquezas le distraen y su confesión e intercesión al Señor
es muy escasa; y aun cuando da, es poco y débil, y no tiene poder de
arriba. Así pues, cuando el rico va al pobre y le ayuda en sus
necesidades, creyendo que por lo que hace al pobre recibirá recompensa de
Dios —porque el pobre es rico en intercesión [y confesión], y su
intercesión tiene gran poder con Dios—, el rico, pues, suple todas las
cosas al pobre sin titubear. Pero el pobre, siendo provisto por el rico,
hace intercesión por él, dando gracias a Dios por el (rico) que le ha
dado a él. Y el otro es todavía más celoso de ayudar al pobre, para que
pueda seguir viviendo; porque sabe que la intercesión del pobre es
aceptable y rica delante de Dios. Los dos, pues, cumplen su obra; el pobre
haciendo intercesión, en que es rico [y que él recibe del Señor]; y la
devuelve, otra vez, al Señor que se la proporciona. El rico, también, de
igual manera provee al pobre, sin vacilar, las riquezas que ha recibido
del Señor. Y esta obra es grande y aceptable a Dios, porque (el rico)
entiende (el objeto) de sus riquezas, y provee para el pobre de los
tesoros del Señor, y realiza el servicio del Señor rectamente. A la
vista de los hombres, pues, el olmo parece no llevar fruto, y no saben ni
perciben que si viene una sequía, el olmo, teniendo agua, nutrirá a la
vid, y la vid, teniendo provisión constante de agua, dará doble cantidad
de fruto, tanto para sí como para el olmo. De la misma manera el pobre,
al interceder ante el Señor por el rico, afianza sus riquezas, y también
el rico, supliendo las necesidades del pobre, afianza su alma. Así pues,
los dos participan en la obra justa. Por tanto, el que hace estas cosas no
será abandonado por Dios, sino que será inscrito en los libros de los
vivos. Bienaventurados son los ricos que entienden también que son
enriquecidos por el Señor. Porque los que piensan así podrán hacer una
buena obra.»
Otra
Parábola [tercera]
[52]
Y me mostró muchos árboles que no tenían hojas, sino que me parecía a
mí como si estuvieran secos; porque todos parecían lo mismo. Y él me
dijo: «¿Ves estos árboles?» «Los veo, señor», le dije; «todos son
iguales, y están secos.» El me contestó y me dijo: «Estos árboles que
ves son los que residen en este mundo.» «¿Por qué es así, señor»,
le pregunté, «que es como si estuvieran secos, y todos igual?» «Porque
en este mundo, ni el justo es distinguible ni el pecador; todos son
iguales. Porque este mundo es invierno para el justo, y no son
distinguibles, pues residen con los pecadores. Porque así como en el
invierno los árboles, habiendo perdido sus hojas, son semejantes, y no se
puede distinguir cuáles están secos y cuáles están vivos, así también
en este mundo, ni el justo ni los pecadores son distinguibles, sino que
todos son iguales.»
Otra
Parábola [cuarta]
[53]
Y me volvió a mostrar muchos árboles, algunos que estaban brotando,
otros secos, y me dijo: «¿Ves estos árboles?» «Los veo, señor», le
contesté; «algunos están brotando y otros están secos.» «Estos árboles»,
me contestó, «que están brotando son los justos, que residirán en el
mundo venidero; porque el mundo venidero es verano para los justos, pero
invierno para los pecadores. Así, cuando la misericordia del Señor
resplandezca, entonces los que sirven a Dios serán manifestados; sí, y
todos los hombres serán manifestados. Porque como en verano los frutos de
cada árbol son manifestados, y son reconocidos y se distingue de qué
clase son, así también los frutos de los justos serán manifestados, y
todos [incluso el más pequeño] se verá que florecen en el otro mundo.
Pero los gentiles y los pecadores, tal como viste los árboles que estaban
secos, así se hallarán también, secos y sin fruto, en el otro mundo, y
serán quemados como combustible, y serán puestos de manifiesto, porque
su conducta cuando vivían había sido mala. Porque los pecadores serán
quemados, porque pecaron y no se arrepintieron; y los gentiles serán
quemados, porque no conocieron al que les había creado. Da, pues, fruto,
para que en el verano pueda ser conocido tu fruto. Pero abs-tente del
exceso de negocios, y nunca caerás en pecado alguno. Porque los que están
ocupados en exceso, pecan mucho también, siendo distraídos de sus
ocupaciones, y en modo alguno sirven a su propio Señor. ¿Cómo es
posible», preguntó él, «que un hombre tal pueda pedir algo del Señor
y recibirlo, siendo así que no sirve al Señor? [Porque] los que le
sirven, éstos recibirán sus peticiones, pero los que no sirven al Señor,
éstos no recibirán nada. Pero si alguno se ocupa de una sola acción, es
capaz de servir al Señor; porque su mente no es desviada de (seguir) al
Señor, sino que le sirve, porque guarda su mente pura. Por consiguiente,
si haces estas cosas, podrás dar fruto para el mundo venidero; sí, y
todo el que hace estas cosas dará fruto.»
Otra
Parábola [quinta]
[54]
I. Mientras estaba ayunando y sentado
en cierta montaña, y dando gracias al Señor por todo lo que Él había
hecho por mí, vi al pastor sentado junto a mí, que me decía: «¿Por qué
vienes aquí tan temprano por la mañana?» «Señor», le contesté, «porque
estoy guardando "una temporada"» Y me preguntó: «¿Qué es
"una temporada"?» «Estoy ayunando, señor», le contesté.
«¿Y qué es este ayuno», dijo él, [que estás observando]?» «El que
estoy acostumbrado a observar, señor», dije yo; «así ayuno.» Y me
contestó: «No sabes cómo ayunar ante el Señor, ni es ayuno este ayuno
sin provecho ni valor que estas haciendo ante Él.» «¿Por qué, señor»,
pregunté yo, «dices esto?» «Te digo», me contestó, «que esto que
observas no es un ayuno; pero yo te enseñaré que es un ayuno completo y
aceptable al Señor. Escucha», dijo; «Dios no desea un ayuno tan vano;
porque al ayunar así ante Dios no haces nada por la justicia. Pero
observa [ante Dios] un ayuno así: no hagas maldad en tu vida, y sirve al
Señor de puro corazón; observa sus mandamientos y anda en sus
ordenanzas, y que ningún mal deseo se levante en tu corazón; sino cree
en Dios. Entonces, si haces estas cosas y le temes y te abstienes de todo
mal, vivirás para Dios; y si haces estas cosas, guardarás un gran ayuno,
un ayuno aceptable a Dios.
[55]
II. »Escucha la parábola que te
contaré con relación al ayuno. Cierto hombre tenía una hacienda, muchos
esclavos, y una porción de su hacienda la había plantado de viñas; y
escogiendo a cierto esclavo que era de confianza y agradable (y) tenido en
honor, llamándole, le dijo: "Toma esta viña [que yo he plantado] y
ponle una valla alrededor [hasta que yo venga], pero no hagas nada más a
la viña. Ahora bien, guarda este mi mandamiento, y serás libre en mi
casa." Entonces el amo de los siervos se fue a viajar al extranjero.
Cuando se hubo ido, el siervo puso una valla, alrededor de la viña; y
habiendo terminado de poner el vallado a la viña notó que estaba llena
de malas hierbas. Así que razonó dentro de sí: "Esta orden de mi
señor ya la he cumplido. Ahora voy a cavar esta viña, y estará más
limpia cuando termine; y cuando no tenga malas hierbas rendirá más
fruto, porque no será ahogada por las malas hierbas." Así que cayó
la viña, y todas las raíces que había en la viña fueron arrancadas. Y
la viña se veía limpia y floreciente cuando no tenía raíces que la
ahogaban. Después de cieno tiempo el amo del siervo [y de la finca]
regresó y fue a ver la viña. Y viendo la viña con su vallado alrededor,
y [todas] las malas hierbas arrancadas, y las vides floreciendo, se
regocijó [muchísimo] por lo que el siervo había hecho. Así que llamó
a su querido hijo, que era su heredero, y los amigos que eran sus
consejeros, y les dijo lo que él había mandado a su siervo, y cuánto
había encontrado. Y ellos se regocijaron con el siervo por el testimonio
que su amo había dado de él. Y el amo les dijo: "Yo prometí a este
siervo la libertad si él guardaba los mandamientos que le había mandado;
pero él guardó mis mandamientos e hizo una buena obra, además, a la viña,
y me agradó muchísimo. Por esta obra que ha hecho, pues, deseo hacerle
coheredero con mi hijo, porque, cuando tuvo esta buena idea, no la descuidó,
sino que la cumplió." El hijo del amo estuvo de acuerdo con este
propósito de su padre, que el siervo debía ser hecho coheredero con el
hijo. Después de algunos días, su amo hizo una fiesta, y le envió
muchos manjares exquisitos de la fiesta. Pero cuando el siervo recibió
[los manjares que le enviaba el amo], tomó lo que era suficiente para él
y distribuyó el resto entre sus consiervos. Y sus consiervos, cuando
hubieron recibido los manjares, se regocijaron, y empezaron a orar por él,
para que pudiera hallar mayor favor ante el amo, porque los había tratado
con largueza. Su amo oyó todas estas cosas que tuvieron lugar, y de nuevo
se regocijó sobremanera de su acto. Así, el amo llamó de nuevo a sus
amigos y a su hijo, y les anunció lo que el siervo había hecho con
respecto a los manjares que había recibido; y ellos aprobaron todavía más
su decisión, que su siervo debía ser hecho coheredero con su hijo.»
[56]
III. Yo le dije: «Señor, no comprendo
estas parábolas, ni puedo captarlas, a menos que me las expliques.» «Te
lo explicaré todo», me dijo; «y te mostraré todas las cosas que te
diga. Guarda los mandamientos del Señor, y serás agradable a Dios, y serás
contado entre el número de los que guardan sus mandamientos. Pero si
haces algo bueno aparte del mandamiento de Dios, ganarás para ti una
gloria más excelente, y serás más glorioso a la vista de Dios que si no
lo hubieras hecho. Así pues, si mientras guardas los mandamientos de Dios
añades estos servicios también, te regocijarás si los observas en
conformidad con mi mandamiento.» Yo le dije: «Señor, todo lo que me
mandaste lo guardaré; porque sé que tú estás conmigo.» «Yo estaré
contigo», me dijo él, «porque tú tienes tanto celo por hacer lo bueno;
sí, y yo estaré con todos los que tienen un celo semejante. Este ayuno»,
dijo él, «si se guardan los mandamientos del Señor, es bueno. Esta es,
pues, la manera en que has de guardar este ayuno [que estás a punto de
observar]. Ante todo, guárdate de toda mala palabra y de todo mal deseo,
y purifica tu corazón de todas las vanidades de este mundo. Si guardas
estas cosas, este ayuno será perfecto para ti. Y así harás. Habiendo
cumplido lo que está escrito, en el día en que ayunes no probarás sino
pan y agua; y contarás el importe de lo que habrías gastado en la comida
aquel día, y lo darás a una viuda o a un huérfano, o a uno que tenga
necesidad, y así pondrás en humildad tu alma, para que el que ha
recibido de tu humildad pueda satisfacer su propia alma, y pueda orar por
ti al Señor. Así pues, si cumples así tu ayuno, según te ha mandado,
tu sacrificio será aceptable a la vista de Dios, y este ayuno será
registrado; y el servicio realizado así es hermoso y gozoso y aceptable
al Señor. Estas cosas observarás, tú y tus hijos y toda tu casa; y,
observándolas, serás bendecido; sí, y todos los que lo oigan y lo vean
serán bendecidos, y todas las cosas que pidan al Señor las recibirán.»
[57]
IV. Le rogué mucho que me explicara la
parábola de la hacienda y del amo, y de la viña, y del siervo que puso
vallado a la viña, [y del vallado], y de las malas hierbas que había
arrancado de la viña, y del hijo, y de los amigos los consejeros. Porque
me di cuenta que todas estas cosas eran una parábola. Pero él me contestó
y dijo: «Eres excesivamente importuno con tus preguntas. No deberías»,
[dijo él], «hacer ninguna pregunta en absoluto; porque si es justo que
se te explique una cosa, se te explicará.» Y le dije: «Señor, todas
las cosas que me muestres y no me las expliques las habré visto en vano.»
Pero de nuevo me contestó, diciendo: «Todo el que es un siervo de Dios,
y tiene a su Señor en su corazón, pide entendimiento de Él y lo recibe,
e interpreta cada parábola, y las palabras que el Señor dice en parábola
le son dadas a conocer. Pero todos aquellos que son lentos y débiles en
la intercesión, éstos vacilan en preguntar al Señor. Pero el Señor es
abundante en compasión, y da a los que le piden sin cesar. Pero tú, que
has sido vigorizado por el santo ángel, y has recibido estos (poderes de)
intercesión, y no eres descuidado, ¿por qué, pues, no pides
entendimiento al Señor, y lo obtienes de Él?» Yo le dije: «Señor, yo
que te tengo a ti conmigo (sólo) tengo que preguntarte a ti e inquirir de
ti; porque tú me muestras todas las cosas, y me hablas; pero si yo las
hubiera de ver u ofr aparte de ti, habría pedido al Señor que me fueran
mostradas.»
[58]
V. «Ya te dije hace un momento»,
continuó, «que tú eres poco escrupuloso e importuno al inquirir sobre
las interpretaciones de las parábolas. Pero como eres tan obstinado, voy
a interpretarte la parábola de la hacienda y todo lo que la acompaña,
para que puedas darla a conocer a todos. Oye, ahora, y entiende. La
hacienda es este mundo, y el señor de la hacienda es el que creó todas
las cosas, y las ordenó, y las dotó de su poder, y el siervo es el Hijo
de Dios, y las vides son este pueblo a quien Él mismo plantó; y las
vallas son los [santos] ángeles del Señor que guardan juntos a su
pueblo; y las malas hierbas, que son arrancadas de la viña, son las
transgresiones de los siervos de Dios; y los manjares que Él envió de la
fiesta son los mandamientos que Él dio a su pueblo por medio de su Hijo;
y los amigos y consejeros son los santos ángeles que fueron creados
primero; y la ausencia del amo es el tiempo que queda hasta su venida.»
Yo le dije: «Señor, grandes y maravillosas son todas las cosas, y todas
las cosas son gloriosas; ¿había alguna probabilidad, pues, de que yo
pudiera haberlas captado?» «No, ni ningún otro hombre, aunque estuviera
lleno de entendimiento, podría haberlas captado.» «Con todo, señor»,
insistí, «explícame lo que estoy a punto de inquirir de ti.» «Sigue»,
me dijo, «si deseas algo.» «¿Por qué, [Señor]», dije yo, «es el
Hijo de Dios representado en esta parábola en la forma de un siervo?»
[59]
VI. «Escucha», me contestó; «el
Hijo de Dios no está representado en la forma de un siervo, sino que está
representado en gran poder y señorío.» «¿Cómo, señor?», dije yo;
«no lo comprendo.» «Porque», dijo él, «Dios plantó la viña, esto
es, creó al pueblo y lo entregó a su Hijo. Y el Hijo colocó a los ángeles
a cargo de ellos, para que velaran sobre ellos; y el Hijo mismo limpió
sus pecados, trabajando mucho y soportando muchas labores; porque cavar
sin trabajar o esforzarse. Habiendo, pues, Él limpiado a su pueblo, les
mostró los caminos de vida, dándoles la ley que Él recibió de su
Padre. Ves, pues», me dijo, «que Él es el mismo Señor del pueblo,
habiendo recibido todo el poder de su Padre. Pero escucha en qué forma el
señor tomó a su hijo y sus gloriosos ángeles como consejeros respecto a
la herencia del siervo. Dios hizo que el Espíritu Santo preexistente, que
creó toda la creación, morara en carne que Él deseó. Esta carne, pues,
en que reside el Espíritu Santo, fue sometida al Espíritu, andando
honorablemente en santidad y pureza, sin contaminar en modo alguno al Espíritu.
Cuando hubo vivido, pues, honorablemente en castidad, y trabajado con el
Espíritu, y hubo cooperado con él en todo, comportándose él mismo
osada y valerosamente, Él lo escogió como colaborador con el Espíritu
Santo; porque el curso de esta carne agradó [al Señor], siendo así que,
poseyendo el Espíritu Santo, no fue contaminado en la tierra. Por tanto,
tomó a su Hijo como consejero y a los gloriosos ángeles también, para
que esta carne, además, habiendo servido al Espíritu intachablemente,
pudiera tener algún lugar de residencia, y no pareciera que había
perdido la recompensa por su servicio; porque toda carne que es hallada
sin contaminación ni mancha, en que reside el Espíritu Santo, recibirá
una recompensa. Ahora tienes la interpretación de esta parábola también.»
[60]
VII. «Estoy muy contento, señor», le
dije, «de ofr esta interpretación.» «Escucha ahora», dijo él. «Guarda
esta tu carne pura e incontaminada, para que el Espíritu que reside en
ella pueda dar testimonio de ella, y tu carne pueda ser justificada.
Procura que nunca entre en tu corazón que esta carne tuya es perecedera,
y con ello abuses de ella en alguna contaminación. [Porque] si tú
contaminas tu carne, contaminarás al Espíritu Santo también; pero si
contaminas + la carne +, no vivirás.» «Pero, señor», dije yo, «si ha
habido alguna ignorancia en tiempos pasados, antes de haber oído estas
palabras, ¿cómo será salvado un hombre que ha contaminado su carne?»
«Sólo Dios tiene poder de sanar los antiguos hechos de ignorancia»,
dijo él, «porque toda autoridad es suya. [Pero ahora guárdate, y el Señor
Todopoderoso, que está lleno de compasión, dará curación para los
antiguos hechos de ignorancia] si a partir de ahora no contaminas tu carne
ni el Espíritu; porque ambos comparten en común, y el uno no puede ser
contaminado sin el otro. Por tanto, mantente puro, y vivirás para Dios.»
Sexta
Parábola
[61]
I. Estando sentado en mi casa, y
glorificando a Dios por todas las cosas que había visto; y considerando,
respecto a los mandamientos, que eran hermosos y poderosos y gozosos y
gloriosos y capaces de salvar el alma de un hombre, dije para mí:
"Bienaventurado seré si ando en estos mandamientos; sí, y todo el
que ande en ellos será bienaventurado". Mientras decía estas cosas
dentro de mí, súbitamente vi que él estaba sentado junto a mí, y me
decía lo siguiente: «¿Por qué eres de ánimo indeciso con respecto a
los mandamientos que yo te he mandado? Son hermosos. No dudes en absoluto;
pero revístete de la fe del Señor, y andarás en ellos. Porque yo voy a
corroborarte en ellos. Estos mandamientos son apropiados para los que
intentan arrepentirse; porque si no andan en ellos, su arrepentimiento es
vano. Los que os arrepentís, pues, arrojad de vosotros las maldades de
este mundo que os oprimen; y, revistiéndoos de toda excelencia de
justicia, podréis observar estos mandamientos y no añadir más a
vuestros pecados. Si no añadís, pues, ningún otro pecado, os apartaréis
de vuestros pecados anteriores. Andad, pues, en estos mandamientos míos,
y viviréis para Dios. Estas cosas ya te las he dicho [todas].» Y después
que él me hubo dicho estas cosas, me dijo: «Vayamos al campo, y te
mostraré los pastores de las ovejas.» «Vayamos, señor», le contesté.
Y fuimos a cierta llanura, y él me mostró a un joven, un pastor, vestido
con un leve manto de color de azafrán; y estaba apacentando un gran número
de ovejas, y estas ovejas se veía que estaban bien alimentadas y eran muy
retozonas, y estaban contentas y daban saltos de un lado a otro; y el
mismo pastor estaba muy contento acerca de su rebaño; y la misma mirada
del pastor era alegre en extremo; y corría por entre las ovejas.
[62]
II. Y me dijo: «¿Ves este pastor?»
«Le veo, señor», le contesté. «Éste es el ángel de la indulgencia
propia y del engaño», me dijo. «Destruye las almas de los siervos de
Dios, y las pervierte de la verdad, descarriándolas con malos deseos, en
los cuales perecen. Porque se olvidan de los mandamientos del Dios vivo, y
andan en engaños vanos y actos de complacencia propia, y son destruidos
por este ángel, algunos de ellos a muerte, y otros a corrupción.» Y yo
le dije: «Señor, no comprendo lo que esto significa: "a
muerte" y "a corrupción".» «Escucha», me dijo; «las
ovejas que viste contentas y juguetonas, son las que se han apartado de
Dios por completo, y se han entregado a sus propios deleites y deseos de
este mundo. En ellas, pues, no hay arrepentimiento para vida. Porque el
Nombre de Dios es blasfemado entre ellas. La vida de estas personas es
muerte. Pero las ovejas que viste que no están dando saltos, sino que están
paciendo en un lugar, éstas son las que se han entregado a actos de
autoindulgencia y engaño, pero no han pronunciado ninguna blasfemia
contra el Señor. Estas, pues, han sido corrompidas de la verdad. En éstas
hay esperanza de arrepentimiento, por el cual pueden vivir. La corrupción,
por tanto, tiene esperanza de una renovación posible, pero la muerte
tiene destrucción eterna.» Y seguimos un poco más adelante, y me mostró
un gran pastor, como un hombre tosco en apariencia, con una gran piel de
cabra, blanca, echada sobre su cuerpo; y tenía una especie de zurrón
sobre los hombros, y un cayado muy duro, con nudos en él, y un gran látigo.
Y su mirada era muy agria, de modo que tuve miedo de él a causa de su
mirada. Este pastor, entonces, fue recibiendo del pastor joven aquellas
ovejas juguetonas y bien alimentadas, pero que no saltaban, y las ponía
en cierto lugar que era muy abrupto y cubierto de espinos y zarzas, de
modo que las ovejas no podían desenredarse de los espinos y zarzas, sino
que [se enmarañaban entre los espinos y zarzas. Y así estas ovejas] pacían
enmarañadas en los espinos y zarzas, y su estado era en extremo
desgraciado, pues él las azotaba; y las hacía avanzar de un lado a otro,
sin darles descanso, y en conjunto aquellas ovejas lo pasaban muy mal.
[63]
III. Cuando las vi tan maltratadas por
el látigo y desgraciadas, me dio pena su situación, porque eran
atormentadas y no tenían reposo alguno. Y dije al pastor que estaba
hablando conmigo: «Señor, ¿quién es este pastor, que es [tan] cruel y
severo, y no tiene la menor compasión de estas ovejas?» «Este», me
dijo, «es el ángel del castigo, y es uno de los ángeles justos, y
preside sobre el castigo. Así que recibe a los que se apartan de Dios y
van en pos de sus concupiscencias y engaños en esta vida, y los castiga,
según merecen, con castigos espantosos y variados.» «Me gustaría saber
de qué clase son estos castigos diversos, señor», le dije. «Escucha»,
me respondió; «las diversas torturas y castigos son torturas que
pertenecen a la vida presente; porque algunos son castigados con pérdidas,
y otros con necesidades, y otros con enfermedades variadas, y otros con
[toda clase] de turbaciones, y otros con insultos de personas dignas y con
sufrimiento en muchos otros aspectos. Porque muchos, viéndose perturbados
en sus planes, ponen mano en muchas cosas, y nada les prospera. Y entonces
ellos dicen que no prosperan en sus actos, y no entra en sus corazones que
han cometido malas acciones, sino que echan la culpa al Señor. Cuando son
afligidos, pues, con toda clase de aflicción, entonces me los entregan a
mí para recibir buena instrucción, y son corroborados en la fe del Señor,
y sirven al Señor con un corazón puro el resto de los días de su vida.
Y cuando se arrepienten, las malas obras que han hecho se levantan en sus
corazones, y entonces glorifican a Dios, diciendo que Él es un Juez
justo, y que sufren justamente cada uno según sus actos. Y sirven al Señor
a partir de entonces con un corazón puro, y prosperan en sus actos,
recibiendo del Señor todas las cosas que piden; y entonces glorifican al
Señor porque les ha entregado a mí y ya no sufren ningún mal.»
[64]
IV. Y yo le digo: «Señor, declárame
más sobre esta cuestión.» «~,Qué es lo que quieres saber?», me
preguntó. «Señor, dime silos que viven en la autoindulgencia y son engañados
sufren tormentos durante el mismo período de tiempo en que han vivido en
la autoindulgencia y son engañados.» El me contestó: «Sufren tormentos
durante el mismo período de tiempo.» Y le dije yo: «Entonces, señor,
sufren tormentos muy leves; porque los que viven así en autoindulgencia y
se olvidan de Dios deberían ser atormentados a razón de siete por uno.»
Él me dijo: «Tú eres un necio, y no comprendes el poder del tormento.»
«Es verdad», le respondí, «porque si lo hubiera comprendido, no te
habría pedido que me lo declararas.» «Escucha», me dijo: «el poder de
los dos, [de la autoindulgencia y del tormento]. El tiempo de la
autoindulgencia y el engaño es una hora. Pero una hora de tormento tiene
el poder de. treinta días. Si uno vive en la autoindulgencia y es engañado
durante un día, y es atormentado un día, el día de tormento es
equivalente a todo un año. Porque un hombre es atormentado durante tantos
años como días ha vivido en la autoindulgencia. Ves, pues», me dijo «que
el tiempo de la autoindulgencia y el engaño es muy corto, pero el tiempo
del castigo y el tormento es largo.»
[65]
V. «Señor», le dije, «como no
comprendo del todo lo que hace referencia al tiempo del engaño y la auto
indulgencia y tormento, muéstramelo más claramente.» Él me respondió
y me dijo: «La necedad está pegada a ti; porque no quieres limpiar tu
corazón y servir a Dios. Vigila», [me dijo], «que el tiempo no se
cumpla y seas hallado en tu necedad. Escucha, pues», [me dijo], «según
quieres, para poder comprender esto. El que vive en la autoindulgencia y
es engañado durante un día, y hace lo que quiere, está revestido de
mucha locura y no comprende lo que está haciendo; porque el día de mañana
olvida lo que hizo el día anterior. Porque la autoindulgencia y el engaño,
por razón de su locura, no tienen recuerdos con los cuales revestirse;
pero cuando el castigo y el tormento están unidos al hombre durante un
solo día, este hombre es castigado y atormentado durante todo un año;
porque el castigo y el tormento tienen recuerdos prolongados. Así que,
siendo atormentado y castigado durante todo un año, el hombre recuerda
largo tiempo su autoindulgencia y engaño, y se da cuenta de que es a
causa de ellas que está sufriendo estos males. Todo hombre que vive en la
autoindulgencia y es engañado, pues, es atormentado de esta manera
porque, aunque posee la vida, se ha entregado a sí mismo a la muerte.»
«¿Qué clase de autoindulgencia es perjudicial, señor?» «Toda acción
que hace con placer es autoindulgencia para el hombre», me contestó; «para
el hombre irascible, cuando da rienda suelta a su pasión, es
autoindulgencia; y el adúltero y el borracho y el calumniador y el
mentiroso y el avaro y el defraudador y el que hace cosas semejantes a éstas,
da las riendas a su pasión peculiar, por lo que es autoindulgente en su
acción. Todos estos hábitos de autoindulgencia son perjudiciales para
los siervos de Dios; a causa de estos engaños sufren, pues, los que son
castigados y atormentados. Pero hay hábitos de autoindulgencia, también,
que salvan a los hombres; porque muchos son autoindulgentes en hacer bien,
siendo arrastrados por el placer que les produce. Esta autoindulgencia,
por consiguiente, es conveniente para los siervos de Dios, y trae vida a
un hombre de esta disposición; pero las autoindulgencias perjudiciales
antes mencionadas producen a los hombres tormentos y castigos; y si continúan
en ellas y no se arrepienten, les acarrean la muerte.»
Séptima
Parábola
[66]
Después de unos días le vi en la misma llanura donde había visto también
a los pastores, y me dijo: «¿Qué buscas?» «Señor», le contesté, «estoy
aquí para que mandes al pastor que castiga que salga de mi casa; porque
me aflige mucho.» «Te es necesario», me dijo, «ser afligido; porque así
lo ha ordenado respecto a ti el ángel glonoso, porque quiere que seas
probado.» «¿Por qué?, ¿qué he hecho que sea tan malo, señor», le
dije, «que deba ser entregado a este ángel?» «Escucha», me dijo: «Tus
pecados son muchos; con todo, no son tantos que hayas de ser entregado a
este ángel; pero tu casa ha cometido grandes iniquidades y pecados, y el
ángel glorioso está enojado por estos actos, y por esta causa ha mandado
que seas afligido durante cierto tiempo, para que ellos puedan también
arrepentirse y ser limpiados de todo deseo de este mundo. Por
consiguiente, cuando ellos se arrepientan y sean limpiados, entonces el ángel
del castigo partirá.» Y yo le dije: «Señor, si ellos han perpetrado
estos actos por los que el ángel glorioso está enojado, ¿qué he hecho
yo?» «Ellos no pueden ser afligidos de otra manera», dijo él, «a
menos que tú, la cabeza de [toda] la casa, seas afligido; porque si tú
eres afligido, ellos también por necesidad serán afligidos; pero si tú
eres próspero, ellos no pueden sufrir aflicción alguna.» «Pero, mira,
señor», le dije, «ellos se han arrepentido de todo corazón.» «Me doy
perfecta cuenta», contestó él, «que ellos se han arrepentido de todo
corazón; ahora bien, ¿crees tú que los pecados de los que se
arrepienten son perdonados inmediatamente? No lo son en modo alguno; sino
que la persona que se arrepiente ha de torturar a su propia alma, y ha de
ser del todo humilde en cada una de sus acciones, y afligido con toda
clase de aflicción; y si soporta las aflicciones que le vienen, sin duda
el que creó todas las cosas y las dotó de poder será movido a compasión
y concederá algún remedio. Y esto (hará Dios) si en alguna forma ve el
corazón del penitente puro de todo mal. Pero es conveniente que tú y
toda tu casa seáis afligidos ahora. Pero, ¿por qué platicar tanto
contigo? Tú has de ser afligido como ordena el ángel del Señor, el que
te entrega a mí; y por esto da gracias al Señor, que te ha considerado
digno de que yo te revele de antemano la aflicción, para que sabiéndolo
con antelación la soportes con entereza.» Yo le dije: «Señor, sé tú
conmigo, y podré soportar toda aflicción [fácilmente].» «Yo estaré
contigo», me dijo; «y pediré al ángel que castiga que te aflija más
levemente; pero tú serás afligido durante un tiempo corto, y serás
restaurado de nuevo a tu casa. Sólo sigue siendo humilde y sirve al Señor
con el corazón puro, tú y tus hijos y tu casa, y anda en mis
mandamientos que te ordeno, y de este modo será posible que tu
arrepentimiento sea fuerte y puro. Y si guardas estos mandamientos con tu
casa, será apartada de ti toda aflicción; sí, y la aflicción será
apartada de todo aquel que anda en estos mis mandamientos.
Octava
Parábola
[67]
I. Y me mostró un [gran] sauce, que
hacía sombra a llanuras y montañas, y bajo la sombra del sauce se habían
congregado los que son llamados por el nombre del Señor. Y junto al sauce
había de pie un ángel del Señor, glorioso y muy alto, que tenía una
gran hoz, y estaba cortando ramas del sauce, y dándolas a la gente que se
resguardaba debajo del sauce; y les daba varas pequeñas de un codo de
longitud. Y después que todos hubieron tomado las varas, el ángel puso a
un lado la hoz, y el árbol estaba sano, tal como yo lo había visto al
principio. Entonces me maravillé dentro de ml y dije: «¿Cómo es
posible que el árbol esté sano, después que le han cortado tantas ramas».
El pastor me dijo: «No te asombres que el árbol permanezca sano después
que se le han cortado tantas ramas?» sino espera hasta que veas todas las
cosas, y se te mostrará lo que es.» El ángel que dio las varas a la
gente les mandó que se las devolvieran; y tal como cada uno de ellos las
había recibido, así también fue citándolos, y cada uno le devolvió la
vara. Pero el ángel del Señor las tomaba y las examinaba. De algunos
recibía varas secas y como comidas por larvas; el ángel les ordenaba a
los que entregaban varas así que se pusieran a un lado. Y otros las
entregaban medio marchitas; éstos también eran puestos aparte. Y Otros
entregaban varas medio secas y con grietas; éstos eran puestos también
aparte. Y otros entregaban sus varas verdes y con grietas; éstos también
se quedaban aparte. Y otros entregaban sus varas medio secas y medio
verdes; éstos también quedaban aparte. Y otros entregaban las varas dos
tercios verdes y la otra tercera parte seca; éstos se quedaban aparte. Y
otros entregaban varas con dos panes secas y la tercera verde; éstos
también se quedaban aparte. Y otros entregaban sus varas casi todas
verdes, pero una pequeña porción seca en el extremo; pero había grietas
en ellas; éstos también se quedaban aparte. Y en las de otros había una
pequeña parte verde, pero el resto de la vara estaba seca; éstos también
estaban aparte. Y otros venían trayendo sus varas verdes, tal como las
habían recibido del ángel; y la mayor parte de la multitud entregaba sus
varas en este estado; y el ángel se regocijaba en gran manera en éstos;
éstos también estaban aparte. Y otros entregaban sus varas verdes y con
retoños; éstos también eran puestos aparte; y ante éstos también el
ángel se regocijaba grandemente. Y otros entregaban sus varas verdes y
con retoños; y los retoños tenían lo que parecía una especie de fruto.
Y éstos estaban contentos en extremo de que sus varas estuvieran en este
estado. Y sobre éstos el ángel se gozaba, y el pastor estaba muy
contento con ellos.
[68]
II. Y el ángel del Señor ordenó que
trajeran coronas. Y trajeron coronas, hechas como si fuera de ramas de
palmera; y coronaba a los hombres que habían entregado las varas que tenían
retoños y algo de fruto, y los enviaba a la torre. Y los otros eran también
enviados a la torre, a saber, los que habían traído las varas verdes y
con retoños, pero los retoños no tenían fruto; y ponía un sello sobre
ellos. Y todos los que iban a la torre tenían el mismo vestido, blanco
como la nieve. Y los que habían entregado sus varas verdes tal como las
habían recibido fueron despedidos, y se les dio un vestido [blanco] y
sellos. Después que el ángel hubo terminado estas cosas, dijo al pastor:
«Me voy; pero a éstos los enviarás a sus (lugares dentro) de los muros,
según lo que cada uno merezca; pero examina las varas cuidadosamente, y
envíalos. Mas sé muy cuidadoso al examinarlas. Asegúrate que ninguno
escape de ti», le dijo. «Con todo, si alguno se escapa, yo le probaré
en el altar.» Cuando hubo dicho esto al pastor se marchó. Y después que
el ángel hubo partido, el pastor me dijo: «Tomemos las varas de todos y
plantémoslas, para ver si algunas de ellas pueden vivir.» Y, yo le dije:
«Señor, estas cosas secas, ¿pueden vivir?» Él me contestó y dijo: «Este
árbol es un sauce, y esta clase de árboles se aferra a la vida. Si se
plantan las varas y tienen un poco de humedad, muchas de ellas viven. Y
después procuremos poner algo de agua sobre ellas. Si alguna de ellas
puede vivir, yo me gozaré de ello; pero si no vive, por lo menos no habré
sido negligente.» Así que el pastor me mandó que los llamara, a cada
uno según estaba colocado. Y ellos vinieron, fila tras fila, y entregaron
sus varas al pastor. Y el pastor tomó las varas y las plantó en hileras,
y después de haberlas plantado vertió mucha agua sobre ellas, de modo
que no se podían ver las varas por el agua. Y después que hubo regado
las varas, me dijo: «Vayámonos ahora, y dentro de unos pocos días
regresemos e inspeccionemos todas las varas; porque el que ha creado este
árbol quiere que vivan todo os que han recibido varas de este árbol. Y
yo mismo espero que estas pequeñas varas, después de haber recibido
humedad y haber sido regadas, vivan la mayor parte de ellas.»
[69]
III. Y yo le dije: «Señor, infórmame
de qué es este árbol. Porque estoy perplejo por su causa, porque aunque
se le cortaron tantas ramas, el árbol está sano, y no parece que se le
haya cortado ninguna; por tanto, estoy perplejo por ello.» «Escucha»,
me dijo; «este gran árbol que hace sombra sobre llanuras y montañas y
toda la tierra es la ley de Dios, que fue dada a todo el mundo; y esta ley
es el Hijo de Dios predicado a todos los extremos de la tierra. Pero el
pueblo que está bajo la sombra son los que han oído la predicación y
han creído en Él; pero el ángel grande y glorioso es Miguel, que tiene
poder sobre esta gente y es su capitán. Porque es él el que pone la ley
en los corazones de los creyentes; por tanto, él mismo inspecciona a
aquellos a quienes la ha dado, por ver si la han observado. Pero, tú ves
las varas de cada uno; porque las varas son la ley. Tú ves muchas de
estas varas por completo echadas a perder; y notarás a todos los que no
han observado la ley, y verás el lugar (destino) de cada uno en
particular.» Yo le dije: «Señor, ¿por qué envió a algunos a la torre
y dejó a otros para ti?» El me dijo: «Todos los que transgredieron la
ley que han recibido de él, a éstos los ha dejado bajo mi autoridad,
para que se arrepientan; pero a cuantos ya han satisfecho la ley y la han
observado, a éstos los tiene bajo su propia autoridad.» «¿Quiénes
son, pues, señor», le dije, «los que han sido coronados y entrado en la
torre?» [«Todos los que han luchado con el diablo y le han vencido en la
lucha», me dijo, «éstos son coronados]: éstos son los que han sufrido
por la ley. Pero los otros, que también entregaron sus varas verdes y con
retoños, aunque no con fruto, son los que fueron perseguidos por la ley
pero no sufrieron ni tampoco negaron la ley. Mas los que las entregaron
verdes, tal como las habían recibido, son hom bres sobrios y rectos, que
anduvieron del todo en un corazón puro y han guardado los mandamientos
del Señor. Pero todo lo demás lo sabrás cuando examine estas varas que
he plantado y regado.»
[70]
IV. Y después de varios días llegamos
al lugar, y el pastor se sentó en el lugar del ángel, en tanto que yo
estaba de pie a su lado. Y él me dijo: «Cíñete con una ropa de lino
crudo, y ayúdame. » Así que me ceñí con una ropa limpia de lino crudo
hecha de material tosco. Y cuando me vio ceñido y dispuesto a servirle,
me dijo: «Llama a los hombres cuyas varas han sido plantadas, según la
fila en que cada un presentó su vara.» Y yo salí a la llanura y los
llamé a todos; y ellos estaban de pie según sus filas. Y él les dijo:
«Que cada uno arranque su propia vara, y me la traiga.» Y los primeros
que la entregaron fueron los que habían tenido las varas secas y
agrietadas, y seguían igual: secas y agrietadas. El les ordenó que se
quedaran aparte. Luego las entregaron los que las tenían secas pero no
agrietadas; y algunos entregaron varas verdes, y otros secas y como roídas
por larvas. A los que le dieron varas verdes él les ordenó que se
quedaran aparte; pero a los que se las dieron secas y agrietadas les ordenó
que se unieran a los primeros. Entonces las entregaron los que tenían las
varas medio secas y con grietas; y muchos de ellos las entregaban verdes y
sin grietas; y muchos las entregaban verdes y con retoños y fruto en los
retoños, como los que habían ido a la torre coronados; y algunos de
ellos las entregaban secas y roídas, y algunos secas y no roídas, y
algunos tal como eran, medio secas y con grietas. El les ordenó que se
pusieran a un lado, algunos en sus propias filas y otros aparte de ellas.
[71]
V. Entonces las entregaron los que tenían
sus varas verdes pero con grietas. Estos las entregaron todos verdes, y se
quedaron en su propia compañía. Y el pastor se regocijó sobre éstos,
porque estaban todos cambiados y habían eliminado las grietas. Y las
entregaron también los que tenían la mitad verde y la otra mitad seca.
Las varas de algunos fueron halladas verdes del todo, las de algunos medio
secas, las de y roídas, y las de algunos verdes y con retoños. Estos
fueron todos enviados cada uno a su compañía. Luego las entregaron los
que tenían dos partes verdes y la otra seca; muchos de ellos las
entregaban verdes, y muchos medio secas, y otros secas y roídas. Todos éstos
se quedaron en su propia compañía. Luego las entregaron los que tenían
dos partes secas y la tercera parte verde. Muchos de ellos las entregaban
medio secas, algunos secas y roídas, y otros medio secas y con grietas, y
unos pocos verdes. Todos éstos se quedaron en su propia compañía. Luego
las entregaron los que habían tenido sus varas verdes pero con una pequeña
porción [seca] y con grietas. De éstos, algunos las entregaron verdes,
otros verdes y con retoños. Estos también fueron enviados a su propia
compañía. Entonces las entregaron los que tenían una pequeña parte
verde y las otras partes secas. Las varas de éstos fueron halladas en su
mayor parte verdes y con retoños y fruto en los retoños, y otras del
todo verdes. Ante estas varas el pastor se regocijó [sobremanera] porque
fueron halladas así. Y éstos fueron enviados a su propia compañía.
[72]
VI. Cuando [el pastor] hubo examinado
las varas de todos, me dijo: «Ya te dije que este árbol es tenaz en
mantenerse vivo. ¿Ves», me dijo, «como muchos se arrepintieron y fueron
salvados?» «Lo veo, señor», le contesté. Y él me dijo: «Es para que
tú puedas ver la abundante compasión del Señor, cuán grande es y
gloriosa, y Él ha dado (su) Espíritu a los que eran dignos de
arrepentimiento.» «¿Por qué, pues, señor», le pregunté, «no se
arrepintieron todos?» «A aquellos cuyo corazón Él vio que estaba a
punto de volverse puro y de servirle a Él de todo corazón, Él les dio
arrepentimiento; pero a aquellos en los que vio astucia y maldad, que
intentaban arrepentirse en hipocresía, a éstos no les dio
arrepentimiento, para que no profanaran de nuevo su nombre.» Y yo le
dije: «Señor, ahora muéstráme, con referencia a los que han entregado
sus varas, qué clase de hombre era cada uno de ellos, y su morada, para
que cuando oigan esto los que han creído y recibido el sello y lo han
roto y no lo han guardado entero, puedan entender lo que están haciendo,
y arrepentirse, recibiendo de ti un sello, y puedan glorificar al Señor,
que tuvo compasión de ellos y te envió a ti para renovar su espíritu.»
«Escucha», me dijo: «Aquellos cuyas varas fueron halladas secas y
comidas de larvas, éstos son los renegados y traidores de la Iglesia, que
han blasfemado al Señor en sus pecados, y todavía más, se avergonzaron
del Nombre del Señor, que fue invocado sobre ellos. Estos, pues, perecerán
del todo para Dios. Pero tú ves también que ninguno de ellos se
arrepintió, aunque oyeron las palabras que les dijiste, que yo te había
mandado. De hombres de esta clase ha partido la vida. Pero los que
entregaron (varas) verdes y sin marchitar, éstos están también cerca de
ellos; porque eran hipócritas, y trajeron doctrinas extrañas, y
pervirtieron a los siervos de Dios, especialmente a los que no habían
pecado, no permitiéndoles que se arrepintieran, sino persuadiéndoles con
sus doctrinas insensatas. Éstos, pues, tienen esperanza de arrepentirse.
Pero ves que muchos de ellos verdaderamente se han arrepentido desde que tú
les hablaste de mis mandamientos; sí, y (otros) todavía se arrepentirán.
Y todos los que no se arrepientan, habrán perdido la vida; pero cuantos
de ellos se arrepintieron se volvieron buenos; y su morada fue colocada
dentro de los primeros muros, y alguno de ellos, incluso, ascendió dentro
de la torre. Ves, pues», [me dijo], «que el arrepentimiento de los
pecados trae vida, pero el no arrepentirse trae muerte.
[73]
VII. »Pero, en cuanto a los que
entregaron (varas) medio secas y con gnetas en ellas, oye respecto a los
mismos. Aquellos cuyas varas estaban medio marchitas del todo, eran los
indecisos; porque ni viven ni están muertos. Pero los que las tienen
medio secas y con grietas, éstos son los indecisos y calumniadores, y
nunca están en paz entre sí, sino que siempre causan disensiones. Con
todo, incluso éstos», [dijo él], «reciben arrepentimiento. Ves, [me
dijo], que algunos de ellos se han arrepentido; y todavía hay», me dijo,
«esperanza de arrepentimiento entre ellos. Y todos los que de ellos», me
dijo, «se han arrepentido, tienen su residencia dentro de la torre; pero
todos los que se han arrepentido tardíamente morarán dentro de los
muros; y los que no se arrepintieron, sino que continuaron en sus actos,
morirán de muerte. Pero los que han entregado sus varas verdes y con
grietas, éstos fueron hallados fieles y buenos en todo tiempo, [pero]
tienen cierta emulación los unos de los otros para obtener el primer
lugar y gloria de alguna clase; pero todos ellos son necios al mostrar
(rivalidad) el uno del otro por los primeros lugares. Pese a todo, éstos
también, cuando oyeron mis mandamientos, siendo buenos, se purificaron a
si mismos y se arrepintieron rápidamente. Tienen, por tanto, su habitación
dentro de la torre. Pero si alguno vuelve otra vez a la disensión, será
echado fuera de la torre y perderá su vida. La vida es para todos los que
guardan los mandamientos del Señor. Pero en los mandamientos no hay nada
sobre los primeros lugares, ni sobre gloria de alguna clase, sino sobre
paciencia y humildad en el hombre. En estos hombres, pues, hay la vida del
Señor, pero en el sedicioso y libertino hay muerte.
[74]
VIII. »Pero los que entregaron sus
varas medio verdes y medio secas, éstos son los que están mezclados en
negocios y no se unen a los santos. Por lo tanto, la mitad de ellos vive,
pero la otra mitad está muerta. Muchos de ellos cuando oyeron mi
mandamiento se arrepintieron. Todos los que se arrepintieron tienen su
morada dentro de la torre. Pero algunos de ellos están puestos aparte.
Estos, pues, no tienen arrepentimiento; porque a causa de sus negocios
blasfemaron al Señor y le negaron. Así que perdieron su vida por la
maldad que cometieron. Pero muchos de ellos eran de ánimo indeciso. Estos
todavía tienen oportunidad para el arrepentimiento; si se arrepienten rápidamente,
su morada será dentro de la torre; y si tardan en arrepentirse, morarán
dentro de los muros; pero si no se arrepienten, ellos también habrán
perdido la vida. Pero los que han entregado varas dos partes verdes y la
tercera seca, éstos son los que han negado con negaciones múltiples.
Muchos de ellos se han arrepentido, pues, y han partido hacia el interior
de la torre; pero muchos se rebelaron del todo contra Dios; éstos
perdieron finalmente la vida. Y algunos de ellos eran de ánimo indeciso y
causaban disensiones. Para éstos, por tanto, hay arrepentimiento si se
arrepienten rápidamente y no siguen en sus placeres; pero si siguen en
sus acciones, éstos también se procurarán ellos mismos la muerte.
[75]
IX. »Pero los que han entregado sus
varas dos tercios secas y un tercio verde, éstos son los que han sido
creyentes, pero se hicieron ricos y tuvieron renombre entre los gentiles.
Se revistieron de gran orgullo y se volvieron arrogantes, y abandonaron la
verdad y no se juntaron con los justos, sino que vivieron del todo a la
manera de los gentiles, y su camino les pareció más placentero a ellos;
pese a todo no se apartaron de Dios, sino que continuaron en la fe, aunque
no hicieron las obras de la fe. Muchos de ellos, por consiguiente, se
arrepintieron y tuvieron su habitación dentro de la torre. Pero otros, al
final, viviendo con los gentiles y siendo corrompidos por las opiniones
vanas de los gentiles, se apartaron de Dios e hicieron las obras de los
gentiles. Estos, pues, son nombrados con los gentiles. Pero otros entre
ellos eran de ánimo indeciso, no esperando ser salvos por razón de
algunos actos que habían cometido; y otros eran indecisos y hacían
divisiones entre ellos. Para los que eran indecisos a causa de sus hechos
hay todavía arrepentimiento; mas, su arrepentimiento debería ser rápido,
para que su morada pueda ser dentro de la torre; pero para los que no se
arrepienten, sino que siguen en sus pasiones, la muerte está cerca.
[76]
X. »Mas los que entregaron sus varas
verdes, pero con el extremo seco y con grietas, son los que fueron
hallados en todo tiempo buenos y fieles y gloriosos a la vista de Dios,
pero pecaron en un grado leve por causa de deseos triviales y porque tenían
algo los unos contra los otros. Pero, cuando oyeron mis palabras la mayor
parte se arrepintió rápidamente, y su morada fue asignada dentro de la
torre. Pero algunos de ellos eran indecisos, y algunos, siendo indecisos,
causaron una mayor disensión. En éstos, por lo tanto, hay todavía
esperanza de arrepentimiento, porque fueron hallados buenos; y apenas habrá
alguno de ellos que muera. Pero los que entregaron sus varas secas, pero
con una pequeña porción verde, éstos son los que creyeron pero
practicaron las obras de injusticia. Con todo, no se separaron nunca de
Dios, sino que llevaron el nombre alegremente, y alegremente recibieron en
sus casas a los siervos de Dios. Así que, al oír de este
arrepentimiento, se arrepintieron sin vacilar, y practicaron toda
excelencia y justicia. Y algunos de ellos, incluso, sufrieron persecución
voluntariamente, sabiendo los hechos que hacían. Todos éstos, por tanto,
tendrán su morada en la torre.»
[77]
XI. Y después que hubo completado la
interpretación de todas las varas, me dijo: «Ve y di a todos los hombres
que se arrepientan, y vivirán para Dios; porque el Señor en su compasión
me envió a dar arrepentimiento a todos, aunque algunos no lo merecen por
sus actos; pero, siendo el Señor paciente, quiere que sean llamados por
medio de su Hijo para que sean salvos.» Y le dije: «Señor, espero que
todos los que oigan estas palabras se arrepentirán; porque estoy
persuadido de que cada uno, cuando conozca plenamente sus propios actos y
tema a Dios, se arrepentirá.» El me respondió diciéndome: «Todos
cuantos», [dijo él], «se [arrepientan] de todo corazón [y] se limpien
de todas las malas acciones antes mencionadas, y no añadan ningún peéado
más a los anteriores, recibirán curación del Señor para sus pecados
anteflore a menos que sean de ánimo indeciso con respecto a estos
mandamientos, y vivirán para Dios. [Pero cuantos añadan a sus pecados»,
me dijo, «y anden en las concupiscencias de este mundo, se condenarán a
sí mismos a muerte.] Pero tú anda en mis mandamientos, y vive [para
Dios; sí, y cuantos anden en ellos y obren rectamente, vivirán para
Dios.]» Habiéndome mostrado todas estas cosas [y habiéndomelas dicho]
me dijo: «Mira, te declararé el resto dentro de unos días.»
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