El
islam nació en el siglo VII en Arabia, una extensa península de Asia
situada entre el mar Rojo al oeste y el golfo Pérsico al este. El clima
árido y seco de Arabia la convierte en un enorme desierto donde la
agricultura solo es posible en algunos lugares de la costa y en los
escasos oasis del interior.
Los
habitantes de la península Arábiga estaban repartidos en tribus
enfrentadas entre sí, sin ningún poder político que las uniera. Cada
tribu tenía sus propias creencias e intereses. En el interior vivían
tribus de beduinos de origen nómada que se dedicaban al pastoreo de
camellos y cabras.
En
las regiones costeras, donde se practicaba la agricultura sedentaria, se
encontraban las únicas ciudades: Medina y La Meca, que eran importantes
centros comerciales por donde pasaban las rutas de caravanas que
transportaban especias, sedas y otros artículos de lujo procedentes de
Oriente.
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