Conversión de los moriscos por el beato Juan de Ribera, óleo de Francisco Domingo (1532-1611). Valencia, Museo de Bellas Artes de San Pío V.
Por
medio de la Inquisición, que comenzó a actuar en 1478 en el reino de
Castilla y en 1485 en el reino de Aragón, se persiguió a los que
practicaban su antigua religión de modo secreto, tanto judíos como
musulmanes. Este tribunal eclesiástico se convirtió en un instrumento
fundamental para la homogeneidad ideológica y religiosa en España. La
certificación de limpieza de sangre como condición forzosa para acceder a
los cargos administrativos del estado se implantó en el siglo XV y se
consolidó en el XVI. Para obtenerla había que demostrar con documentos
que no se tenían antepasados judíos ni musulmanes. Esta medida acababa
con cualquier posibilidad de ascenso social por parte de los conversos y
dificultaba su integración social.
Ante
esta situación, muchos conversos ocultaron su pasado pagando por una
nueva identidad o emigrando a otros territorios españoles,
fundamentalmente a América, donde no fuesen conocidos ni juzgados, o
escapando fuera de los límites en los que imperaban los reyes españoles.
Todavía
hoy en día se utilizan frases hechas que ya se decían para asustar a
los conversos con la delación, como «que te den morcilla», lo que
suponía una amenaza, teniendo en cuenta las normas que tienen tanto
judíos como musulmanes respecto a la ingestión de sangre y cerdo.
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