Torre mudéjar de San Pedro, en Teruel (siglos XIII-XIV).
El
arte es el reflejo de la sociedad que lo crea, y la de la península
Ibérica se caracterizó por el mestizaje y las mutuas influencias. El
mudéjar ilustra esta realidad, ya que es el arte que mezcla elementos
constructivos y decorativos hispanomusulmanes con los propios de la
tradición cristiana, empleándolos tanto para la construcción de iglesias
como de sinagogas. Se desarrolla especialmente entre los siglos XI y
XVI, por lo que los elementos de tradición se mezclaron fundamentalmente
con el románico y con el gótico.
El
mudéjar incluye el uso habitual de materiales frecuentes en el arte
islámico como el ladrillo, la madera o el yeso, a los que se da un uso
muy decorativo, además de arcos de herradura y otros recursos de la
arquitectura andalusí, como, por ejemplo, la cerámica, que consigue
romper la monotonía introduciendo color en la obra.
El
mudéjar se extendió por Castilla, pero al coincidir también con la época
de colonización de América, hoy es posible contemplar numerosas obras
de este estilo al otro lado del Atlántico, especialmente techos de
madera (artesonados) con ricas decoraciones.
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