Ars Magna.

Título de una obra lógica de Ramon Llull, en la que expone su «arte combinatoria», o arte de poder expresar todas las verdades fundamentales de la fe, y los razonamientos correspondientes, por simples medios combinatorios, que en su intención debía constituir como un lenguaje universal que podría ser aceptado por todos los infieles (musulmanes). De hecho dedicó a este tema unos cuarenta tratados, de los cuales destacan una primera Ars magna primitiva (1274) y una segunda Ars magna (1308), también llamada Ars Generalis Ultima. En ella, a los atributos divinos se les llama «dignidades», y son nueve: bondad, grandeza, eternidad, poder, sabiduría, voluntad, virtud, verdad y gloria. Estas dignidades son, a su vez, principios absolutos que, combinados entre sí y con otros cinco conjuntos de nueve conceptos (principios relativos, cuestiones, sujetos, virtudes y vicios), de forma mecánica, mediante diagramas y círculos que rotan unos en torno a otros, dan lugar a un número limitado de enunciados y razonamientos básicos, a partir de los cuales creía que podía realizar razonamientos más complejos.


Este arte luliano, que no produjo ningún efecto concreto, supuso algún desarrollo de la lógica: se cultivó durante la Edad Media y el Renacimiento, y en el s. XVII no son pocos los libros que tratan de este tema; destacan los del jesuita alemán, Athanasius Kircher (1601-1680), científico, matemático, criptógrafo y lulista, que en 1669 publicó la importante obra Ars magna sciendi sive combinatoria [El gran arte de saber o combinatoria]. Leibniz escribió a los 19 años una Disertación sobre el arte combinatorio (1666) en la que se refiere a la Ars magna de Llull, que le habría sugerido la idea de un álgebra universal, o de una characteristica universalis.