El A. M. constituye en. la
Antigüedad un puente entre las civilizaciones orientales (V. ASIRIA;
BABILONIA; SIRIA; etc.) y la occidental grecorromana. Etnológicamente se
configuró a través de la historia en esa región un conjunto de pueblos y
gentes abigarrado y caótico, cuyo estudio resulta difícil por carecer de
fuentes literarias primarias. El mismo caos se refleja en el aspecto
religioso. Las fuentes más importantes que se tienen son secundarias:
los escritores griegos, sobre todo de los últimos siglos antes del
cristianismo. El tratamiento del material que nos han legado exige un
cuidadoso trabajo para seleccionar y separar lo que pertenece
originalmente a las tradiciones cúlticas y religiosas del A. M. de todo
lo que es propiamente griego. El resultado no puede exceder los límites
de una descripción imprecisa, debido a las grandes lagunas existentes.
Los constantes movimientos de migración desde el exterior contribuyen al
afincamiento en esa zona de Asia de cultos y religiones extranjeras de
Oriente y de Occidente, mientras, por otro lado, los cultos y
movimientos religiosos propios del A. M. demuestran poseer una gran
fuerza expansiva y ejercer un atractivo muy particular para el mundo
occidental grecorromano. Para formarse una síntesis orientadora y
completa, en lo posible, sobre la situación religiosa del A. M. en la
Antigüedad, según ha llegado hasta nosotros, se pueden considerar los
puntos siguientes: 1) Cultos y movimientos religiosos propios del A. M.
2) Influencias orientales. 3) La religión griega en el A. M. Para el
punto 3, v. GRECIA VII. Del punto 1 se excluye la religión del pueblo
hitita por tratarse aparte (V. HITITAS; HURRITAS), aunque su
conocimiento es imprescindible en sí mismo y por el influjo que ejerció
sobre todo el A. M. y el antiguo mundo oriental.
1. Cultos y movimientos religiosos propios del Asia Menor. a) El culto más antiguo y extendido del A. M. y que mayor importancia alcanzó más tarde entre los griegos y entre los romanos fue el de la Gran Madre. Tiene su origen en Frigia, región central del A. M., aunque parece anterior a la inmigración de los frigios (ca. el 1000 a. C.), que se lo apropian. El nombre propio frigio de la Gran Madre es Kybele. En Pesino, al pie del monte Agdos, poseía un precioso santuario o templo principal. Los demás templos aparecen como filiales del anterior. En el s. vii a. C. su culto se extendió por todo el A. M., en especial hacia el NO. En la segunda mitad del mismo siglo, al conquistar los lidios el país frigio, trasladaron el centro del culto de la Gran Madre a Sardes. De aquí pasa más tarde a las ciudades griegas de la costa occidental del A. M. para saltar luego a las islas del Egeo. Sus lugares de culto preferidos se sitúan en los montes y conforme a éstos recibe distintos apelativos: Berenynthia, Dindymene, Sipylene, etc. A pesar de las numerosas inscripciones que se han descubierto con referencias a la Gran Madre, el conocimiento que se tiene de su culto y de su significación permanece muy exiguo. Parece una divinidad universal como la Madre Tierra (v. TIERRA V). Se creía que Kybele había nacido de la roca desnuda junto a una fuente de agua fresca. En los s. vuivi a. C. se esculpen en las caras de rocas semejantes situadas junto a los ríos sagrados frigios grandes fachadas representando sus templos. Madre de las montañas y diosa de la naturaleza (v.), como Madre da también y conserva la vida, protege a las ciudades donde se encuentran sus templos conforme al carácter siempre local de su culto, presta ayuda en las enfermedades y otros peligros, anuncia el futuro a semejanza de otras divinidades y cobra importancia más tarde en los cultos mistéricos (V. MISTERIOS Y RELIGIONES MISTÉRICAS). Su fiesta se celebraba en primavera.
En el paroxismo orgiástico, durante la celebración del ritual, había devotos que se emasculaban a sí mismos. Con este rito tan particular como bárbaro se convertían en sacerdotes de la Gran Madre y de Attis. Esta práctica ritual se reflejó en un mito. Parece que para las mujeres existían también costumbres de idéntico significado, p. ej., por la amputación de un pecho. En Pesino no se comía carne de cerdo. Sobre el conjunto de sacerdotes estaba el pontífice o gran sacerdote, quien a la vez era príncipe o señor temporal. Había asimismo sacerdotisas. En una estatua del s. vi a. C. en Bogazkóy, Kybele figura con dos instrumentos musicales: el aulos y la cithara. A veces la acompañan unos leones. En los tiempos más antiguos nada existe sobre la posible relación de la Gran Madre con divinidades de otros pueblos. En Pesino se le veneraba junto a Attis; a ellos se asocian después en el culto numerosos dioses griegos,
b) Attis, dios frigio y lidio, que se encuentra asociado al culto y mito de la Gran Madre como divinidad masculina. Se desconoce de hecho su historia en A. M., aunque parece seguir un camino paralelo al de Kybele. Se cree original de Frigia, que siempre será lugar central de su culto. De allí pasó a los lidios hacia el O, hacia el N a Bitinia y por el S se extendió hasta Cilicia. Termina saltando igualmente a Grecia y Roma. Un mito (v.) contiene el relato de la propia emasculación de Attis. Como la de la Gran Madre, su fiesta se celebraba en primavera.
c) Men, dios lunar (v. LUNA) (latín Mensis). Existe abundante material de inscripciones y monedas sobre su culto en Frigia, Lidia, Ponto, Misia, Jonia, Caria, etc. Se colorea también con nombres distintos. Fuera del A. M., donde alcanzó gran difusión, no existen testimonios de su culto. Tenía un santuario en Ponto con su recinto o propiedad sagrada al servicio de los sacerdotes. Se le figura con el gorro frigio y la media luna. También se le veneraba junto a otras divinidades, con frecuencia junto a la Gran Madre.
d) Ma, divinidad femenina, poseería sólo un santuario en ambas Comanas, la de Capadocia y la de Ponto: el segundo como filial del primero. No hay datos sobre la existencia de templos en otros lugares, pero se sabe que había devotos suyos en Pérgamo y Galacia. El templo poseía una propiedad en tierras a disposición del gran sacerdote, a la vez señor temporal, el segundo después del rey. Servían al culto 6.000 «hieródulos», la mitad de los cuales eran hombres y la otra mujeres (V. HIERÓDULA). Se practicaba la prostitución sagrada. Ma aparece como una divinidad muy antigua, de los primeros pobladores del A. M., sin dependencia de otras extranjeras, si bien con ciertas semejanzas. Ma significa «madre», lo que le pone en relación con las distintas «madres» del A. M., aunque con caracteres propios: Ma es una diosa guerrera. Se le introdujo también más tarde en el mundo helenístico y en Roma.
e) Sabazios, dios frigio, de cuyo culto hay testimonios, aunque no abundantes, prácticamente en todas las regiones del A. M. El país frigio es el más rico en tradición literaria y monumentos. Los lidios le llaman Baco (v.) Se le identifica con Dionisos (v.) griego, cuyo culto tuvo gran auge entre los jonios. Está relacionado con cultos mistéricos (v. SABACIO, MISTERIO DE). Se le tributaba un culto orgiástico. Pasó asimismo a Grecia y Roma.
f) Otras divinidades y cultos del Asia Menor. No parece posible más que dar una simple enumeración: Marsyas, dios fluvial, del nacimiento del río que lleva su nombre, flautista, aparece alguna vez junto a la Gran Madre. Agdistis, llamado según el monte Agdos. Bagaios, dios del cielo frigio, que los griegos identificaron con Zeus (v.) y veneraron como Zeus Bagaios. El héroe Tyris o Tyrimmus, que parece pertenecía a Lidia. De Frigla procede el culto a los Kabeiroi. La gran divinidad de los lidios fue Artimu, la Artemis griega. Entre los cultos locales lidios se descubre la adoración de una trilogía: la Diosa Madre, un dios masculino, y Men, el dios lunar.
2. Influencias orientales. Con la invasión y el dominio persa se introducen en A. M. cultos orientales, de los cuales el más importante fue el de la diosa Anahita. También penetró el culto y misterios de Mitra (v.). Sin embargo, los vestigios que de ellos quedaron son muy escasos, repartidos por Pisidia, Capadocia, Frigia y Misia. Los piratas cilicios sirvieron de intermediarios para la introducción del culto de Mitra en el mundo occidental antiguo.
Anahita es el nombre de una antigua diosa persa. Su culto se extiende en el A. M. por Ponto, Capadocia y Lidia, donde poseyó numerosos templos. Parece haberse configurado de manera distinta según las diversas regiones. En Lidia el ritual se conservó fiel a los antiguos usos persas. En otros lugares acoge costumbres griegas. Conforme a su carácter cambiable recibe diversos nombres. En Lidia se le veneró junto a la Gran Madre y a Men. En algunas inscripciones acompaña a Sabazios. En Ponto tenía sus propios templos, cultos y fiestas, y se practicaba la prostitución sagrada. Se encuentran allí sacerdotes persas, «magos» y templos también persas. Con los Ptolomeos pasaron a las ciudades de la costa del A. M. los cultos egipcios de Isis, Serapis y otros dioSeS (V. EGIPTO VII).
3. Aspectos generales. Un acercamiento a la historia religiosa del A. M. detecta lagunas que, al menos actualmente, son insalvables, debido a la escasez y pobreza de las fuentes disponibles. El mayor número de tradiciones y las más importantes parten del país de los friglos, mientras son escasas entre los lidios y prácticamente inexistentes en las restantes regiones. La importancia y difusión mayor la alcanza el culto de la Gran Madre, que atraería sin duda los sentimientos religiosos de la gente sencilla. Junto a ella está el dios Attis. Destaca la capacidad de tolerancia y de convivencia entre los distintos cultos, sin pretensiones de exclusividad. El íntimo atractivo de los movimientos religiosos del A. M. se hace patente en la aceptación y auge que obtuvieron entre los griegos, sobre todo, y los romanos. Un cuadro de la historia religiosa del A. M. dista de ser unitario.
Otra característica de la vida religiosa del A. M. Sería la importancia digamos política de los lugares de culto. A. M. está sembrada de templos con sus propiedades en tierras. Los sacerdotes son a la vez señores o príncipes temporales. Bajo su gobierno viven los habitantes de la comunidad, en su mayor parte «hieródulos», que trabajan los campos (kome), con una relación de dependencia más o menos estrecha, en cada caso, de los señores. Estos recintos sagrados, con frecuencia vastos en el este y el norte de A. M., son más reducidos en el oeste. Un ejemplo clásico lo ofrecen los de ambas Comanas (v. supra) y el templo de Anahita en Zela (Ponto). Los términos religiosos griegos adquieren un contenido y significado distintos al ser aplicados a realidades religiosas del A. M. En amplias zonas de Asia la divinidad era en extremo absorbente: nada había que no le perteneciera, que no fuera sagrado (cfr. Fr. Boemer, Untersuchungen über die Religion der Sklaven in Griechenland und Rom, Zweiter Teil, Akademie der Wissenschaften, Mainz 1960).
Parece propio de los movimientos religiosos del A. M. una predilección por las formas extáticas, con un fuerte sentido de expiación (v. PENITENCIA I), y, finalmente, una inclinación al ascetismo (v.). Poco se sabe de la actividad de los «oráculos» (v.) en esta región de Asia; aparecen ya, sin embargo, como antiguos a pesar de su importancia meramente local.
1. Cultos y movimientos religiosos propios del Asia Menor. a) El culto más antiguo y extendido del A. M. y que mayor importancia alcanzó más tarde entre los griegos y entre los romanos fue el de la Gran Madre. Tiene su origen en Frigia, región central del A. M., aunque parece anterior a la inmigración de los frigios (ca. el 1000 a. C.), que se lo apropian. El nombre propio frigio de la Gran Madre es Kybele. En Pesino, al pie del monte Agdos, poseía un precioso santuario o templo principal. Los demás templos aparecen como filiales del anterior. En el s. vii a. C. su culto se extendió por todo el A. M., en especial hacia el NO. En la segunda mitad del mismo siglo, al conquistar los lidios el país frigio, trasladaron el centro del culto de la Gran Madre a Sardes. De aquí pasa más tarde a las ciudades griegas de la costa occidental del A. M. para saltar luego a las islas del Egeo. Sus lugares de culto preferidos se sitúan en los montes y conforme a éstos recibe distintos apelativos: Berenynthia, Dindymene, Sipylene, etc. A pesar de las numerosas inscripciones que se han descubierto con referencias a la Gran Madre, el conocimiento que se tiene de su culto y de su significación permanece muy exiguo. Parece una divinidad universal como la Madre Tierra (v. TIERRA V). Se creía que Kybele había nacido de la roca desnuda junto a una fuente de agua fresca. En los s. vuivi a. C. se esculpen en las caras de rocas semejantes situadas junto a los ríos sagrados frigios grandes fachadas representando sus templos. Madre de las montañas y diosa de la naturaleza (v.), como Madre da también y conserva la vida, protege a las ciudades donde se encuentran sus templos conforme al carácter siempre local de su culto, presta ayuda en las enfermedades y otros peligros, anuncia el futuro a semejanza de otras divinidades y cobra importancia más tarde en los cultos mistéricos (V. MISTERIOS Y RELIGIONES MISTÉRICAS). Su fiesta se celebraba en primavera.
En el paroxismo orgiástico, durante la celebración del ritual, había devotos que se emasculaban a sí mismos. Con este rito tan particular como bárbaro se convertían en sacerdotes de la Gran Madre y de Attis. Esta práctica ritual se reflejó en un mito. Parece que para las mujeres existían también costumbres de idéntico significado, p. ej., por la amputación de un pecho. En Pesino no se comía carne de cerdo. Sobre el conjunto de sacerdotes estaba el pontífice o gran sacerdote, quien a la vez era príncipe o señor temporal. Había asimismo sacerdotisas. En una estatua del s. vi a. C. en Bogazkóy, Kybele figura con dos instrumentos musicales: el aulos y la cithara. A veces la acompañan unos leones. En los tiempos más antiguos nada existe sobre la posible relación de la Gran Madre con divinidades de otros pueblos. En Pesino se le veneraba junto a Attis; a ellos se asocian después en el culto numerosos dioses griegos,
b) Attis, dios frigio y lidio, que se encuentra asociado al culto y mito de la Gran Madre como divinidad masculina. Se desconoce de hecho su historia en A. M., aunque parece seguir un camino paralelo al de Kybele. Se cree original de Frigia, que siempre será lugar central de su culto. De allí pasó a los lidios hacia el O, hacia el N a Bitinia y por el S se extendió hasta Cilicia. Termina saltando igualmente a Grecia y Roma. Un mito (v.) contiene el relato de la propia emasculación de Attis. Como la de la Gran Madre, su fiesta se celebraba en primavera.
c) Men, dios lunar (v. LUNA) (latín Mensis). Existe abundante material de inscripciones y monedas sobre su culto en Frigia, Lidia, Ponto, Misia, Jonia, Caria, etc. Se colorea también con nombres distintos. Fuera del A. M., donde alcanzó gran difusión, no existen testimonios de su culto. Tenía un santuario en Ponto con su recinto o propiedad sagrada al servicio de los sacerdotes. Se le figura con el gorro frigio y la media luna. También se le veneraba junto a otras divinidades, con frecuencia junto a la Gran Madre.
d) Ma, divinidad femenina, poseería sólo un santuario en ambas Comanas, la de Capadocia y la de Ponto: el segundo como filial del primero. No hay datos sobre la existencia de templos en otros lugares, pero se sabe que había devotos suyos en Pérgamo y Galacia. El templo poseía una propiedad en tierras a disposición del gran sacerdote, a la vez señor temporal, el segundo después del rey. Servían al culto 6.000 «hieródulos», la mitad de los cuales eran hombres y la otra mujeres (V. HIERÓDULA). Se practicaba la prostitución sagrada. Ma aparece como una divinidad muy antigua, de los primeros pobladores del A. M., sin dependencia de otras extranjeras, si bien con ciertas semejanzas. Ma significa «madre», lo que le pone en relación con las distintas «madres» del A. M., aunque con caracteres propios: Ma es una diosa guerrera. Se le introdujo también más tarde en el mundo helenístico y en Roma.
e) Sabazios, dios frigio, de cuyo culto hay testimonios, aunque no abundantes, prácticamente en todas las regiones del A. M. El país frigio es el más rico en tradición literaria y monumentos. Los lidios le llaman Baco (v.) Se le identifica con Dionisos (v.) griego, cuyo culto tuvo gran auge entre los jonios. Está relacionado con cultos mistéricos (v. SABACIO, MISTERIO DE). Se le tributaba un culto orgiástico. Pasó asimismo a Grecia y Roma.
f) Otras divinidades y cultos del Asia Menor. No parece posible más que dar una simple enumeración: Marsyas, dios fluvial, del nacimiento del río que lleva su nombre, flautista, aparece alguna vez junto a la Gran Madre. Agdistis, llamado según el monte Agdos. Bagaios, dios del cielo frigio, que los griegos identificaron con Zeus (v.) y veneraron como Zeus Bagaios. El héroe Tyris o Tyrimmus, que parece pertenecía a Lidia. De Frigla procede el culto a los Kabeiroi. La gran divinidad de los lidios fue Artimu, la Artemis griega. Entre los cultos locales lidios se descubre la adoración de una trilogía: la Diosa Madre, un dios masculino, y Men, el dios lunar.
2. Influencias orientales. Con la invasión y el dominio persa se introducen en A. M. cultos orientales, de los cuales el más importante fue el de la diosa Anahita. También penetró el culto y misterios de Mitra (v.). Sin embargo, los vestigios que de ellos quedaron son muy escasos, repartidos por Pisidia, Capadocia, Frigia y Misia. Los piratas cilicios sirvieron de intermediarios para la introducción del culto de Mitra en el mundo occidental antiguo.
Anahita es el nombre de una antigua diosa persa. Su culto se extiende en el A. M. por Ponto, Capadocia y Lidia, donde poseyó numerosos templos. Parece haberse configurado de manera distinta según las diversas regiones. En Lidia el ritual se conservó fiel a los antiguos usos persas. En otros lugares acoge costumbres griegas. Conforme a su carácter cambiable recibe diversos nombres. En Lidia se le veneró junto a la Gran Madre y a Men. En algunas inscripciones acompaña a Sabazios. En Ponto tenía sus propios templos, cultos y fiestas, y se practicaba la prostitución sagrada. Se encuentran allí sacerdotes persas, «magos» y templos también persas. Con los Ptolomeos pasaron a las ciudades de la costa del A. M. los cultos egipcios de Isis, Serapis y otros dioSeS (V. EGIPTO VII).
3. Aspectos generales. Un acercamiento a la historia religiosa del A. M. detecta lagunas que, al menos actualmente, son insalvables, debido a la escasez y pobreza de las fuentes disponibles. El mayor número de tradiciones y las más importantes parten del país de los friglos, mientras son escasas entre los lidios y prácticamente inexistentes en las restantes regiones. La importancia y difusión mayor la alcanza el culto de la Gran Madre, que atraería sin duda los sentimientos religiosos de la gente sencilla. Junto a ella está el dios Attis. Destaca la capacidad de tolerancia y de convivencia entre los distintos cultos, sin pretensiones de exclusividad. El íntimo atractivo de los movimientos religiosos del A. M. se hace patente en la aceptación y auge que obtuvieron entre los griegos, sobre todo, y los romanos. Un cuadro de la historia religiosa del A. M. dista de ser unitario.
Otra característica de la vida religiosa del A. M. Sería la importancia digamos política de los lugares de culto. A. M. está sembrada de templos con sus propiedades en tierras. Los sacerdotes son a la vez señores o príncipes temporales. Bajo su gobierno viven los habitantes de la comunidad, en su mayor parte «hieródulos», que trabajan los campos (kome), con una relación de dependencia más o menos estrecha, en cada caso, de los señores. Estos recintos sagrados, con frecuencia vastos en el este y el norte de A. M., son más reducidos en el oeste. Un ejemplo clásico lo ofrecen los de ambas Comanas (v. supra) y el templo de Anahita en Zela (Ponto). Los términos religiosos griegos adquieren un contenido y significado distintos al ser aplicados a realidades religiosas del A. M. En amplias zonas de Asia la divinidad era en extremo absorbente: nada había que no le perteneciera, que no fuera sagrado (cfr. Fr. Boemer, Untersuchungen über die Religion der Sklaven in Griechenland und Rom, Zweiter Teil, Akademie der Wissenschaften, Mainz 1960).
Parece propio de los movimientos religiosos del A. M. una predilección por las formas extáticas, con un fuerte sentido de expiación (v. PENITENCIA I), y, finalmente, una inclinación al ascetismo (v.). Poco se sabe de la actividad de los «oráculos» (v.) en esta región de Asia; aparecen ya, sin embargo, como antiguos a pesar de su importancia meramente local.
M. GALLART RIVERA.
BIBL.: Cfr. en RE los
arts. de PAuLYWISSOWA: Attis, II 2, 22472251; Agdistis, I 1, 767768;
Anaitis, 1 2, 20301; Dionysos, V 1, 101046; Kome, Suppl. IV, 9616;
Kybele, XI 2, 225064; Ma, XIV 1, 7691; Marsyas, XIV 2, 198695; Meiz, XV
1, 68997; Sabazios, IA 2, 154057; M. NILSSON, Geschichte der
Griechischen Religion, 2 ed. Munich 1955; R. REITZENSTEIN, Die
hellenistischen Mysterienreligionen, 3 ed. Leipzig 1927; F. CUMONT, Les
religions orientales dans le paganisme romain, 2 ed. París 1929, 4368.
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