El
concepto de asistencia va estrechamente unido al de necesidad. En efecto,
constituye una respuesta a la necesidad insatisfecha, que, sobre todo en la
sociedad contemporánea, reviste numerosas formas y perfiles: desde la necesidad
económica inmediata (de comida, vestido, casa, trabajo) hasta las necesidades más
profundas (de participación e integración) que no encuentran la manera de
manifestarse en el mercado. La asistencia es un instrumento que se propone
liberar a las personas (o también a los grupos y a las mismas comunidades
nacionales) de estas necesidades, múltiples y - crecientes. La asistencia asume
una configuración distinta según se trate de la asistencia privada o de la pública.
Durante
largos períodos prevaleció la asistencia privada y la organizada por la Iglesia. Al
contrario, en los tiempos modernos ha sido el Estado el que ha gestionado de
forma directa y cada vez más esmerada la asistencia, hasta el punto de asumir
la configuración de « Estado asistencial » (Welfare state).
Este
Estado se ha propuesto garantizar a todos los ciudadanos (independientemente de
su situación económica y de su rango social) la seguridad frente a todas las
necesidades «desde la cuna hasta el sepulcro», a través de la ocupación
plena y de una política adecuada de la vivienda, de la sanidad, de la enseñanza,
de la previsión contra el paro, etc. Como no logra cumplir toda la amplitud de
esta tarea ni puede soportar las cargas económicas consiguientes, el Estado
asistencial, burocráticamente cada vez más pesado, ha entrado en crisis y
actualmente se desea su superació, dejando de manifiesto sus límites y
defectos. En la reflexión cristiana la asistencia encuentra su motivación como
expresión caritativa, siempre necesaria. Para que resulte auténtica y no se
resuelva en un «samaritanismo deteriorado», es preciso que se supere la óptica
de los "casos piadosos» y de la concesión de ayudas inmediatas
(exceptuando los casos de emergencia) y que se piense en una acción político-económica
que atienda a las causas estructurales de la indi gencia, sin olvidar aquellas
necesidades para las que se requiere la participación y el compromiso personal.
G.
Mattai
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