miércoles, 17 de agosto de 2016

FENOMENOLOGÍA. II. PSICOLOGÍA

Generalidades. La f. que interesa a los psicólogos es fundamentalmente un principio nietodológico. Como tal, aparece hacia la segunda década del s. XX, para satisfacer la necesidad de comprensión de la experiencia subjetiva de los enfermos psíquicos.
      Desde el primer momento supuso, de hecho, un punto de vista nuevo en el enfoque de las alteraciones del psiquismo. No era solamente la exigencia de superar los esquemas descriptivos prestados a la clínica de tales alteraciones por las diferentes direcciones de la Psicología de inspiración científico-natural, o del psicologismo interpretativo del psicoanálisis (v.); junto a este argumento, los primeros psiquiatras fenomenólogos podían presentar el de tener que resolver no pocas cuestiones surgidas de la aplicación de las hipótesis de trabajo de esas mismas escuelas.
      Debe reconocerse, sin embargo, que, sin el antecedente inmediato de la f. filosófica (v. i) y la natural presión ejercida por ésta en el dominio de los saberes antropológicos, su desarrollo como método de investigación de los hechos psíquicos no hubiera sido tan notable. Ello no quiere decir, como a veces se piensa, que la f. represente una intromisión inoportuna de la filosofía en el terreno de la psiquiatría (v.). Es evidente que los problemas que plantean las enfermedades mentales requieren, a menudo, una iluminación filosófica mayor o, tal vez, más inmediata que los de otras maneras de enfermar; ha ocurrido siempre y es de presumir que siga ocurriendo; de lo contrario, habría que prescindir de todo saber genuinamente psicológico. En este caso, lo que los psiquiatras deben a la filosofía fenomenológica de E. Husserl (v.) es, sencillamente, la posibilidad de aplicar a los hechos psíquicos (normales y patológicos), el método postulado por dicho autor en forma de análisis reductivo de los mismos. Esta operación, denominada por Husserl como epojé, consiste en abordar las realidades, sean externas y objetivas o precisamente íntimas y subjetivas, observándolas, con completa imparcialidad, tal como aparecen, excluyendo cualquier juicio de valor y las posibles relaciones de causa o efecto con otros hechos.
      Antecedentes de la fenomenología clínica. Aparte del empleo del término por Lambert, Hegel (v.), N. Hartmann (v.) y su sanción definitiva por Husserl, debe citarse a Max Scheler (v.) en primer lugar (v. I).
      El pensamiento de Scheler y su proyección psicológica puede resumirse, de acuerdo con López lbor (v.), en la importancia concedida al valorar y al actuar como condiciones previas del conocimiento: el hecho de investigar lo esencial de cualquier realidad supone que ésta interesa. Así aparece, adquiriendo creciente interés, una f. de la vida afectiva, cuya trascendencia clínica está fuera de duda (v. SENTIMIENTO). En esta línea pueden citarse los trabajos de Katz (1890-1954), psicólogo alemán y profesor en Estocolmo, investigador experimental y promotor de la Gestaltpsychologie, sobre f. de los colores, y los de Merleau-Ponty (v.), filósofo francés contemporáneo, sobre la percepción (v.) basados en la forma de experimentar el sujeto sus diversos estados.
      Ya en el capítulo de la reflexión de la f. sobre los hechos clínicos debe citarse a K. Jaspers (v.). Con el psiquiatra K. Schneider (v.) se inicia la aplicación del método fenomenológico en el estudio de ciertos trastornos psíquicos. En Jaspers, la afinidad entre la filosofía experimental, el método fenomenológico y la psicología comprensiva (v.) se impone de manera palmaria, pero su f. psiquiátrica, siendo preferentemente descriptivo, no se refiere, sin embargo, a los contenidos de la conciencia, sino a los modos de la experiencia o registro íntimo de los mismos. De esta suerte, la conciencia, como objeto propio de la Psicología, es sustituida por la existencia, en tanto que realidad abarcativa del ser psíquico, cuya naturaleza consiste, precisamente, en el hecho de estar en el mundo en y a través de un cuerpo físico y sensible, que hace posible la comprensión de lo real y sirve para instrumentar la acción misma del sujeto de cara a lo real. Desde Jaspers, se impone la consideración del comportamiento total de la persona, pero no en forma genérica o teórica, sino concreta, dado que el hombre, sano o enfermo, lo es siempre y ha de ser contemplado en una determinada situación. Jaspers sentó las bases de una psicología y una psicopatología comprensivas, partiendo precisamente de una f. descriptiva.
      Después, y con cierto influjo doctrinal de Heidegger (v.) y Sartre (v.), la f. contribuirá, con psiquiatras y psicólogos, como Minkowski en Francia, Binswanger en Suiza, Strauss y V. Gebsattel en Alemania y Rollo May en Norteamérica, a alumbrar la gran corriente médico-antropológica de la analítica existencial (v. EXISTENCIALISMO III).
      Fenomenología y psiquiatría. Además del nexo histórico y doctrinal, supuesto por la f. como método de investigación de los hechos psíquicos, entre la filosofía y la psicoterapia analítico-existencial, conviene considerar las posibilidades y el alcance del movimiento existencial en la propia psiquiatría.
      He aquí la cuestión básica o punto de partida de este proceso tal como lo ha formulado recientemente Rollo May con agudeza: «¿Podemos estar seguros - de que vemos al paciente tal como es, de que lo conocemos en su propia realidad; o estamos simplemente proyectando sobre él nuestras propias teorías?». Es obvio que los sistemas conceptuales son absolutamente necesarios para quien pretenda observar cualquier realidad y comunicar lo visto en forma científica; pero, frente a los procesos psíquicos. en los que la exigencia de objetividad es tan necesaria como difícil, el riesgo de apriorismo en los esquemas se convierte en cada caso concreto en un problema más. Es, de hecho, lo que ocurre con el psicoanálisis y con cualquiera de los esquemas ideológicos utilizados por la psicoterapia profunda, en su empeño de interpretar el psiquismo desde una temática simplificadora y monocorde: se parte de una hipótesis, pero cuando en su verificación clínica deja de probarse algún punto, se ensaya una hipótesis subsidiaria, y así sucesivamente. La intención de estos empeños teóricos, montados al hilo de hipótesis de hipótesis, es obvia: se trata en todos ellos de comprender la realidad de los pacientes. a través de la conexión simbólica de la misma con el mundo del observador. Pero aun cuando esto se lograse, ¿cómo podríamos saber que la realidad ofrecida por nuestra interpretación corresponde verdaderamente al mundo en que el enfermo «vive, se mueve y existe»?
      El fundamento de las anteriores preguntas y, en consecuencia, de la f. psiquiátrica se halla implícito en la proposición formulada por Binswanger en Existencial Analysis and Psychoterapy (Nueva York 1956, Análisis existencial y Psicoterapia); dice así: «Todos conceden que la psicología y la psicoterapia en cuanto ciencias estudian al hombre, pero no al hombre mentalmente enfermo, sino al hombre como tal, al menos primordial y básicamente. El nuevo conocimiento del hombre... se funda en la nueva idea de que al hombre no se le puede comprender aplicándole ningún cliché teórico, mecanicista, biológico o psicológico...».
      Independientemente de su peripecia ulterior, es interesante advertir que la f. psiquiátrica no fue obra o fundación de un solo autor. Esta prueba de la necesidad de un nuevo enfoque en el estudio de la patología mental se encuentra en el hecho de que los estudios fenomenológicos se iniciaron sin mayores conexiones entre investigadores, de las más diversas procedencias, que la comunicación de las derivadas de sus correspondientes trabajos. Posteriormente aparecieron comunicaciones, si no exclusivamente especializadas, sí más proclives a este modo de estudiar los trastornos psíquicos; p. ej., el « fahrbuch für Psychologie, Psychotherapie und medizinische Anthropologie» de Munich («Anuario de Psicología, Psicoterapia y Antropología Médica»). De ahí que resulte también difícil una exposición doctrinal y sistemática de la psiquiatría fenomenológica, sin que ello pueda restar nada al considerable alcance que sus puntos de vista han supuesto en la clínica de los trastornos psíquicos. En esquema, tales puntos de vista, ordenados fundamentalmente a la investigación de los estados de conciencia subjetivos, descansan en los tres momentos que se resumen a continuación:
      1) Registro de la descripción que hace el paciente de sus experiencias íntimas en el aspecto subjetivo más preciso. Corresponde a la f. descriptiva, desarrollada en principio por laspers en su Psicopatología general.
      2) Investigación genético-estructural del cuadro clínico, supuesta una determinada unidad fundamental y fundamentadora en el estado de conciencia del paciente que, como denominador común, permite emprender lo patológico y aun reconstruir el resto de la personalidad. Pueden estimarse en este sentido los ensayos de V. Gebsattel sobre el mundo de los enfermos obsesivos, sobre el problema de la personalización y sobre las perversiones sexuales.
      3) El llamado análisis categorial, de acuerdo con un sistema de coordenadas fenomenológicas entre las que destacan la temporalidad, la especialidad, la causalidad y la materialidad.
      El primer estudio sobre f. del tiempo, en un caso clínico, fue publicado por Minkowski en 1923. Desde entonces la importancia del «tiempo vivido» frente al tiempo objetivo o físico se ha destacado de' manera creciente. Para la f., es del mayor interés la significación contenida en frases aparentemente banales como «dejar pasar el tiempo», «matar el tiempo», «el tiempo es oro», etc. En cualquier caso tiempo y vida tienden a identificarse (v. VIVENCIA; TIEMPO 111).
      Del mismo modo resulta indispensable el análisis de la experiencia íntima del espacio, como demuestran los trabajos de Strauss, Binswanger, Minkowski y MerleauPonty. El espacio, como el tiempo, es también vivido según modos peculiares. Existe, p. ej., el espacio para la acción y los espacios que ofrecen por separado las diferentes funciones sensoriales. Los modos páticos (subjetivos) de registrar el espacio transforman su entidad meramente física o abstracta en un orden selectivamente vital.
      Es interesante hacer notar, por último, que la f. psiquiátrica aun cuando prescinda de las causas, tanto físicas corno psíquicas de los síntomas, ni excluye los resultados de la psicología experimental y empírica (v. PSICOLOGíA t1), ni ha dejado de ser influida por ciertos postulados de la psicología profunda.
     
      V.t.: SENTIMIENTOS; PSICOANÁLISIS; VIVENCIA; PSICOLOGÍA; EXISTENCIALISMO III.
     
     
BIBL.: F. J. BRACELAND y M. STOCK, Psiquiatría moderna, Madrid 1967; V. E. VON GEBSATTEL, Antropologia médica, Madrid 1966; G. LANTERI-LAURA, La Phychiatrie phénorlzéitologiglie, París 1963; MAx SCHELER, El puesto del hombre en el cosmos, Buenos Aires 1960; ín, Ftica, Buenos Aires 1948; íO, Esencia y torna de la simpatía, Buenos Aires 1950; K. JASPERS, Psicopatología general, Buenos Aires 1950; C. FABRO, Fenomenologia della percecione, Milán 1941; ÍD, Perceziolte e pensiero, Milán 1941.

J. M. POVEDA ARIÑO.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991

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