Junto
al sincretismo que se dio en América entre los cultos tradicionales
africanos y el cristianismo, también existieron en ocasiones fuertes
resistencias a la evangelización. Es el caso del estado de Chiapas, en
México.
La
evangelización en estas zonas indígenas fue muy superficial, incluso lo
era en el siglo XVII, cuando los indios usaban todo tipo de subterfugios
para escapar de la cristianización tal como cuenta el estudioso Mario
Humberto Ruz:
«En
Chiapas, a fines del siglo XVII, el obispo Núñez de la Vega se sentía
obligado a recomendar a sus curas que sancionasen a los indios que
escondían a sus hijos en la casa o en el campo, para evitar que
aprendieran la doctrina cristiana. Los ejemplos en Guatemala abundan: el
cura de Sacapulas tenía que recorrer a caballo las montañas cada
domingo, buscando a los feligreses para obligarlos a asistir a misa. Los
nativos de Rabinal rehusaban el matrimonio cristiano y aceptaban
bautizar a sus niños solo después de haber consultado al adivino local
[...] El obispo Andrés de las Navas tenía que sacar a sus feligreses de
debajo de sus camas, mientras que los frailes del poblado de Sacapulas
se veían obligados a cerrar las puertas del templo para evitar que los
fieles se escaparan de los servicios religiosos [...] Los franciscanos
de Comalapa, por su parte, tuvieron que interrumpir la construcción de
una iglesia de tres naves y cambiar el diseño por una de una sola nave,
ya que parte de los feligreses se escondían detrás de las columnas
durante las celebraciones. El cura de Chimaltenango declaraba, en 1679,
que los indios de su parroquia huían a los montes apenas oían el repicar
de las campanas llamando a misa.»
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