domingo, 30 de junio de 2013

MÜNSTER, HERÉTICOS DE.

                      En 1534, cuando los protestantes de tendencia anabaptista lograron apoderarse de la ciudad alemana de Münster, creyeron que se iniciaba el Reino de gloria. Pero lo que sucedió fue que se vieron cercados y sitiados por un ejército ortodoxo. En tal situación los heréticos de Münster pasaron al extremismo, lo cual acarreó un gran desprestigio del anabaptismo en general y feroces persecuciones contra los anabaptistas en toda Europa.

                     A comienzos del decenio la ciudad estaba dividida en lo espiritual: tenían un prestigioso obispo católico pero la municipalidad era protestante. Dos ciudadanos influyentes alejaron a la opinión de la ortodoxia (tanto la católica como la protestante) y la condujeron hacia la herejía. El alcalde, Berndt Knipperdolling, y un capellán, Berndt Rothmann, persuadidos por las enseñanzas de los anabaptistas, dijeron que Martín Lutero se había quedado a medias con sus reformas. Los anabaptistas rechazaban el bautismo de infantes y sólo daban por bueno el de adultos capaces de consentimiento. En 1533 hicieron saber que que los seguidores del movimiento serían bien recibidos en Münster, cuando en el resto de Europa no estaban bien vistos aquellos sectarios.

                    En enero de 1534 empezaron a abarrotar la ciudad procedentes sobre todo de la vecina Holanda. Así aparecieron muchos discípulos del herético Melchior Hoffmann. Estos inmigrantes direon una base de poder a Knipperdolling y Rothmann. Se proclamó que la ciudad sería la "nueva Jerusalén" desde donde irradiaría al resto del mundo el cristianismo originario tal como lo había enseñado Jesús y redescubierto por los anabaptistas.

                   El mes siguiente se presentaron otros dos personajes significativos, el panadero holandés y predicador anabaptista Jan Matthys y el alucinado profeta Jan Bockelson. Carismáticos y radicales, se hicieron con el mando en Münster. Se legisló que todos los ciudadanos adultos debían rebautizarse; los que se negaron fueron expulsados de la ciudad, y se organizó una quema de todos los libros excepto la Biblia.

                   El obispo salió de Münster muy contrariado y empezó a organizar una fuerza militar que expulsara a los heréticos. Los creyentes ortodoxos que habían quedado dentro eran expulsados fuera de las murallas por los heréticos; entonces los sitiadores los acribillaban creyendo que se trataban de anabaptistas.

                    Matthys oyó la voz de Dios que le aseguraba la invulnerabilidad e hizo una salida con sólo veinte seguidores. Después de su muerte Bockelson se coronó monarca del Reino de Sión en Münster. Desde su trono decretó la ejecución de todos sus oponentes, abolió la propiedad privada y tras proclamar la poligamia, predicó con el ejemplo tomando dieciséis jóvenes esposas.

                  Pasó el tiempo y los alimentos empezaron a escasear. Los sitiados se comieron hasta las ratas y la moral empezó a decaer. Notificados de ello los sitiadores por sus espías, en junio de 1535 emprendieron el asalto a las murallas y conquistaron la ciudad. Muchos defensores anabaptistas fueron asesinados. Los cabecillas Knipperdolling, Rothmann y el rey Jan fueron torturados hasta morir y los cadáveres puestos en una jaula de hierro que se expuso colgada en la torre de la iglesia para escarmiento de los herejes. La fe católica quedó restablecida en Münster.

                 Las consecuencias fueron catastróficas para los anabaptistas de toda Alemania y los Países Bajos, aunque muchos de aquellos no participaban del extremismo de los heréticos de Münster. Algunos, persuadidos por Menno Simons, adoptaron una versión más moderada del anabaptismo y así nació de las cenizas de Münster el movimiento menonita.

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