"Tembláis más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al recibirla".
Según se cuenta, eso es lo que espetó Giordano Bruno (1548-1600) al tribunal de la Inquisición que le condenó a morir en la hoguera por hereje, impenitente y obstinado.
De los dos primeros delitos quizá fuera inocente, pero no del tercero. Y es que este astrónomo, filósofo y matemático defendió a ultranza las tesis copernicanas, por las que el Sol no era más que una estrella, en torno al cual giraba nuestro planeta, y que le llevaron a perecer entre las brasas.
Quizá por esto hay quien dice que su fantasma se muestra con la cara quemada en la ventana de la casa veneciana en la que vivió antes de ser procesado.
Se trata del Palacio Mocenigo, cuyo dueño, en aquel tiempo, el noble Giovanni Mocenigo, fue quién lo denunció.
Al parecer, estaba molesto por lo poco que aprendía en su compañía.
La ventana en la que se aparece, la superior en el extremo derecho del edificio, aún forma parte de las rutas turísticas de Venecia.
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