sábado, 15 de junio de 2013

Abadía de San Ouen

 

Localizada en Rouen, Francia, esta abadía fue un monasterio benedictino de gran antigüedad, remontándose incluso a comienzos del periodo Merovingio. Su fundación ha sido atribuida a varios, entre otros a Clotaldo I y a Santa Clotilde pero no se han presentado suficientes evidencias como para determinar la cuestión. Fue dedicada, al principio, a San Pedro pero cuando llevaron a la abadía el cuerpo de San Ouen, Arzobispo de Rouen, y fue enterrado allí; los nombres de San Pedro y San Ouen se utilizaron comúnmente y finalmente sólo se utilizó el de San Ouen. La historia de la abadía, según archivo del 1000 D.C., no muestra nada de naturaleza excepcional. La lista de abades aparece en “La Galia Cristiana” XI, 140. En 1960 el monasterio estaba unido a la Congregación de San Mauro y cuando se suprimió, en 1794, la comunidad constaba de veinticuatro miembros.
El principal interés de San Ouen reside en su espléndida iglesia, la cual supera a la Catedral de Rouen en tamaño y belleza, además de ser una de las pocas, de entre las iglesias francesas, completamente acabada. La actual edificación, la tercera o cuarta levantada en el mismo lugar, fue comenzada a construir en el 1318 por el Abad Jean Roussel, quien a su muerte, veintiún años más tarde, ya había completado el coro con sus capillas en estilo decorativo y un gran número de los cruceros. La nave y la torre central, de diseño más exuberante, fueron acabadas a principios del siglo XVI, con posterioridad al plan original. Por desgracia, la fachada oeste, la cual había sido planeada bajo un esquema único de lo más bello, se dejó inacabada. A pesar de que nada habría sido más sencillo que ejecutar los diseños originales todavía existentes, todo el antiguo trabajo fue barrido a mediados del siglo pasado y sustituido por un feo y pretencioso diseño moderno. En su interior la iglesia mide 416 pies de largo, 83 pies de ancho y 104 pies de alto. La torre central está coronada con una exquisita linterna octogonal de 285 pies de altura. Desde dentro, el efecto es de una extraordinaria gracia y ligereza, “las ventanas parecen haber absorbido todo el sólido muro” y el tejado descansa simplemente sobre los pilares y los contrafuertes, siendo los espacios intermedios enormes masas de cristal. Afortunadamente la mayoría de la cristalería antigua ha sido preservada. Su blanco plata con esas joyas de color, dan el toque final a uno de los mejores interiores del mundo.
POMMERAYE, Historie de l'abbaye royale de S.-Ouen de Rouen (Rouen, 1662), Gallia Christiana, XI (Paris, 1759), 135-55; Antiqua statuta archimonasterii Rotomagensis S. Audoeni in MARTENE, Thes. nov. anecdot. (Paris, 1717), IV, 1205; Chronique des abbes de S. Ouen de Rouen, ed. MICHEL (Rouen, 1840); GILBERT, Description historique de l'eglise de St-Ouen de Rouen (Rouen, 1822); COOK, The story of Rouen (London, 1899).
G. ROGER HUDLESTON
Transcrito por Joseph E. O'Connor
Traducción Alicia F. Jarrin

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