viernes, 14 de junio de 2013

CARNERO INMOLADO POR ABRAHÁN.

No es sino hasta el carnero que substituyó a Isaac por el sacrificio, que se encuentran trazos de semejanza con el Mesías:
El carnero, emblema de la inocencia, de la paciencia, está consagrado a la muerte desde su nacimiento; Jesucristo, la inocencia misma, no vino a este mundo sino para morir y, durante el curso de su pasión, jamás abrió la boca para quejarse. La lana del carnero sirve para hacernos vestidos; san Pablo nos invita a “revestirnos” de Cristo (Rom XIII. 14).”
La carne del cordero sirve para nuestro alimento; Jesús mismo nos dice que “si no comemos su carne y si no bebemos su sangre, no tendremos vida en nosotros (Jn VI. 50)”.
El carnero de Abrahán estaba cogido de los cuernos por las espinas de una zarza; es la imagen de Jesús coronado de espinas.
Abrahán percibió al carnero detrás de sí; el Mesías no debía salir de su raza sino mucho tiempo después de su muerte.
El carnero fue sacrificado en lugar del hijo de Abrahán; Jesús sufrió la muerte en lugar de los hombres, hijos de Dios, que lo habían merecido.
El carnero fue inmolado sobre el monte Moriah, no lejos de Jerusalén; Jesús fue crucificado sobre el monte del Gólgota, igualmente cercano a Jerusalén.

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