martes, 4 de junio de 2013

ENCANTADORES DE SERPIENTES.

                    Ritos religiosos con manipulación de serpientes venenosas vivas los hallamos en Asia. África, Europa y Norteamérica, pero la manifestación más digna de atención es la de una secta cristiana que tiene sus congregaciones en asentamientos rurales dispersos de algunas comarcas remotas del Este de los Estados Unidos. Aunque algunos investigadores conjeturaron que la secta imitaba los cultos amerindios de la serpiente, ellos se remiten al NT donde dice Marcos 16,17-18; "A los que crean les acompañarán estos prodigios; en mi nombre echarán los demonios, hablarán lenguas nuevas; agarrarán las serpientes y, aunque beban veneno, no les hará daño; pondrán sus manos sobre los enfermos y los curarán." Este pasaje resume las prácticas principales de los manipuladores de serpientes americanos o snake handlers.

                    En 1909 el fundamentalista George Hensley introdujo la manipulación de serpientes en congregaciones de Tennesse y Kentuchy; más adelante la práctica se extendió desde Ohio hasta Florida e incluso California. Algunos estados quisieron prohibir sus actividades, pero no se pudo impedir que las siguieran practicando, puesto que las creían dispuestas por Dios.

                  El contacto con las serpientes se produce por lo general en el momento culminante de unos oficios larguísimos, que pueden durar varias horas. Se escuchan sermones, se cantan himnos dando palmadas, y muchos de los asistentes son visitados por el Espíritu Santo: farfullan idiomas desconocidos y tienen convulsiones.A una señal se abre una caja delante de la congregación y se muestran, enroscadas, las venenosas criaturas, de preferencia víboras cobrizas y serpientes de cascabel. Puede tomarlas en las manos quienquiera que desee demostrar su fe en Dios. Los participantes se las enrollan alrededor del cuerpo, las besan y las pisotean.

                   Las serpientes reaccionan como tales; las mordeduras no son infrecuentes y algunos fieles han muerto, entre ellos el fundador del movimiento. Se rehúsa el tratamiento médico; si alguien muere se entiende que el Señor lo ha llamado a su presencia. Tampoco las mordeduras múltiples desaniman a los creyentes; el récord quizá lo tiene Dewey Chapin, mordido 91 veces en el decurso de su carrera de manipulador de serpientes. Un observador describió a una mujer que durante el rito besó con pasión a una serpiente después de haber sufrido varios amagos de ataque.

                   Además de tocar serpientes algunos adeptos de esta secta beben estricnina durante los oficios. También de esto han resultado accidentes fatales. Exponer las propias carnes al fuego es otra manera que tienen de demostrar la confianza en Dios.

                  Semejantes prácticas prosperan en comunidades pobres, con limitado acceso a los beneficios de la cultura moderna. El ser capaces de manipular serpientes les permite demostrar que son superiores al resto de sus compatriotas aunque carezcan de riquezas materiales. Conforme las modernas tecnologías de la comunicación vayan eliminando el aislamiento de estos grupos, es de suponer que irán desapareciendo esas costumbres.

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