Cuentan con un elevado número de fieles y son las más antiguas entre las
religiones vivas del planeta. Sin embargo, son mal conocidas en
occidente, tal vez por haberse difundido mediante síntesis idealizadas y
traducciones poco rigurosas de sus textos sagrados. 
Pagoda budista en China.

Pagoda budista en China.
Las
religiones de China y Japón tienen como característica común el
sincretismo, es decir, la mezcla de varios sistemas de creencias y
prácticas religiosas.
También tienen en común su gran antigüedad y el haber recibido la influencia del budismo, originario de la India.
Otra
característica compartida es su relación con las «civilizaciones
originales», es decir, las que surgieron de manera independiente entre
sí y crearon los primeros sistemas estatales complejos de la historia de
la humanidad. Estas sociedades, como la mesopotámica y la egipcia,
adoptaron formas políticas, económicas, ideológicas y religiosas que en
muchos aspectos resultan semejantes, a pesar de la diversidad temporal y
geográfica.
Igual que en Egipto o Mesopotamia, el gobernante se consideraba descendiente directo y representante de la divinidad.
En
China al emperador se le llamaba «hijo del cielo». Representaba al ser
humano y se le consideraba el punto medio entre el cielo y la tierra.
Tenía que cuidar, con sus actos y con la ayuda de sus funcionarios, de
que todo en su imperio se ajustase al orden (el tao). Lo más interesante
y peculiar de esta creencia es que se ha mantenido hasta hace un siglo,
constituyendo un ejemplo viviente de los sistemas religiosos
ancestrales.
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