Teólogo y controversista alemán del s. XVI. Cambió su apellido Maier por
el de Egg (=Eck) donde n. el 13 nov. 1486; m. en Ingolstadt el 10 feb.
1543. Recibió su primera formación en Rottenburg y Heidelberg, se graduó
en Filosofía en Tubinga (1499), cursó Teología en Colonia y Friburgo,
donde se doctoró (1510). Estudió además otras disciplinas complementarias:
Derecho, Matemáticas y Geografía. Desde el 31 oct. 1511 explicó Teología
en Ingolstadt. La amplitud de sus conocimientos quedó un tanto viciada por
adolecer de nominalismo (v.); aunque con el tiempo reaccionaría, siempre
le faltó una solidez científica en el orden metafísico. Su propensión
fríamente intelectualista no fue obstáculo para que practicara
decididamente el retorno a las fuentes, hasta el punto de que «puede ser
considerado como uno de los pioneros de la teología positiva» (Iserloh).
Fue un apasionado polemista, «culto y agudo, dialéctico insuperable, de
infalible memoria, pero burdo y epicúreo..., seguro de sí mismo hasta la
presunción, enemigo de todo compromiso»; cabe preguntar si este «gladiador
teológico» no repartió en ocasiones más golpes de lo que hubiera sido
conveniente y necesario (Jedin, o. c. en bibl. 1,320-321). A pesar de
todo, no parece que podamos dudar de su talento y de su fidelidad en el
cumplimiento de sus deberes. Ya es buen indicio el hecho de que, durante
unos seis años como párroco en Ingolstadt y sin abandonar otras muchas
obligaciones, predicó más de 456 sermones.
Su principal mérito es haber sido el primero en advertir el rumbo herético de Lutero (v.), cuyos errores combatió de palabra y por escrito con tenacidad e intransigencia. Hizo todo lo posible por lograr la condenación oficial de las tesis luteranas y fue el principal encargado de publicar en Alemania la bula Exurge Domine (1520) (V. t. REFORMA; CONTRARREFORMA). E. no es un fanático. Su defensa teológica de las estructuras de la Iglesia católica frente a los ataques de los reformadores se conjugaba con una clara visión de la necesidad de corregir los abusos de la curia romana y la corrupción que en buena parte había contribuido a la difusión del movimiento protestante; en este sentido expuso valiente y sinceramente a Adriano VI y a Clemente VII (v.) un plan de verdadera reforma, sin que de momento fueran seriamente consideradas sus agudas observaciones. Disputó personalmente no sólo con Lutero sino también con Zwinglio (1524, v.), Melanchton (v.), Bucero (v.) y otros. Tomó parte en la preparación de la Confutatio de la Confessio augustana (V. CONFESIONALES, ESCRITOS PROTESTANTES) y en la casi totalidad de las disputas o confrontaciones de mayor relieve organizadas entre teólogos católicos y protestantes hasta poco antes de su muerte (V. t. LIBRE EXAMEN).
En otro orden de cosas, es notable su defensa de la licitud del préstamo a interés, rompiendo en esto con la mayor parte de los moralistas medievales; ello daría ocasión a los protestantes antiguos y modernos para acusarle de obrar al dictado del naciente capitalismo y, más concretamente, de justificar a los banqueros Fugger, con los que no cabe duda de que le unían lazos de amistad. En su obra Tractatus quinque de centum (1515) sostiene que es lícito el préstamo a unm interés máximo del 5%.
Su inmensa producción literaria refleja talento, erudición, agudos análisis de la realidad; pero resulta a veces endeble por sus resabios nominalistas e incluso contraproducente por su tono demasiado violento, más apto para endurecer al adversario que para convencerle. Enumera sus obras J. Metzler, en Corpus Catholicorum, XVI, p. LXXI-CXXXII; están editadas ib. vol. I, II, VI, XIII y XIV; cfr. W. Gussmann, Quellen und Forschungen zur Gechichte des Auburgischen Bekenntnisses, II, Kassel 1930. Las principales son: De primatu Petri adversus Ludderum (Ingolstadt 1520); De poenitentia et confessione secreta (Tubinga 1522); De purgatorio (Roma 1523); Enchiridion locorum communium adversus ludderanos (Landshut 1525; 90 ediciones y traducciones); Repulsio articulorum Zwinglii (1530); 4 vol. de Sermones; traducción de la Biblia al alemán; más de 900 cartas.
Su principal mérito es haber sido el primero en advertir el rumbo herético de Lutero (v.), cuyos errores combatió de palabra y por escrito con tenacidad e intransigencia. Hizo todo lo posible por lograr la condenación oficial de las tesis luteranas y fue el principal encargado de publicar en Alemania la bula Exurge Domine (1520) (V. t. REFORMA; CONTRARREFORMA). E. no es un fanático. Su defensa teológica de las estructuras de la Iglesia católica frente a los ataques de los reformadores se conjugaba con una clara visión de la necesidad de corregir los abusos de la curia romana y la corrupción que en buena parte había contribuido a la difusión del movimiento protestante; en este sentido expuso valiente y sinceramente a Adriano VI y a Clemente VII (v.) un plan de verdadera reforma, sin que de momento fueran seriamente consideradas sus agudas observaciones. Disputó personalmente no sólo con Lutero sino también con Zwinglio (1524, v.), Melanchton (v.), Bucero (v.) y otros. Tomó parte en la preparación de la Confutatio de la Confessio augustana (V. CONFESIONALES, ESCRITOS PROTESTANTES) y en la casi totalidad de las disputas o confrontaciones de mayor relieve organizadas entre teólogos católicos y protestantes hasta poco antes de su muerte (V. t. LIBRE EXAMEN).
En otro orden de cosas, es notable su defensa de la licitud del préstamo a interés, rompiendo en esto con la mayor parte de los moralistas medievales; ello daría ocasión a los protestantes antiguos y modernos para acusarle de obrar al dictado del naciente capitalismo y, más concretamente, de justificar a los banqueros Fugger, con los que no cabe duda de que le unían lazos de amistad. En su obra Tractatus quinque de centum (1515) sostiene que es lícito el préstamo a unm interés máximo del 5%.
Su inmensa producción literaria refleja talento, erudición, agudos análisis de la realidad; pero resulta a veces endeble por sus resabios nominalistas e incluso contraproducente por su tono demasiado violento, más apto para endurecer al adversario que para convencerle. Enumera sus obras J. Metzler, en Corpus Catholicorum, XVI, p. LXXI-CXXXII; están editadas ib. vol. I, II, VI, XIII y XIV; cfr. W. Gussmann, Quellen und Forschungen zur Gechichte des Auburgischen Bekenntnisses, II, Kassel 1930. Las principales son: De primatu Petri adversus Ludderum (Ingolstadt 1520); De poenitentia et confessione secreta (Tubinga 1522); De purgatorio (Roma 1523); Enchiridion locorum communium adversus ludderanos (Landshut 1525; 90 ediciones y traducciones); Repulsio articulorum Zwinglii (1530); 4 vol. de Sermones; traducción de la Biblia al alemán; más de 900 cartas.
BIBL.: HURTER, Nomenclator
literarius, IV, Innsbruck 1899, 1185-1190; 1. METZLER, en LTK 111,523-526;
E. ISERLOH, en DHGE 14,1375-1379; H. JEDIN, Storia del Concilio di Trento,
I, Brescia 1949, pass.; M. FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, La España del emperador
Carlos V, Madrid 1966, cfr. índice.
N. LÓPEZ MARTINEZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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