jueves, 8 de septiembre de 2016

GUIBLITAS


Guebal (Ez 27,9; la Guebal del Sal 83 - Vulg 82,8 es probablemente "la Gabalena", región de Idumea, al norte de Petra) es el nombre bíblico de la rica ciudad fenicia de los guiblitas (Jos 13,5; 1R 5,18 ó 32 según vers) llamada Kuben en Egipto, Gubla en los textos cuneiformes y mucho más famosa con el nombre griego de Biblos o Bublos. Biblos, que designa a la vez la ciudad y el papiro, fue la más famosa exportadora de este material en el curso del primer milenio de nuestra era. Las hojas para escribir obtenidas del papiro, después los escritos mismos y por fin los libros así compuestos (en griego: ta biblia) debieron beneficiarse del mismo "padrinazgo" y de ahí "el Libro" por excelencia: La Biblia.

A decir verdad la ciudad de los guiblitas ocupa un breve espacio en la Escritura, pero su historia comienza mucho antes de que los primeros escribas inspirados hubieran podido ponerse a la tarea. Las antiguas leyendas la mencionan como la ciudad más antigua del mundo, fundada por El (véase Eloah), el gran dios de los semitas, al que los griegos identificaron con Cronos, padre de Zeus. Los arqueólogos no cargan con los sueños de los poetas. Sin embargo, los datos que proporcionan revelan que el lugar fue habitado desde la época neolítica, al final del VI o principios del V milenio. Vestigios más numerosos, especialmente funerarios, atestiguan con seguridad su ocupación en el IV. En la Edad de Bronce antiguo se alza en el lugar una ciudad importante desde cuyo puerto se exportan hacia el Egipto de Senefru (hacia el 2.700 a.C) fundador de la IV dinastía, las maderas de lo célebres bosques del Líbano y su principal templo habría recibido los dones de al menos dos de los faraones que fueron constructores de las grandes pirámides: Queops y Micerino.

En el tiempo en que Abrahán lleva una vida nómada en Canaán (cf. Gn 12,5-9; etc), Guebal, conquistada y devastada por los amorreos a finales del II milenio, pero después resurgida de sus ruinas, conoce una brillante prosperidad y un rebrote de  múltiples cultos que la hicieron digna de ser llamada "tierra de dioses". Un tesoro compuesto de estatuillas votivas, joyas y otros objetos preciosos depositados como ofrenda, ha sido entre otras cosas sacado de los cimientos del templo de la diosa Balaat que será confundida con la Isis Ator de los egipcios o con la Aserá y después Astarté, futuro objeto de un culto culpable entre los hijos de Israel (cf. 1R 11,33; 2R 21,7; 23,4 y 7; etc). Entre otros depósitos descubiertos, el más importante se compone de centenares de armas de la misma época, ricamente trabajadas, hallado bajo los restos de un templo varias veces reconstruido, consagrado a Rejef el dios relámpago y adornado con numerosas piedras alzadas ("estelas" que la ley mosaica (cf. Lv 26,2; Dt 16,22) condena)). Dos de los sepulcros de la necrópolis real que se visita hoy, situados entre la columnata y el pequeño teatro romano reconstruidos al borde del acantilado, albergaban los despojos soberanos guiblitas considerados contemporáneos del gran patriarca. Después de éstos, la invasión de los hicsos (hacia el 1750) provoca nuevas destrucciones y el consiguiente abandono de la ciudad alta.

Los guiblitas no encuentran fortuna ni buen acomodo hasta pasados dos siglos, después de la reconquista realizada por uno de los primeros faraones de la VXIII dinastía (Amosis o Amenófis I). Sus reyes  quedan desde entonces, como los habitantes mismos, bajo la tutela de Egipto, hasta el comienzo del S. XII "cuando los pueblos del mar", una vez desembarcados en la costa cananea (véase Filisteos) les liberan, aún a costa de una devastación más. Es la época en que las tribus de Israel llegadas a su Tierra Prometida luchan por su establecimiento.

Mientras tanto, los fenicios habían inventado la primera escritura alfabética (¿S. XIII a.C?) origen del alfabeto de todas las lenguas, puesto en uso más tarde. Guebal-Biblos es en cualquier caso el lugar donde fue descubierto el texto testigo del acontecimiento, que sería el más notorio si no el más antiguo: se trata de la inscripción del sarcófago del rey Ajirán que la opinión más extendida hace contemporáneo de Moisés (s. XIII) aunque es más probable que lo fuera de David (hacia el año 1.000 a.C)... Y, en este caso, el precursor o uno de los precursores inmediatos de estos guiblitas, cuyos artesanos serían convocados, junto con los albañiles del rey Jirán de Tiro, para trabajar en las obras del templo e Salomón.

No consta que la ciudad estado, siempre gobernada por sus propios reyes, haya tenido que padecer después la dominación asiria o babilónica. En la época persa, parece incluso haberse beneficiado de una creciente actividad comercial. Más tarde, el culto de Tamuz-Adonis, incorporado al de "la Dama de Biblos", fue venerado en su más antiguo santuario, y supuso una lucrativa afluencia de peregrinos del mundo helenístico nacido de las conquistas de Alejandro. Centro religioso de gran prestigio, incluso en la época romana, Biblos se enriqueció con bellos monumentos (templo, termas, fuente monumental, teatro) en los dos primeros siglos de nuestra era, y parece haber conservado una cierta magnificencia en el tercero. Pero, arruinado el culto a los ídolos, el triunfo del cristianismo ocasionó bajo el emperador Constantino su lenta decadencia; la invasión sasánida (S. VI) y la conquista árabe (s.VII) le darían los últimos golpes. De 1104 a 1266 y con distinta fortuna los cruzados la dotaron de nuevas construcciones (iglesia románica, murallas, castillo fortificado) pero sólo le dieron una gloria efímera. Guebal-Biblos, la "Gibleta" de los cruzados, desde entonces sólo tuvo vida en la pequeña ciudad libanesa de Djébeil (a menos de 40 km de Beirut y menos de 50 de Trípoli).

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