martes, 6 de septiembre de 2016

LIBRO DEL GÉNESIS.




Introducción:

Para los judíos beresit (= al principio), para los griegos y para nosotros Génesis o primer libro de Moisés: es el libro de los orígenes. Orgien del mundo, por creación; origen del mal, por el pecado; orígenes de la cultura, de la dispersión de los pueblos, de la pluraiidad de las lenguas. En una segunda etapa origen de la salvación por la elección de un hombre, que será padre de un pueblo; después la era patriarcal, como prehistoria del pueblo elegido, Abrahán, Isaac, Jacob, y también José.

Al empezar con la creación del mundo, el autor responsable de la composición final (autoritativa para nosotros) hace subir audazmente la historia de la salvación hasta el momento primordial, "el principio" de todo.

El libro intenta dar respuesta a grandes enigmas del hombre: el cosmos, la vida y la muerte, el bien y el mal, el individuo y la sociedad, la cultura y la religión... Tales problemas reciben una respuesta no teórica o doctrinal, sino histórica, de acontecimientos. De la humanidad no decide una teoría, sino una historia, y de esa historia es responsable la humanidad. Pero esa historia está soberanamente dirigida por Dios, para salvación de toda la humanidad.

El Génesis no es mito, aunque utilice expresiones y referencias míticas, desmitificándolas.

En la atención del autor la historia se va estrechando. Pueblos enteros, que el autor conoce y menciona, van cayendo afuera, a la tiniebla exterior de una historia sin historiografía.

En cambio, las personas acogidas viven en el Génesis con una intensidad humana sorprendente, lograda por eliminación de datos secundarios o por el hallazgo certero de lo esencial. Sea escasez de medios narrativos o economía en su uso, el resultado es de esencialidad en los momentos culminantes, de concentración en los demás.

Dios interviene en esta historia profundamente humana como verdadero protagonista: en muchos rasgos actúa a imagen del hombre, pero su soberanía aparece sobre todo porque su medio ordinario de acción es la palabra. La misma palabra que dirige la vida de los patriarcas, crea el universo con su poder.

La aparición de Dios es misteriosa e imprevisible: es la palabra de Dios la que establece el contacto decisivo entre el hombre libre, éste queda engranado como verdadero autor en la historia de salvación.

La palabra de Dios es mandato, anuncio, promesa. El hombre debe obedecer, creer, esperar: esta triple respuesta es el dinamismo de esta historia, tensa hacia el futuro, comprometida con la tierra y pendiente de Dios, intensamente humana y soberanamente divina.

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