La
Batalla de Ascalón tuvo lugar el
12 de agosto de
1099 y es considerada como la última batalla de la
Primera Cruzada.
Trasfondo
Durante la marcha hacia
Jerusalén, los
cruzados entablaron negociaciones con los
Fatimidas de
Egipto
para intentar llegar a un acuerdo satisfactorio para ambos sin
necesidad de luchar, pero, aunque los fatimidas estaban dispuestos a
ceder el control de
Siria, se negaban a entregar Israel, algo inaceptable para los cruzados ya que su objetivo final era la
Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén. Después de
un largo asedio, los fatimidas perdieron Jerusalén el
15 de julio de
1099, e inmediatamente mandaron un nuevo ejército para volver a recuperar la ciudad.
Los cruzados actuaron rápidamente. El
22 de julio Godofredo de Bouillón fue nombrado
Protector del Santo Sepulcro, y
Arnulfo de Chocques, nombrado
Patriarca de Jerusalén el
1 de agosto, descubrió la
reliquia de la
Santa Cruz el
5 de agosto. Los fatimidas enviaron una embajada para advertir a los cruzados que debían abandonar Jerusalén, pero fueron ignorados. El
10 de agosto Godofredo lideró la marcha de los cruzados hacia Ascalón, a un día de marcha, mientras que
Pedro el Ermitaño dirigía una procesión, tanto
Católica como
Ortodoxa, desde el Santo Sepulcro hasta el
Templo.
Roberto II de Flandes y Arnulfo acompañaron a Godofredo en la vanguardia, y
Raimundo IV de Tolosa y
Roberto II de Normandía
se quedaron en la retaguardia, bien por una discusión con Godofredo, o
porque preferían conocer las dimensiones del ejército egipcio a través
de sus propios exploradores. Cuando confirmaron la presencia de los
egipcios, decidieron continuar en la misma formación durante el día
siguiente. Cerca de
Ramla se unieron con
Tancredo de Hauteville y
Eustaquio III de Bolonia, el hermano de Godofredo, que hacía un mes que estaban de campaña para capturar
Nablus. A la cabeza del ejército Arnulfo portaba la reliquia de la Vera Cruz, mientras que
Raimundo de Aguilers portaba la reliquia de la
Lanza Sagrada descubierta el año anterior en
Antioquía.
La batalla
El
visir Al-Afdal Shahanshah
encabezaba a los fatimidas, que quizás reunieron unos 50.000 efectivos
(otras estimaciones van desde 20.000 a 30.000, incluso a la exageración
de 200.000 de la
Gesta Francorum). Su ejército estaba formado por turcos
selyúcidas,
árabes,
persas,
armenios,
kurdos, y
etíopes.
Pretendía sitiar a los cruzados en la misma Jerusalén, y decidió llevar
con su flota la maquinaria de asedio hasta Ascalón, donde se montaría
para sitiar Jerusalén. Se desconoce el número exacto de cruzados, aunque
Raimundo de Aguilers los estima en 1.200
caballeros
y 9.000 infantes. La estimación más alta sería de 20.000 hombres,
aunque parecen demasiados a estas alturas de la Cruzada. Al-Afdal acampó
en la llanura de Al-Majdal, en un valle fuera de
Ascalón,
preparándose para continuar la marcha hacia Jerusalén y sitiar a los
cruzados. Parece ser que desconocía que los Cruzados ya habían partido
hacia Ascalón. El
11 de agosto los cruzados encontraron los
bueyes,
ovejas,
camellos y
cabras,
que se habían reunido como suministro para alimentar a las fuerzas
fatimidas, y que pastoreaban fuera de la ciudad. Según los prisioneros
tomados por Tancredo en una escaramuza cerca de Ramla, los animales
estaban allí para alentar a los cruzados a cometer saqueos, romper su
orden y facilitar el ataque fatimida a Jerusalén. Sin embargo, Al-Afdal
aún no sabía que los cruzados estaban en la zona y ni siquiera había
contemplado la posibilidad de que hubieran salido fuera de Jerusalén. En
cualquier caso, a la mañana siguiente los cruzados continuaron su
marcha con los animales, lo que le daba a su ejército un aspecto mayor
de lo que realmente era.
A la mañana del 12, los exploradores cruzados localizaron la
ubicación del campamento fatimida y el ejército comenzó la carga.
Durante la marcha se habían organizado en nueve divisiones: Godofredo
lideraba el ala izquierda, Raimundo la derecha, y Tancredo, Eustaquio,
Roberto de Normandía y
Gastón IV de Bearn
formaban el centro. Había además dos divisiones más pequeñas, y una
división de infantes marchaba a la cabeza de cada una de ellas. Esta
formación se mantuvo también a las afueras de Ascalón, con el centro del
ejército entre la Puerta de Jerusalén y la Puerta de Jaffa, el ala
derecha alineada con la costa
Mediterránea, y el ala izquierda frente a la Puerta de Jaffa.
Según la mayoría de las crónicas (tanto cristianas como musulmanas),
los fatimidas fueron totalmente sorprendidos y la batalla fue breve,
aunque
Alberto de Aquisgrán
afirma que la batalla se prolongó un poco más debido a la buena
preparación del ejército egipcio. Las dos principales líneas de batalla
se aproximaron entre la lluvia de flechas hasta que comenzó el cuerpo a
cuerpo con las lanzas. Los etíopes atacaron el centro de la línea
cruzada, y la vanguardia fatimida rodeó a los cruzados para atacar su
retaguardia, que fue reforzada por Godofredo. A pesar de su superioridad
numérica, el ejército de Al-Afdal era semejante al ejército Selyúcida
al que ya se habían enfrentado los cruzados con anterioridad. La batalla
tuvo lugar antes de que la caballería pesada fatimida estuviera
preparada para entrar en acción. El pánico se extendió entre las tropas
de Al-Afdal y comenzaron a huir hacia la seguridad que les proporcionaba
la ciudad fortificada. Raimundo persiguió a algunos hasta el mar, otros
trepaban a los árboles y eran abatidos con flechas, mientras que muchos
morían aplastados en las aglomeraciones que se formaron a las entradas
de las puertas de Ascalón. Al-Afdal dejó atrás su campamento y sus
tesoros, que fueron capturados por Roberto y Tancredo. Las pérdidas
cruzadas son desconocidas, pero los egipcios perdieron entre 10.000 a
12.000 hombres.
Conclusión
Los cruzados pasaron la noche en el campamento abandonado, preparando
otro ataque, pero a la mañana siguiente los fatimidas decidieron
retirarse a Egipto. Al-Afdal huyó en barco. Los cruzados saquearon todo
lo que pudieron, incluyendo el estandarte y la tienda personal del
visir, y quemaron el resto. Regresaron a Jerusalén el
13 de agosto,
y después de las celebraciones tanto Godofredo como Raimundo reclamaron
Ascalón. La guarnición de la ciudad al enterarse de la disputa, vio la
oportunidad de no rendirse gracias a la desunión cruzada. Después de la
batalla casi todos los cruzados regresaron a sus hogares en Europa al
haber cumplido con éxito su voto de
peregrinación.
Sólo unos cuantos cientos de caballeros se quedaron en Jerusalén hasta
final de año, aunque gradualmente estuvieron siendo reforzados por la
llegada de nuevos peregrinos y cruzados inspirados por el éxito de la
Primera Cruzada.
Ascalón permaneció bajo control fatimida y pronto fue reforzada su
guarnición, convirtiéndose en la base de operaciones para las invasiones
del reino de Jerusalén que Egipto llevaba a cabo cada año hasta 1153
cuando fue finalmente capturada por los cruzados en el
Asedio de Ascalón.
Referencias
Bibliografía
- Kaufmann, J. E.; Kaufmann, H. W. & Jurga, Robert M. (2004). The Medieval Fortress: Castles, Forts, And Walled Cities Of The Middle Ages. Cambridge: Da Capo Press. ISBN 978-0-30681-358-0.
- Alberto de Aquisgrán, Historia Hierosolymitana
- Fulquerio de Chartres, Historia Hierosolymitana
- Gesta Francorum
- Hans E. Mayer, The Crusades. Oxford, 1965
- Raimundo de Aguilers, Historia francorum qui ceperunt Jerusalem
- Jonathan Riley-Smith, The First Crusade and the Idea of Crusading. Philadelphia, 1999
- Steven Runciman, The First Crusaders, 1095–1131. Cambridge University Press, 1951
- Kenneth Setton, ed., A History of the Crusades. Madison, 1969–1989
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