sábado, 24 de agosto de 2013

LA EXPANSIÓN MUSULMANA.

 Plano de la ciudad de Damasco, siglo XVII. Madrid, Biblioteca Nacional.
Plano de la ciudad de Damasco, siglo XVII. Madrid. Biblioteca Nacional.

La unificación de los árabes en torno a una religión que tenía un mensaje universalista y proselitista muy claro les indujo a concentrar sus esfuerzos y a no pelear entre ellos, como había ocurrido en el pasado, sino a expandirse y difundir la religión fuera de los límites desérticos de Arabia.
Se puso en marcha una fuerza bélica impresionante que llevó a que en 642, solo diez años después de la muerte de Mahoma, el islam controlase los territorios donde había nacido la civilización: Egipto y Mesopotamia. En 711 llegaron por el oeste a la península Ibérica, y por el este a la India, una zona muy rica y extensa.
Los musulmanes ofrecían una religión abierta a todos, que prometía una mayor igualdad y prosperidad, reflejada en un comercio floreciente que conectaba África, Europa y Asia. Junto a los guerreros, también los comerciantes se mostraron como importantes introductores de las influencias musulmanas y fueron fundamentales, por ejemplo, en la islamización de Indonesia, en la penetración del islam en China o en zonas del África subsahariana. Tras esta rápida expansión, el islam pasó de ser una religión árabe a convertirse en una religión mundial.

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