Encarnación (del latín incarnatio, de incarnatum, incarnare) es una expresión que en el cristianismo alude a la creencia de que el Verbo Divino tomó carne humana en la persona de Jesucristo.
Según Tertuliano[1] "el rayo divino, que es el Verbo o el Logos, descendió a una virgen, tomó carne en su seno y nació, hombre y Dios a la vez". San Cirilo de Alejandría, por otra parte, lo explicaba así: "Jesús existió, fue engendrado por el Padre antes de todos los tiempos, y no obstante nació de la carne de una mujer".
El Catecismo de Iglesia católica señala que se "la Iglesia llama "Encarnación" al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido una naturaleza humana para llevar a cabo por ella nuestra salvación,reconciendo que el Hijo de Un Dios todopoderoso vino a habitar con los humanos. En un himno citado por S. Pablo, la Iglesia canta el misterio de la Encarnación:
Los hermanos polacos del siglo 17, vieron la encarnación de la palabra como la encarnación del plan de Dios, en un descendiente de Abraham, y no como la encarnación de una persona que existía en el cielo, antes de su nacimiento.[3]
Evangelio de Mateo. 18-25, Evangelio de Mateo. Nacimiento de Jesús. 1
Evangelio de Lucas. 26-38., Evangelio de Lucas. Se anuncia el nacimiento de Jesús. Lc 1
Según Tertuliano[1] "el rayo divino, que es el Verbo o el Logos, descendió a una virgen, tomó carne en su seno y nació, hombre y Dios a la vez". San Cirilo de Alejandría, por otra parte, lo explicaba así: "Jesús existió, fue engendrado por el Padre antes de todos los tiempos, y no obstante nació de la carne de una mujer".
El Catecismo de Iglesia católica señala que se "la Iglesia llama "Encarnación" al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido una naturaleza humana para llevar a cabo por ella nuestra salvación,reconciendo que el Hijo de Un Dios todopoderoso vino a habitar con los humanos. En un himno citado por S. Pablo, la Iglesia canta el misterio de la Encarnación:
Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo: el cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. (Flp 2, 5-8; cf. LH, cántico de vísperas del sábado).La fe en la encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana: "Podréis conocer en esto el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios" (1 Jn 4, 2).
Los hermanos polacos del siglo 17, vieron la encarnación de la palabra como la encarnación del plan de Dios, en un descendiente de Abraham, y no como la encarnación de una persona que existía en el cielo, antes de su nacimiento.[3]
[editar] Véase también
Evangelio de Juan. 1-18), Evangelio de Juan (1Evangelio de Mateo. 18-25, Evangelio de Mateo. Nacimiento de Jesús. 1
Evangelio de Lucas. 26-38., Evangelio de Lucas. Se anuncia el nacimiento de Jesús. Lc 1
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