I.
La metáfora de la luz se encuentra en Mt 4,16, citando a Is 9,1, y se
aplica a Jesús. En 5,14-16 traslada a los discípulos lo que se decía de
Jerusalén y del templo (Is 49,5); es la gloria de Dios, su amor de obra
(5,16), la luz que debe brillar en ellos. En Lc, Jesús es la luz de las
naciones (2,32).
III. En las cartas se habla de «pertrecharse para actuar en la luz» (Rom 13,12, lit. «revestirse de las armas de la luz») , de «los hijos de la luz». Dios habita en una luz inaccesible (1 Tim 6,16). En 1 Jn 1,5 se afirma que Dios es luz, como después se afirma que es amor (4,8).
II.
En J n e! símbolo de la luz se encuentra en todo e! evangelio. Para Jn,
la luz es e! resplandor de la vida (1,4); no existe, por tanto, una luz
anterior a la vida, es la vida misma en cuanto se impone por su
evidencia y puede ser conocida. La luz-vida precede la aparición de la
tiniebla (1,5), agente hostil que pretende sofocarla (1,5). Si luz =
vida, tiniebla = muerte.
a) La
vida que brilla como luz es el contenido del proyecto de Dios (1,4). Su
brillo ha sido constante, es decir, el hombre ha sentido siempre e!
deseo de plenitud a que lo llama el proyecto divino, del que su mismo
ser es ya una expresión, puesto que todo ha sido creado según ese
proyecto/Palabra (1,3). Sin embargo, la humanidad en general lo ha
rechazado (1,10): la mayoría de los hombres ha reprimido el deseo de
plenitud, sometiéndose a la tiniebla (1,5). Este rechazo será llamado
«el pecado del mundo» (1,29).
La
luz de la vida, única luz verdadera, que guía los pasos del hombre, se
opone a las falsas luces, en particular a la Ley, llamada luz en el AT
(Sal 109,105; Sab 18,4; Eclo 45,17 LXX) y en el judaísmo.
La
luz equivale metafóricamente a «la verdad». Se desprende, pues, de lo
dicho, que para el hombre la única verdad es la plenitud de vida
contenida en el proyecto divino, que le manifiesta al mismo tiempo la
realidad del amor de Dios y la plena realidad del hombre. La tiniebla,
por su parte, que se opone directamente a la luz/verdad y así impide la
vida, es un agente de mentira (8,44): oculta al hombre el proyecto de
Dios sobre él y, proponiéndole otros objetivos, le hace imposible
alcanzar la plenitud.
b) La
luz/vida, contenido del proyecto de Dios (1,4), se encarna en Jesús,
proyecto divino realizado (1,14). Así él es la luz del mundo, es decir,
la vida de la humanidad (8,12; cf. 9,5; 12,3Ss.46).
Existe
una correlación entre los binomios «luz-vida» y «gloria-amor leal». En
ambos casos, el término que lleva en sí el rasgo de «luminosidad» (luz,
gloria) denota la manifestación y la evidencia del término sustantivo
(vida, amor leal). La luz/verdad es así el brillo de la vida; la
gloria, el del amor leal. Vida y amor se identifican; lo mismo gloria y luz.
gloria, el del amor leal. Vida y amor se identifican; lo mismo gloria y luz.
La
ausencia de luz (noche) significa la ausencia de Jesús, que el hombre
no se deja iluminar por Jesús (3,2; 9,4; 11,9s; 12,3Ss.46; 21,3).
c)
Ante la alternativa luz/vida - tiniebla/muerte, la adhesión a Jesús se
presenta como la opción por la luz/vida (3,19-21). El rechazo de la luz
procede del perverso modo de obrar (3,19), opuesto a «practicar la
lealtad» (= el amor leal). Aparece así la realidad del juicio: es el
hombre
mismo el que con su opción por la tiniebla se da la sentencia.
mismo el que con su opción por la tiniebla se da la sentencia.
La iluminación o conocimiento de la verdad se expone narrativamente en el episodio del ciego (9,1-37).
III. En las cartas se habla de «pertrecharse para actuar en la luz» (Rom 13,12, lit. «revestirse de las armas de la luz») , de «los hijos de la luz». Dios habita en una luz inaccesible (1 Tim 6,16). En 1 Jn 1,5 se afirma que Dios es luz, como después se afirma que es amor (4,8).
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