Salvación
equivale a vida. Hay dos clases de salvación (Mc 8,35), la que consiste
en conservar la vida física (<<el que quiera poner a salvo su
vida, la perderá»; cf. Mc 10.26 par.: subsistir; 13,20; 15,30s par.) y
la que consiste en superar la muerte (<<el que pierda su vida por
causa mía y de la buena noticia, la pondrá a salvo»; cf. Mc 13,13b). Es
decir, para Jesús, la vida física no es el valor supremo y el miedo a
perderla somete al hombre a la esclavitud.
En los relatos de curación, el verbo therapéuo, «curar», significa la eliminación del mal (Mc 1,34; 6,13); el verbo sozo, «salvar»,
la infusión del Espíritu, que supone la adhesión a Jesús y cura
definitivamente la debilidad/enfermedad de hombre (Mc 5,28.34; 6,46;
10,12).
Jesús es la salvación (Le 2,30; Jn 4,22). Sólo en él se encuentra la salvación (Hch 4,2.12). Salvación universal (Lc 3,6; Hch 2,21; Rom 10,13; 1 Tim 2,4). El evangelio, salvación (Rom 1,16; Ef 1,13). Jesús, pionero de la salvación (Heb 2,10). El plan de Dios es salvar al hombre, es decir, darle vida definitiva Un 3,17; 12,47). Salvación actual (Hch 2,47; 1 Cor 1,18; 2 Cor 2,15; Ef 2,5.8); futura (Rom 5,8).
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