Eucaristia (eujaristía) es la palabra griega
de la que proviene uno de los dos grandes nombres que dan
todas las confesiones cristianas, al sacramento, rito y
misterio central de la religión sobre la que está
asentada la cultura occidental. Es una palabra
preexistente al rito que denomina, y por consiguiente
carga con su significado original. Para los griegos eucaristía
significaba "reconocimiento",
"agradecimiento"; de ahí fraguó Diodoro de
Sicilia el significado de "Acción de gracias",
que forma parte de la terminología religiosa y se
entiende por sí mismo. Son numerosos los derivados
griegos de esta palabra, y se reafirman en el mismo
significado. Su origen es evidente: está compuesta del
prefijo eu (eu), que encontramos en euro,
eutanasia, Eugenio, eugenesia... que significa
"bien", más la palabra cariV (járis)
que significa "brillo", resplandor",
"encanto de la belleza", "gracia" y
un largo etcétera. Fue personificada en la mitología
griega en Las Tres Gracias. La extensión del término
es, por tanto, inabarcable: es una especie de compendio
de todo lo que de positivo pueda expresar un ser humano a
otro, o a la divinidad.
El término Eucaristía,
junto con su "traducción oficial" Acción
de Gracias fue adoptado por el cristianismo para
denominar no tanto el propio rito de la misa, como la
actitud de los cristianos ante el mismo. En efecto,
tratándose como se trata de un rito en el que se
escenifica y se celebra un giro de 180 grados, un cambio
radical en las relaciones del hombre con Dios, y por
tanto de los hombres entre sí (Dios en su forma humana,
como síntesis de toda la humanidad, haciendo de
víctima; y en su forma divina aceptándola, y aceptando
al mismo tiempo como igualmente valioso el canje de la
propia víctima por el pan y el vino, fruto de su
trabajo), ante tamaño cambio de la condición humana
gracias a la aceptación por Dios de ese sacrificio, la
única respuesta posible es la acción de gracias.
Dejando para otro momento el
análisis del contenido del paréntesis, paso al factor
"agradecimiento": toda civilización (estoy convencido de que la
grafía civilización estaría más
acorde con el origen y significado de la palabra) se sostiene sobre unos determinados
sistemas de creencias y de valores que dirigen su
actividad para obtener lo esencial en la subsistencia,
que es la comida. Y todas las civilizaciones, en sus
orígenes, han considerado que la divinidad (no olvidemos
que el animismo está en el origen de toda religión)
tenía muchísimo que ver en el aprovisionamiento de esas
subsistencias, por lo que instituyeron los sacrificios
que, en última instancia eran los sistemas rigidísimos
de administración de los recursos alimentarios de
acuerdo con principios prácticos en forma ritualizada.
Siendo el sacrificio de la misa una innovación
extraordinaria en la que Dios acepta el sacrificio de su
propio hijo, como garantía absoluta de que ya ningún
sacrificio humano podrá superarlo en calidad, y por
tanto será vano; y aceptando Dios el ofrecimiento del
trabajo del hombre como redención de su propia vida,
sólo cabe el agradecimiento.
Mariano
Arnal
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