Elegido
en Roma el 2 de noviembre de 1389, como el sucesor del Papa romano
Urbano VI; fallecido allí el 1 de octubre de 1404. Pedro (Perino,
Pietro) Tomacelli provenía de una antigua familia noble de Nápoles pero
empobrecida. Carecía de una buena preparación teológica y de habilidad
en el manejo de asuntos curiales; pero era por naturaleza diplomático y
prudente. Su firme carácter y su aire apacible hicieron mucho por
restaurar el respeto por el papado en los países de obediencia propia
(Alemania, Inglaterra, Hungría, Polonia, y la mayor parte de Italia). El
Papa de Aviñón, Clemente VII, había coronado (el 1 de noviembre de
1389) como rey de Nápoles al príncipe francés, Louis de Anjou. Bonifacio
asumió la causa del joven Ladislao, heredero de Carlos III de Nápoles y
Margarita de Durazzo, coronado rey de Nápoles en Gaeta (el 29 de mayo
de 1390), y durante la siguiente década lo ayudó a expulsar eficazmente
de Italia las fuerzas de Angevin. En el curso de su papado Bonifacio
extinguió la independencia municipal de Roma y estableció la supremacía
del papa. Afianzó la adhesión final de los romanos (1398) fortificando
de nuevo el Castillo de Sant Angelo, los puentes y otros puntos
estratégicos. También retomó la posesión del puerto de Ostia, de su
cardenal-obispo. En los Estados Pontificios, Bonifacio gradualmente
recobró el mando de las fortalezas y ciudades principales y es el
verdadero fundador de estos Estados tal y como aparecen en el siglo XV.
Debido a la infidelidad y violencia de los romanos, residió
frecuentemente en Perugia, Asís y en otros lugares. Clemente VII, el
papa de Aviñón, murió el 16 de septiembre de 1394. Bonifacio lo había
excomulgado poco después su propia elección, y a su vez había sido
excomulgado por Clemente. En 1392 Bonifacio intentó en vano entablar
relaciones más próximas con Clemente para el restablecimiento de la
unidad eclesial, tras lo cual Bonifacio reafirmó con vigor su propia
legitimidad. Clemente fue sucedido en Aviñón, el 28 de septiembre de
1394, por el Cardenal Pedro de Luna, como Benedicto XIII. Basta con
decir aquí que Bonifacio siempre afirmó ser el verdadero papa, y en todo
momento rechazó la propuesta de abdicar, incluso cuando era exigida por
los miembros principales de obediencia propia, v.g. Ricardo II de
Inglaterra (1396), la Dieta de Frankfurt (1397) y el rey Wenceslao de
Alemania (Reims, 1398).
Durante el papado de Bonifacio se celebraron dos jubileos en Roma. El
primero tuvo lugar en 1396, conforme a una ordenanza de su predecesor
Urbano VI, y fue ampliamente frecuentado desde Alemania, Hungría,
Polonia, Bohemia, e Inglaterra. Varias ciudades de Alemania obtuvieron
los privilegios del jubileo, pero la predicación de las indulgencias dio
lugar a abusos e imposiciones por parte de representantes no
acreditados del papa, por lo que se vio obligado a proceder contra ellos
con severidad. El jubileo de 1400 atrajo a Roma una gran multitud de
peregrinos, particularmente de Francia. A pesar de una plaga desastrosa
Bonifacio permaneció en su puesto. Al final de 1399 grupos de
penitentes, conocido como los Bianchi, o Albati (penitentes blancos), se
alzaron, sobre todo en Provenza e Italia. Iban en procesión de ciudad
en ciudad, vestidos con vestiduras blancas, encapuchados, sólo con los
ojos descubiertos y llevando en su espalda una cruz roja. Durante algún
tiempo su entusiasmo penitencial obtuvo algunos buenos resultados.
Después de que hubieron satisfecho su ardor espiritual en Roma,
Bonifacio gradualmente desaprobó estas muchedumbres errantes, una presa
fácil de agitadores y conspiradores, y finalmente los disolvió. En
Inglaterra la virulencia anti-papal de Wycliff aumentó la oposición de
la corona y el clero a los métodos de Bonifacio en la concesión de los
beneficios ingleses. El Parlamento confirmó y amplió más de una vez los
estatutos de Provisors (1351) y Præmunire (1393), de Eduardo III.
Bonifacio protestó vigorosamente, particularmente en 1391, pero
finalmente fue incapaz de ejecutar sus concesiones sin el consentimiento
y la sanción del rey. "Así acabó", dice Lingard (ad. an. 1393)," esta
larga y agria controversia, totalmente a favor de la corona." No
obstante, en el sínodo de Londres (1396), la Iglesia inglesa condenó las
enseñanzas anti-papales de Wyclif, y en 1398 la Universidad de Oxford,
consultada por Ricardo II, emitió en favor de Bonifacio documentos
influyentes, como en 1390 y de nuevo en 1393, los pares espirituales
apoyaron el derecho del papa para excomulgar incluso a aquéllos que
obedecieron el estatuto de Provisors (1351). En Alemania los electores
habían depuesto en Rhense (20 de agosto de 1400) al indigno Wenceslao,
rey de los romanos, y había elegido en su lugar a Ruperto, Duque de
Baviera y Rhenish y Conde del Palatinado. En 1403 Bonifacio abandonó su
actitud incierta hacia ambos, aceptó la deposición de Wenceslao, como
hecho por la autoridad papal, y reconoció la elección de Ruperto. En
1398 y 1399 Bonifacio llamó a la Europa cristiana en favor del emperador
Manuel II, amenazado en Constantinopla por el Sultán Bajazet. Santa
Brígida de Suecia fue canonizada por Bonifacio, el 7 de octubre de 1391.
Le deben su origen las universidades de Ferrara (1391) y Fermo (1398) y
Erfurt su confirmación (1392). En 1404 Benedicto XIII envió la última
de sus embajadas a Bonifacio, que recibió a los representantes de
Benedicto el 29 septiembre, pero la entrevista acabó de modo
desfavorable. El papa, muy irritado, entró en cama con un ataque de
litiasis y murió después de dos días de una enfermedad.
Cronistas contemporáneos y tardíos alabaron las virtudes políticas de Bonifacio, también la pureza de su vida y la grandeza de su espíritu. Algunos, como Dietrich de Niem, le adjudican un amor inmoderado al dinero, tráfico deshonesto de beneficios, venta de dispensas, etc., Pero Dietrich no es un escritor imparcial y es acusado por Reynaldo de ser encarnizado e injusto (acertus et iniquis). En sus chismosas páginas uno extraña una apropiada apreciación de las dificultades que rodearon los ingresos de Bonifacio, los internos, perdidos en la larga ausencia del papado de Roma, los externos disminuidos por el cisma, los gastos extraordinarios para la restauración de la Roma papal y la reconquista de los Estados Papales, las constantes guerras provocadas por la ambición francesa, la herencia de los métodos financieros de Aviñón, y la obligación de conciliar a los partidarios en y fuera de Italia. Bonifacio no buscó nada para él y murió pobre. También es acusado de nepotismo y ciertamente mantuvo generosamente a su madre, hermanos, y sobrinos. Puede decirse, sin embargo, que en las condiciones semi-anárquicas del tiempo un buen gobierno dependía de los apoyos personales que el gobernante pudiera reunir y retener, i. e. que pudiera recompensar la fidelidad, que estaba mejor asegurada por lazos domésticos íntimos. Bonifacio fue el primer papa en introducir en la Curia romana la formula de renta conocida como annates perpetuæ, o reserva de la mitad de los frutos del primer año de cada beneficio otorgado, esto además de las otras rentas tradicionales. Debe recordarse que en este momento los cardenales exigían una gran parte de estos réditos, así que la Curia fue quizás más responsable que el papa en los nuevos métodos financieros destinados en el próximo siglo a despertar sentimientos amargos contra Roma, particularmente en Alemania.
Transcrito por WGKofron
En memoria de Fr. John Hilkert, Akron, Ohio
Fidelis servus et prudens, quem constituit Dominus super familiam suam
Traducido por Quique Sancho
Cronistas contemporáneos y tardíos alabaron las virtudes políticas de Bonifacio, también la pureza de su vida y la grandeza de su espíritu. Algunos, como Dietrich de Niem, le adjudican un amor inmoderado al dinero, tráfico deshonesto de beneficios, venta de dispensas, etc., Pero Dietrich no es un escritor imparcial y es acusado por Reynaldo de ser encarnizado e injusto (acertus et iniquis). En sus chismosas páginas uno extraña una apropiada apreciación de las dificultades que rodearon los ingresos de Bonifacio, los internos, perdidos en la larga ausencia del papado de Roma, los externos disminuidos por el cisma, los gastos extraordinarios para la restauración de la Roma papal y la reconquista de los Estados Papales, las constantes guerras provocadas por la ambición francesa, la herencia de los métodos financieros de Aviñón, y la obligación de conciliar a los partidarios en y fuera de Italia. Bonifacio no buscó nada para él y murió pobre. También es acusado de nepotismo y ciertamente mantuvo generosamente a su madre, hermanos, y sobrinos. Puede decirse, sin embargo, que en las condiciones semi-anárquicas del tiempo un buen gobierno dependía de los apoyos personales que el gobernante pudiera reunir y retener, i. e. que pudiera recompensar la fidelidad, que estaba mejor asegurada por lazos domésticos íntimos. Bonifacio fue el primer papa en introducir en la Curia romana la formula de renta conocida como annates perpetuæ, o reserva de la mitad de los frutos del primer año de cada beneficio otorgado, esto además de las otras rentas tradicionales. Debe recordarse que en este momento los cardenales exigían una gran parte de estos réditos, así que la Curia fue quizás más responsable que el papa en los nuevos métodos financieros destinados en el próximo siglo a despertar sentimientos amargos contra Roma, particularmente en Alemania.
Fuentes
DIETRICH (THEODERICUS) VON NIEM, De Scismate libri III, ed. ERLER (Leipzig, 1890); GOBELINUS PERSONA, Cosmidromius (Cosmodromium), ed. JANSEN (1904); RAYNALDUS, Ann. eccl. ad. ann. 1389-1404, contiene muchos documentos importantes; otros se encuentran en D'ACHÉRY, Spicilegium (Paris, 1655), MARTÊNE AND DURAND, Thesaur. nov. anecdotorum (Paris, f1717); Vet. Script. coll. ampliss. (Paris, 1724); Vita Bonifatii IX, in MURATORI, Rev. Ital. Script., III, ii, 830 sqq.; Liber Pontificalis, ed. DUCHESNE, II, 507, 530, 549; Historias de la cidad de Roma by GREGOROVIUS and by VON REUMONT; JUNGMANN, Dissert. Selecta (1886) VI, 272; CREIGHTON, Una Historia del Papado durante el periodo de la Reforma (London, 1892), I, 98-161; PASTOR, Historia del Papadp; LINGARD, Historia deInglaterra, III, c. iv; ERLER, Die historischen Schriften Dietrichs von Nieheim (Leipzig, 1887); HEFELE, Conciliengesch., VI, 812 sqq.; N. VALOIS, Francia y el gran Cisma de Occidente (Paris, 1896-1902); ROCQUAIN, La Curia de Rome y el espíritu de reforma antes de Lutero (Paris, 1897); M. JANSEN, Papst Bonifatius IX. und seine Beziehungen zur deutschen Kirche (Freiburg, 1904). Sobre las Bulas de Boniface concernientes a Hungría vease Mon. Vaticana hist. regni Hung. illustr. (Budapest, 1888), Ser. I, III, 1389-96; para Bohemia, KROFTA, Acta Urb. VI. et Bonif. IX, p. I, in Mon. Vaticana res gestas Bohemiæ illustrantia (Prague, 1903), V. THOMAS OESTREICHTranscrito por WGKofron
En memoria de Fr. John Hilkert, Akron, Ohio
Fidelis servus et prudens, quem constituit Dominus super familiam suam
Traducido por Quique Sancho
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