CARNE
La palabra española «alma», tan común en el habla, ha
adquirido un sentido muy diferente del que tenían sus
correspondientes
hebreo y griego. Por eso es importante aclarar su sentido en estas
lenguas, para no proyectar en los textos bíblicos nuestro modo de
concebir, interpretándolos de manera equivocada.
La palabra griega psykhé, que a menudo se traduce por «alma», corresponde a la
hebrea nefesh, que en el
AT tiene dos sentidos principales:
En los evangelios, psykhé es la vida misma, como aparece claramente en Me 8,35 par.:
« el que quiera poner a salvo su vida (psykhé),
la perderá; el que pierde su vida por causa mía ... la pondrá a
salvo»; lo mismo en Me 10,45: «para entregar su vida en rescate
por todos», y en Jn 10,11: « El pastor modelo entrega su vida por
sus ovejas», o 12,25: «Tener apego a la propia vida es destruirse»;
de modo parecido, en la bravata de Pedro, Jn 13,37: «Daré mi vida
por ti.»
De hecho, no existe en Mateo, Marcos y Juan un término
abstracto para designar la vida física. El gr. psykhé es un
concreto que denota al individuo humano en cuanto vivo y consciente;
de ahí que a menudo equivalga en el uso al pronombre reflexivo y
los mismos ejemplos anteriores admitan una traducción en este
sentido, como en Mc 8,35 par.: «el que quiera ponerse a salvo, se
perderá»; Jn 10,11: «El pastor modelo se entrega él mismo por
las ovejas».
El NT no enseña la inmortalidad del alma. Esta no es la parte
real y valiosa del hombre ni su elemento eterno y permanente; la
inmortalidad es un atributo exclusivo de Dios (cf. 1 Tim 6,15s: «Dios
bienaventurado y único soberano ..., único que posee la
inmortalidad»), que él comunica al hombre con el don del Espíritu
(Jn 3,16: «la vida definitiva»).
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» UTIILIZAN "CARNE" EN VARIOS SENTIDOS |
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a) La carne de un cuerpo animal o humano (1 Cor 15,
39: «Todas las carnes no son lo mismo: una cosa es la carne del
hombre, otra la del ganado, etc.») o el organismo del hombre (Gál
4,13, lit.: « debilidad/ enfermedad de la carne», es decir, «enfermedad
corporal»).
b) El ser humano, acentuando más o menos, según los
contextos, su condición débil y caduca (Me 10,8 par.: «Serán los
dos un solo ser [una sola carne]» ; 13,20: «No se salvaría ningún
mortal [toda carne ] »; Jn 17,2: «Ya que le has dado esa capacidad
para con todo hombre [toda carne] »; Hch 2,17: «Derramaré mi Espíritu
sobre todo mortal [toda carne l » ).
c) En oposición a «espíritu», significa la
condición humana débil (Me 14,38 par.: « El espíritu es
animoso, pero la carne [ la condición del hombre] es débil»), y,
en los escritos paulinos, la debilidad moral, los bajos instintos
que inducen al hombre al pecado (Rom 8,6: «Los bajos instintos [la
carne ] tienden a la muerte; el Espíritu, en cambio, a la vida y
a la paz»; Gál 5,17: «Los objetivos de los bajos instintos [de la
carne] son opuestos al Espíritu»).
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» "CARNE Y SANGRE" DESIGNAN AL HOMBRE EN SU CONDICIÓN TERRENA |
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- Rom 6,19: «Hablo a modo humano, por la debilidad
de vuestra carne»/«por lo débiles que sois», «por lo flojos que
estáis»;
- Rom 7,5: «Cuando estábamos en la carne»/«cuando
estábamos sujetos a los bajos instintos»;
- 1 Cor 1,26: «No muchos sabios según la carne»/«no
muchos sabios en lo humano» («intelectuales»);
- 2 Cor 1,17: « ¿O los planes que hago los hago según
la carne?»/«¿O hago mis planes con miras humanas?» («carne»
peyorativo, en relación con la ambición, « los bajos instintos
» );
- Gál 5,13: «Que la libertad no dé pie a la carne»
/«a los bajos instintos»; lo mismo en 5,16ss.
- Col 2,23: «Sirve para cebar el amor propio [la
carne].»
d) La locución «carne y sangre» designa al hombre
en su condición terrena, como el español «carne y hueso» (Mt
16,17: «Eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso [una carne
y sangre], sino mi Padre del cielo»; 1 Cor 15,50: «Quiero decir,
hermanos, que esta carne y hueso [carne y sangre] no puede heredar
el reino de Dios»).
Hay que considerar aparte el Evangelio de Juan, que integra
en un marco teológico particular el concepto de hombre en cuanto «carne».
Para Juan, «el hombre‑carne», es decir, el hombre débil y
mortal, es la primera etapa del plan creador de Dios; «la carne»
no es un principio malo, sino solamente un estadio inacabado.
En efecto, el designio de Dios sobre el hombre no se limita
a dar existencia a una criatura débil y destinada a la muerte («carne»),
sino que se propone infundirle una vida capaz de superar la muerte (Jn
3,16: «para que todo el que le presta su adhesión tenga vida
definitiva y ninguno perezca»). De por sí, «la carne» es un
principio vital que no puede superar su propia condición y que
engendra su misma debilidad (Jn 3,6: «de la carne nace carne»).
Jesús es el proyecto de Dios hecho «carne» (Jn 1,14), es
decir, realizado en un hombre cuya debilidad se mostró al sufrir
la muerte.
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» EL CORAZÓN |
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En el AT, «corazón» (hebr. leb, lebab) puede
significar:
a) Como órgano corporal, la sede de la fuerza y de
la vida física (Sal 38,11: «Siento palpitar mi corazón, me
abandonan
las fuerzas»; Is 1,5: «El corazón está agotado»); cuando el
corazón se vigoriza por el alimento, el hombre entero revive (Gn
18,5: «Traeré un pedazo de pan para que cobréis fuerzas [para que
vuestro corazón se fortalezca] antes de seguir»; Jue 19,5: «El
padre de la chica le dijo: "Coge fuerzas, prueba un bocado
[fortalece tu corazón con un pedazo de pan] y luego os vais"»;
1 Re 21,7: «A comer, que te sentará bien [come pan, que se alegre
tu corazón ] » ).
b) En sentido figurado, el «corazón» representa la
vida intelectual y espiritual, la naturaleza interna del hombre. Es
el lugar del pensamiento, del querer y sentir del hombre. A él
pertenecen, por tanto, en primer lugar, el conocimiento, las
convicciones, la comprensión, la reflexión, que nosotros situamos
en «la mente»; pero además es el lugar de las actitudes, y en él
se fraguan l? decisión y la opción, que para nosotros se sitúan
en el terreno de la «voluntad»; por último, en él anidan los
miedos, el amor y el odio, es decir, los «sentimientos», en
un sentido más cercano al nuestro. «El corazón» resume el
mundo interior del hombre, en cuanto éste se considera
permanente, duradero o estable.
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«Lo que sale del corazón» es «lo que sale de dentro» (Mt
15,18s par.); «decir en su corazón» es simplemente «decirse» a
uno mismo (Mt 24,48); «razonar en el corazón» (Mc 2,8) es «razonar
en su interior», sin expresarlo en voz alta. « En el corazón»,
es decir, en lo interior del hombre, se asienta la paz (Flp 4,7). En
Mt 13,15, cita de Is 6,10, «el corazón» significa «la mente»:
«está embotada la mente de este pueblo; ... para ... no entender
con la mente». La «dureza de corazón» (Mc 3,5; 6,52; 8,17)
significa la obcecación de la mente.
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» EL ESPÍRITU |
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La fuerza/espíritu de Dios puede irrumpir en un hombre (Jue
14,6: «El espíritu del Señor invadió a Sansón, que descuartizó
al león como quien descuartiza a un cabrito»; 1 Sm 16,13: «En
aquel momento invadió a David el espíritu del Señor», etc.),
entrar en él (Ez 2,2: «Penetró en mí el espíritu mientras me
estaba hablando y me levantó en pie», etc.), bajar sobre él (Is
11,2: «Sobre él se posará el Espíritu del Señor»). Todo esto
indica la poderosa acción de Dios sobre un hombre, capacitándolo
para hechos extraordinarios.
Bajo el influjo de la cosmología persa, los textos de Qumran
desarrollaron la teoría de dos ángeles o espíritus, uno de «rectitud»
o «luz», el otro de «iniquidad» o «tinieblas», enzarzados en
perpetuo conflicto en este mundo".
En general, puede decirse que «espíritu», en todas sus
acepciones, es siempre una «fuerza». En los evangelios puede
denotar el espíritu del hombre, el Espíritu de Dios o un espíritu
impuro/inmundo.
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b) El Espíritu Santo o Espíritu de Dios es, por
tanto, la fuerza vital de Dios, que, por ser amor, comunica amor y
produce vida. Los símbolos del Espíritu, «el agua», «el
perfume»,
« el 'vino» han sido estudiados en el cap. 11, 5 5 4, 7 y 8.
c) El espíritu inmundo/impuro es también una
fuerza, en este caso maléfica, y representa una ideología
destructora.
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» EL ALMA (VIDA) |

a) «Lo vivo en el hombre» en el sentido más
amplio, «la vida» como concreto (Ex 21,23: «cuanto haya lesiones,
las pagarás: vida por vida, ojo por ojo, etc.»).
b) «La persona», hasta el punto de poder equivaler
a «yo mismo» o «tú mismo» (1 Sm 18,1: «Jonatán se encariñó
con David, lo quiso como a sí mismo [ el alma de Jonatán se enlazó
con el alma de David, y Jonatán lo quiso como a su propia alma]»;
ef. Gn 2,7 ).
No se concibe un «alma» separada del cuerpo ni un alma que
se separa del cuerpo con la muerte; de hecho, se puede hablar de una
persona muerta como del alma de esa persona y significar la persona
muerta en su corporeidad (Nm 6,6: «No se acercará a ningún cadáver
[ a alma muerta] »).
Dado el sentido del español «alma», que se concibe como
independiente del cuerpo y separable de él, se ve la poca exactitud
de los que, dejándose llevar por el latín (anima), traducen nefesh por «alma». Esto resalta particularmente en los salmos,
produciendo un espiritualismo contrario al sentido del texto. Véanse
las 'siguientes frases en dos traducciones paralelas; la segunda
traduce la palabra psykhé según su significado en el contexto:
« Mi alma se gloría en el Señor» / «yo me enorgullezco
del Señor» (Sal 34,3);
«Dios rescatará mi alma del poder del sheol» / «
a mí Dios me saca de las garras del Abismo» (49,16);
« Mi alma está saciada de males» / «mi ánimo está
colmado de desdichas» (88,4); el «alma» significa la persona;
«Toda comida aborrecía su alma» / «aborrecían
todos los manjares» (107,18);
En algunos casos, nefesh conserva su sentido más primitivo: el de «garganta» o
tubo digestivo, aunque a veces con valor figurado:
«Mi alma tiene sed de ti» / «mi garganta tiene sed
de ti» (Sal 63,2);
«Subían a los cielos, bajaban al abismo (por el
movimiento de la nave), su alma se removía en el mal» / «subían
al cielo, bajaban al abismo, el estómago revuelto por el mareo [el
mal de mar]» (106,26).

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