domingo, 28 de diciembre de 2014

EL EVANGELIO NO DELIMITA A LA IGLESIA (I)

La Iglesia se ha organizado de tal manera que de ella no se puede decir que es el conjunto de personas que viven de acuerdo con el Evangelio o, al menos, que se esfuerzan por vivir de esa manera. Es decir, el Evangelio no configura ni delimita a la Iglesia.
LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA NO SON LOS "CONVERTIDOS"...
Esto se debe a una razón fundamental: el hecho generalizado del bautismo de los niños ha provocado, como consecuencia inevitable, que el ingreso en la Iglesia no se deba ya al acontecimiento religioso de la conversión a la fe, sino al hecho sociológico del nacimiento en una familia de bautizados. De ahí que los miembros de la Iglesia no son necesariamente los convertidos al Evangelio, sino los nacidos en determinados paises o en determinados grupos sociológicos. En consecuencia, la Iglesia ha dejado de ser la comunidad de los convertidos al mensaje de Jesús y se ha configurado como la gran masa de los bautizados.
Esta situación ha sido admitida, legitimada y defendida como lo mejor para la Iglesia. Los teólogos han buscado y han encontrado "buenos" argumentos en ese sentido. Y los dirigentes eclesiásticos no han tolerado que esta situación de hecho se ponga seriamente en cuestión. Todos vemos, es verdad, que de esta manera la Iglesia no puede ser definida ni delimitada por el mensaje de Jesús. Pero no parece que eso resulte demasiado preocupante para los dirigentes de la Iglesia. Más bien se puede decir exactamente lo contrario: si un buen día todos los creyentes nos llegáramos a persuadir de que la Iglesia se tiene que definir y delimitar por el Evangelio, ¿no habría que deducir de eso unas consecuencias prácticas que nos resultan sencillamente aterradoras?.
EL EVANGELIO SE HA ACOMODADO A LA ORGANIZACIÓN...
Estando así las cosas, el Evangelio ha sido leído y comprendido desde esta situación admitida como indiscutible. En consecuencia, el Evangelio ha sido interpretado desde la situación de la Iglesia y no al contrario. Es decir, la situación de la Iglesia no ha sido interpretada, discutida y adaptada a las exigencias del Evangelio. 0 en otras palabras, el Evangelio se ha acomodado a la organización eclesiástica y no la organización eclesiástica al Evangelio.
A partir de este planteamiento jamás abiertamente confesado pero siempre implícitamente admitido, la eclesiología ha sido elaborada a partir de los textos del Nuevo Testamento que se prestaban a ser "utilizados" por la ideología del sistema, para legitimar y potenciar la autoridad y los poderes del estamento dirigente, mientras que los textos evangélicos, que no podían ser "utilizados" en ese sentido, fueron sorprendenteniente marginados o interpretados como consejos ascéticos o como palabras piadosas que no tenían más función que alimentar la vida espiritual de los cristianos. Por ejemplo, el poder de "atar y desatar", que en Mt 16, 19 es concedido a Pedro, en Mt 18, 18 se concede a todo miembro de la comunidad. Pero curiosarnente la eciesiología ha tomado en consideración sólo el primero de esos textos, hasta hacerle decir que el obispo de Roma tiene un poder absoluto sobre los reyes y emperadores, según la interpretación de los defensores de la "plenitudo potestatis"(2), mientras que Mt 18, 18 ha sido extrañamente olvidado o incluso ha sido "manipulado" al servicio de la autoridad y de la situación establecida. Y lo mismo se puede decir a propósito de la metáfora de la roca, que, en Mt 7, 24 y Lc 6, 48 se refiere a la solidez y consistencia de la fe que no se limita a oir el mensaje si no que lo pone en práctica. Pero es un hecho que este sentido fundamental de la roca no ha sido tomado en consideración por la eclesiología, mientras que la misma metáfora en Mt 16, 18 se ha venido a erigir en el pilar básico de la estructuración y organización de la Iglesia. Evidentemente si la eclesiología hubiera tomado tan en serio la roca de Mt 7, 24 como lo ha hecho con la de Mt 16, 18, hoy tendríamos una Iglesia estructurada y configurada a partir de las bienaventuranzas y de las palabras de Jesús en el Sermón del Monte. Pero está fuera de duda, que eso resulta sencillamente imposible en una Iglesia que se compone, en la práctica, de casi toda la gente que nace en determinados países o en determinados grupos sociológicos.
LA IGLESIA ES UNA GRAN "MASA" DE BAUTIZADOS...
Esta idea de la Iglesia, como la gran masa de los bautizados, procede del siglo IV. Antes de ese tiempo, las cosas iban de otra manera. Sabemos que Jesús reunió un grupo, que era relativamente reducido(3), que además se distinguía netamente del resto de la población(4). Por otra parte, las comunidades cristianas, que aparecen en los escritos del Nuevo Testamento, eran comunidades más bien pequeñas(5). La palabra kazolike, "universal", ni siquiera aparece en el Nuevo Testamento; y el primer autor cristiano que la usa es Ignacio de Antioquía(6). Pero incluso en aquél tiempo, el término kazolike designaba, no tanto la universalidad, sino la autenticidad de la Iglesia, por contraposición a las sectas heréticas(7). Con el llamado "giro constantiniano" se produce el cambio de mentalidad: la paz de Constantino es vista como el advenimiento del Reino de Dios a la tierra, de manera que como Cristo es rey y señor universal, así la Iglesia también tiene que serlo. La Iglesia coincide con el Imperio; es la "societas christiana"(8). Desde entonces, la idea connatural es que quienes no pertenecen a la Iglesia es por mala voluntad de los mismos. Por eso se dice y se repite que "fuera de la Iglesia no hay salvación" (extra eccieslam nulla salus)(9). Además, es interesante notar que cuando la Iglesia es vista como institución de poder, en paralelismo con el Imperio, entonces es vista también como institución ilimitadamente universal. El poder eclesiástico no tolera limitaciones.
El que nos salva es Cristo...
Desde el punto de vista dogmático, esta manera de entender a la Iglesia tiene sus raíces en la idea según la cual la Iglesia es el medio necesario para la salvación(10). Y esto, a su vez, se basa en la idea de que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo. De donde se deducía: de la misma manera que fuera de Cristo no hay salvación, igualmente tampoco la hay fuera de la Iglesia. De esta manera, las afirmaciones soteriológicas (que se refieren a la salvación) del Nuevo Testamento, que son afirmaciones cristológicas (11), pasan a ser afirmaciones eclesiológicas: la obra de la Iglesia se identifica con la obra de Cristo; por tanto, la fe en que Cristo nos ha salvado se convierte en el convencimiento de que la iglesia salva a los hombres, lo cual contradice la enseñanza del Nuevo Testamento, que atribuye siempre la sotería (salvación) a Cristo, de tal manera que de la Iglesia se dice que también es salvada por el mismo Cristo (cf. Ef 5, 23).
Con todo esto quiero decir que la teología, que sustenta la idea de una Iglesia masiva y multitudinaria, es una teología que apenas tiene consistencia, porque nace de las ideas que tienen su origen en el "giro constantiniano"; y porque maneja los datos del Nuevo Testamento de una manera arbitraria y según sus propios intereses.

EL EVANGELIO NO DELIMITA A LA IGLESIA (II)

CANTIDAD SIN CALIDAD...

Por otra parte, lo que le interesa a esta mentalidad eclesiástica es que en la Iglesia haya el mayor número posible de gente. La afirmación constante, que se hace en los ambientes eclesiásticos es que "hace falta un cristianismo popular" (12). Y con eso se quiere decir, no que la Iglesia este enraizada en el pueblo, sino que en la Iglesia haya el mayor número posible de gente. Es decir, que todo el mundo esté en la Iglesia, lo mismo los ricos que los pobres, los dominadores y los dominados, los explotadores y los explotados. Es evidente que una Iglesia, concebida en esos términos, no puede tener una relación clara y transparente con el Evangelio.
Pero hay más. Esta idea de la Iglesia multitudinaria y masificada entraña dos consecuencias importantes, según afirman sus defensores: este cristianismo no puede realizarse sino mediante la valoración de lo "religioso"; y también mediante instituciones temporales cristianas. De ahí que el ideal, para los que piensan de esta manera, es la "sociedad católica" o el nacional-catolicismo(13). Quien más claramente ha formulado estos planteamientos ha sido el cardenal Daniélou: "Mi punto de partida es este: la fe a la que todos los hombres están llamados, no es fácilmente posible a la gran mayoría de los hombres nada más que cuando el ambiente, en el que viven, la hace posible. En otros términos: un hombre no tiene normalmente una vida personal bastante robusta para poder mantener en forma duradera sus convicciones frente a un ambiente indiferente u hostil"(14). Y la consecuencia, que se deduce de todo esto, es que no basta con bautizar individuos o comunidades, sino que además es necesario también bautizar ambientes, o sea, la fe no sólo como opción personal, sino además como hecho sociológico.
MUCHAS PRACTICAS Y MUCHOS RITOS...
La consecuencia más importante, que se ha seguido de toda esta manera de pensar, es que la Iglesia ha renunciado, en la práctica, a ser definida y configurada por el Evangelio. Y entonces, ¿qué es lo que define y configura a la Iglesia? Pues sencillamente: la religión, las prácticas religiosas, las observancias rituales, el sometimiento al Papa y poco más. De ahí la sobrevaloración de normas, ritos y ceremonias, mientras que lo profético y lo utópico es mirado con manifiesto recelo o incluso con positiva hostilidad.
En definitiva, se trata de comprender que es más cómodo practicar la religión que vivir el Evangelio. Porque la religión da seguridad y satisfacción al que la practica, mientras que el Evangelio es compromiso, riesgo, persecución y cruz. Es más, la religión significa a sus dirigentes, les da poder, autoridad y prestigio, les retribuye económicamente y, sobre todo, los sitúa en un rango aparte, por encima de los simples fieles. Por el contrario, el Evangelio exige despojo de lo que se tiene, para compartirlo con los demás, nada de dignidad o de honores, sino servicio incondicional, solidaridad con los más desgraciados de este mundo, enfrentamiento con los poderes opresores que actúan en la sociedad y estar dispuesto a ser considerado como un delincuente y un subversivo. Por todo esto se comprende que en la Iglesia haya mucha gente dispuesta a practicar la religión y muy pocas personas comprometidas de verdad con el Evangelio.
Y, en definitiva, todo esto es lo que explica que una religión multitudinaria y masificada, como es la Iglesia, no esté ni pueda estar delimitada por el Evangelio. De ahí que los católicos son la gente que se somete a de terminadas ritos sacramentales, acepta ciertas verdades, acude a tales templos y se relaciona con el clero católico. Estas cosas son las que distinguen a los miembros de la Iglesia católica. Pero es evidente que no se puede decir con objetividad que los católicos son los que viven de acuerdo con el mensaje de Jesús. Así están las cosas en la Iglesia. Y esta es su situación frente al Evangelio.

NOTAS

(1). En este punto, la exégesis contemporanea está de acuerdo. Jesús se dirige, en este discurso, a todos los miembros de la comunidad. Y, en este versículo, el pronombre úmin (vosotros) lo expresa claramente. No hay, pues, derecho a limitar el significado sólo a los apóstoles. Cf. P. Bonnard, L'Evangile selon saint Matthieu, Ncuebátel 1963, 275; J. Mateos - F. Camacho, El Evangelio de Mateo, Madrid 1981, 187; E. Schweizer, Die neutestamentilebe Gemeindeordnung: Ev Th 6 (1947) 338 ss. La enseñanza del concilio de Trento, en el sentido de que, en este texto, se habla sólo de los obispos y sacerdotes, no es una definición dogmática, sino una mera declaración (deciarat saneta Synodus), que no puede invalidar el sentido exegético del texto. Cf. la declaración del Tridentino, en ses. XIV, cap. 6. DS 1684.

(2). Como ya se ha indicado anterionnente, está demostrado que los papas y los teólogos, que defendieron la "plenitudo potestatis", se fundaron bíblicamente en el texto de Mt 16, 18-19. Sobre este punto, cf. J. A. Watt, "The Theory of Papal Monarch in the thirteenth Century", London 1965, 83-92.

(3). Es verdad que la comunidad de Jesús no se limita sólo a "los Doce" (Mt 8, 21; 27, 57; Me 4, 10; 10, 32). Es más, de ella envió Jesús setenta y dos discípulos a la misión (Lc 10, 1. 17). Pero Jesús mismo reconoce que se trata de un grupo pequeño, es "el pequeño rebaño" (Lc 12, 32). Cf. J. Schmid, L'Evangelo secondo Luca, Brescia 1965, 282.

(4). Los testimonios en este sentido son abundantes: Mt 9, 10; 14, 22; Me 2, 15; 3, 9; 5, 3 1; 6, 45; 8, 34; 4, 14; 10, 46.

(5). Como se ha dicho muy bien, conocemos la iglesia de la casa de Filemón (Fil 2), la iglesia que se reune en casa de Aquila y Priscila (Rom 16, 3; 1 Cor 16, 19); Gayo hospedaba a toda la iglesia de Corinto (Rom 16, 22), Pablo predicaba y enseñaba por las casas (Hech 20, 20), es decir instruía en las reuniones domésticas de cada comunidad. En Tit 1, 11, se lamenta que los herejes seduzcan y transtornen "casas enteras". R. Aguirre, La Iglesia del Nuevo Testamento y preconstantiniana, Madrid 1983, 23-24. Por consiguiente, las comunidades se reunían en las "casas", cosa que ya se dice en Hech 2, 47. Se trataba, por tanto, de comunidades reducidas.

(6). Cf. Y Congar, en Mysterium Salutis IVII, 493.

(7). Cf. Y. Congar, o. c., 493-494,

(8). Cf. H. Fries, en Mysterium Salutis IV/I, 244 s.

(9). Este principio teológico aparece, por primera vez, en Cipriano (De Ecci. unitate, 6). Más tarde, en Fulgencio de Ruspe (De fide ad Petrum, 375 S. PL 65, 703 s). De esta manera, se llegó a endurecer una doctrina que en san Agustín no era de tal manera intolerable. Cf. 1. Riudor, Iglesia de Dios, Iglesia de los hombres, 1, Madrid 1972, 213. En el Magisterio, aparece ya en el concilio XVI de Toledo (DS 575), en la profesión de fe impuesta a los Valdenses (DS 792), en el concilio IV de Letrán (DS 802), en la bula "Unam Sanctam" de Bonifacio VIII (DS 870), en el concilio de Florencia, decreto "pro lacobitis" (DS 1351) y en otros documentos posteriores de menor importancia: Gregorio XVI (DS 2730-2731), Pio IX (DS 2867) y Pio XU (DS 3821, cf. DS 3866-872). Pero es interesante notar que, en documentos propiamente definitorios, aparece por última vez en el concilio de Florencia. A partir del descubrimiento de América, no hay definición dogmática sobre este asunto. Se pensaba que quienes no estaban en la Iglesia era por mala voluntad, cosa que, a partir del descubrimiento del Nuevo Mundo, no se podía decir.

(10). Los teólogos han enseñado, durante mucho tiempo que la Iglesia es necesaria para la salvación no sólo porque eso esta mandado (necessitas praccepti), sino además porque ella es el único medio que el hombre tiene a su disposición para salvarse (necessitas medii), lo cual quería decir que la pertenencia a la Iglesia es de tal manera necesaria que incluso si inculpablemente se está fuera de ella, en ese caso tampoco se puede obtener la salvación. Pero como esto presentaba una dificultad muy grave, los mismos teólogos dijeron que este "medio" puede ser suplido por el deseo, al menos implícito, de pertenecer a la Iglesia. Lo cual extrañaba una contradicción manifiesta, porque equivalía a afirmar que la "necessitas medii", que por definición no depende de la voluntad, podía ser suplida por un acto de voluntad. Cf. Semmelroth, en Mysterium Salutis, IVII, 348.

(11). Hech4, 12; 15, 11; 16,31; Rom 5, 9-10; 10, 9. 13; 1 Cor 1, 21; Ef 5, 23; Fil 1, 19; 1 Tes 5, 9; 2 Tim 2, 10. Además el titulo de "Salvador" se atribuye siempre a Cristo o a Dios: Lc 1, 47; 2, 1 1; Jn 4, 42; Hech 5, 3 1; 13, 23; Ef 5, 23; Fil 3, 1 0; 1 Tim 1, 1; 2, 3 (Dios); 4, 1 0 (Dios); 2 Tini 1, 1 0; Tit 1, 3 (Dios); 4, 3; 2, 1 0 (Dios); 2, 13; 3, 4 (Dios); 6, 3; 2 Pe 1, 1. 1 1; 2, 20; 3, 2. 1 8; 1 Jn 4, 14; Jud 25 (Dios). Cf. J. Schneider, en L. Coenen, E. Beyreuther, H. Bietenhard, "Diccionario Teologico del Nuevo Testamento", vol. IV, Salamanca 1984, 64-66.

(12). Cf. J.Daniélou - J. P. Jossua, "Cristianismo de masas o de minorías", Salamanca 1968, 100.

(13). Cf. R. Díaz Salazar, "Iglesia, Dictadura y Democracia", Madrid 1981, 67-90.

(14). J.Daniélou - J. P. Jossua, o.c., 127-128 Del cap. VII de "La Iglesia y el Evangelio" (Comunidades cristianas populares de Granada)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.