jueves, 25 de diciembre de 2014

LOS EVANGELIOS SE ESCRIBIERON PARA AYUDARNOS...

LOS EVANGELIOS NOS AYUDAN PARA PODER LIBERARNOS...
Los Evangelios nos señalan muy claramente la forma de poder "liberarnos" de las situaciones negativas que nos rodean, y la posibilidad que tenemos de actuar por propia convicción, es decir, sin reconocer los límites que nos impone tanto la cultura como la religión, es decir, sin trabas interiores o exteriores. Nuestra falta de libertad no solo puede ser debida a los regímenes políticos, sociales o religiosos, sino que puede residir en nuestro interior, por culpa del tabú, la sumisión o el miedo. Debemos de estar libres de toda coacción para poder actuar con "libertad". Tomar una decisión personal consiste en poder hacer una u otra cosa, es la libertad de opción, la primera y fundamental "libertad", que es necesaria para el ejercicio de una decisión fundamental que nos capacite para adoptar una "línea de conducta". Y para afirmar esa línea de conducta también se necesita de otra libertad, la "libertad de acción y de expresión". En Jesús encontramos un nuevo concepto de libertad: la interior. La libertad que Jesús nos trae se basa en la verdad y esta es precisamente la Palabra de Dios (Jn 8,48-59), cuando se la acepta y se vive con alegría y sinceridad. La libertad nos proporcionará la "sabiduría", que no es la de los que "conocen", sino de los que asumen y "experimentan" una "verdadera" existencia de vida. Para llegar a esta "libertad" son necesarias: apertura, búsqueda y entrega; es imprescindible "abandonar" todos los "egoísmos" y las "idolatrías" que vamos a encontrar en nuestro camino. Jesús se encuentra con un pueblo totalmente oprimido por una ideología político-religiosa que era "avalada" por la autoridad de Dios; ideología que origina un nacionalismo fanático (1), marginación social (2), una sumisión ciega a los dirigentes y a su interpretación de la Ley (3), un culto explotador y alienante, un sentido de indignidad y culpa ante Dios (4) y una carencia de iniciativa y libertad, que imposibilitaba el pleno desarrollo del hombre (5).
CAMINAR SIN ATADURAS NI CADENAS
Escuchando a Jesús descubriremos que la "libertad interior", que comienza con la "conversión" del corazón (Lc 6,43-45), es caminar sin ataduras (Jn 5,1-14), y sus fundamentos son los hechos y no las palabras (Lc 6,46-49). Y esa misma libertad nos liberará del odio y de la mentira que nos esclavizan (Jn 8,37-47), de la "Ley" (6), del "pecado" (Rom 6,1-23) y de la "muerte" (Rom 5,12-21). El mensaje que nos transmite Jesús siempre tiene un sentido liberador (Lc 4,16-22) que ofrece felicidad a los explotados y a los humildes (Lc 6-17-23) y condena a los opresores (Lc 6,24-26) sin apelar a la violencia (Lc 6,27-36).

- Jesús nos libera de todas las cadenas...

El hombre normalmente está encadenado por su conducta injusta; la salida a esto es: el cambio y la rectificación de esa conducta escogiendo una nueva opción. Con este cambio se puede obtener el "perdón" de Dios (7) y se puede comenzar el nuevo camino de la libertad. Jesús consigue que el hombre pueda liberarse de su pasado paralizante, para que el presente no pueda ser condicionado por el y de esa forma tener una nueva oportunidad. Jesús quiere liberar totalmente al hombre de todas las cadenas que lo esclavizan, de todas, sea cual sea su índole, de todo lo que le impida desarrollarse y ser él mismo. Para un cristiano, seguir a Jesús, es la expresión de su "libertad de opción". Con esta opción, el cristiano orienta su vida y se traza un camino a seguir. Con esta primera y necesaria opción de vida se abre otra nueva posibilidad: la de la "libertad de acción o expresión".
ENCONTRARSE CON JESUS ES ASUMIR SUS VALORES...
Al efectuarse el encuentro con Jesús, el cristiano se identifica con él y asume sus valores, sin ningún temor a las consecuencias. Jesús le comunica su Espíritu, es decir, su luz, su fuerza, su libertad, su propia autoridad (Mc 13,34) y le capacita para poder cumplir "su programa": comunicar vida a los hombres, liberándolos de su pasado de esclavitud y de pecado. Es la acción de Jesús, que deben de continuar sus discípulos con la autoridad que les confiere Jesús mismo; con esta autoridad ya no reconocerán obstáculo alguno para el cumplimiento de esa misión. El que sigue a Jesús también tiene muy claro el concepto de la "responsabilidad". La libertad debe ser siempre responsable, tanto hacia uno mismo (1 Cor 6,12), como hacia los demás (8). El cauce de esta libertad debe ser siempre el "amor", esto impedirá que esa libertad pueda ser alguna vez "destructiva". La identificación con lo que hacía Jesús y su adhesión y amor a él, consigue que el discípulo no use esa libertad para hacer daño a nadie. De esa manera, cuando los "débiles en la fe", se pueden escandalizar por la libertad que llegan a alcanzar otros cristianos, el apóstol Pablo les aconseja limitar esa libertad antes de hacer daño (Rom 14,1-4.15), se debe renunciar incluso a ese derecho por el bien de ese hermano poco formado o débil de carácter. Si queremos medir la presencia o no del "Espíritu" en una comunidad cualquiera podemos recordar la frase de Pablo: "Dónde hay Espíritu del Señor, hay libertad" (9); de lo que se deduce que dónde no hay libertad, no está el Espíritu de Dios.

Notas:
(1) Mc 11,10; 12,35-37. Hch 1,6. Mt 3,8
(2) Mc 1,39-45; 5,24-34
(3) Mt 12,7. Mc 11,17. Jn 2,16
(4) Lc 5,8. Jn 2,1-11
(5) Mc 2,23-26; 3,1-7
(6) Jn 8,37-47
(7) Con bautismo: Mc 1,4. Sin bautismo: Mc 2,5
(8) 1 Cor 10,23. Gál 5,13. Rom 14,15
(9) 2 Cor 3,17; Rom 8,15; Gál 4,6s

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