LOS EVANGELIOS
NOS AYUDAN PARA PODER LIBERARNOS...
Los Evangelios nos señalan muy claramente la forma de poder "liberarnos" de las situaciones negativas que nos rodean, y la posibilidad que tenemos de actuar por propia convicción, es decir, sin reconocer los límites que nos impone tanto la cultura como la religión, es decir, sin trabas interiores o exteriores. Nuestra falta de libertad no solo puede ser debida a los regímenes políticos, sociales o religiosos, sino que puede residir en nuestro interior, por culpa del tabú, la sumisión o el miedo. Debemos de estar libres de toda coacción para poder actuar con "libertad". Tomar una decisión personal consiste en poder hacer una u otra cosa, es la libertad de opción, la primera y fundamental "libertad", que es necesaria para el ejercicio de una decisión fundamental que nos capacite para adoptar una "línea de conducta". Y para afirmar esa línea de conducta también se necesita de otra libertad, la "libertad de acción y de expresión". En Jesús encontramos un nuevo concepto de libertad: la interior. La libertad que Jesús nos trae se basa en la verdad y esta es precisamente la Palabra de Dios (Jn 8,48-59), cuando se la acepta y se vive con alegría y sinceridad. La libertad nos proporcionará la "sabiduría", que no es la de los que "conocen", sino de los que asumen y "experimentan" una "verdadera" existencia de vida. Para llegar a esta "libertad" son necesarias: apertura, búsqueda y entrega; es imprescindible "abandonar" todos los "egoísmos" y las "idolatrías" que vamos a encontrar en nuestro camino. Jesús se encuentra con un pueblo totalmente oprimido por una ideología político-religiosa que era "avalada" por la autoridad de Dios; ideología que origina un nacionalismo fanático (1), marginación social (2), una sumisión ciega a los dirigentes y a su interpretación de la Ley (3), un culto explotador y alienante, un sentido de indignidad y culpa ante Dios (4) y una carencia de iniciativa y libertad, que imposibilitaba el pleno desarrollo del hombre (5).
Los Evangelios nos señalan muy claramente la forma de poder "liberarnos" de las situaciones negativas que nos rodean, y la posibilidad que tenemos de actuar por propia convicción, es decir, sin reconocer los límites que nos impone tanto la cultura como la religión, es decir, sin trabas interiores o exteriores. Nuestra falta de libertad no solo puede ser debida a los regímenes políticos, sociales o religiosos, sino que puede residir en nuestro interior, por culpa del tabú, la sumisión o el miedo. Debemos de estar libres de toda coacción para poder actuar con "libertad". Tomar una decisión personal consiste en poder hacer una u otra cosa, es la libertad de opción, la primera y fundamental "libertad", que es necesaria para el ejercicio de una decisión fundamental que nos capacite para adoptar una "línea de conducta". Y para afirmar esa línea de conducta también se necesita de otra libertad, la "libertad de acción y de expresión". En Jesús encontramos un nuevo concepto de libertad: la interior. La libertad que Jesús nos trae se basa en la verdad y esta es precisamente la Palabra de Dios (Jn 8,48-59), cuando se la acepta y se vive con alegría y sinceridad. La libertad nos proporcionará la "sabiduría", que no es la de los que "conocen", sino de los que asumen y "experimentan" una "verdadera" existencia de vida. Para llegar a esta "libertad" son necesarias: apertura, búsqueda y entrega; es imprescindible "abandonar" todos los "egoísmos" y las "idolatrías" que vamos a encontrar en nuestro camino. Jesús se encuentra con un pueblo totalmente oprimido por una ideología político-religiosa que era "avalada" por la autoridad de Dios; ideología que origina un nacionalismo fanático (1), marginación social (2), una sumisión ciega a los dirigentes y a su interpretación de la Ley (3), un culto explotador y alienante, un sentido de indignidad y culpa ante Dios (4) y una carencia de iniciativa y libertad, que imposibilitaba el pleno desarrollo del hombre (5).
CAMINAR SIN
ATADURAS NI CADENAS
Escuchando a
Jesús descubriremos que la "libertad interior", que
comienza con la "conversión" del corazón (Lc
6,43-45), es caminar sin ataduras (Jn 5,1-14), y sus fundamentos
son los hechos y no las palabras (Lc 6,46-49). Y esa misma
libertad nos liberará del odio y de la mentira que nos
esclavizan (Jn 8,37-47), de la "Ley" (6), del
"pecado" (Rom 6,1-23) y de la "muerte" (Rom
5,12-21). El mensaje que nos transmite Jesús siempre tiene un
sentido liberador (Lc 4,16-22) que ofrece felicidad a los
explotados y a los humildes (Lc 6-17-23) y condena a los
opresores (Lc 6,24-26) sin apelar a la violencia (Lc 6,27-36).
- Jesús nos libera de todas las cadenas...
El hombre normalmente está encadenado por su conducta injusta; la salida a esto es: el cambio y la rectificación de esa conducta escogiendo una nueva opción. Con este cambio se puede obtener el "perdón" de Dios (7) y se puede comenzar el nuevo camino de la libertad. Jesús consigue que el hombre pueda liberarse de su pasado paralizante, para que el presente no pueda ser condicionado por el y de esa forma tener una nueva oportunidad. Jesús quiere liberar totalmente al hombre de todas las cadenas que lo esclavizan, de todas, sea cual sea su índole, de todo lo que le impida desarrollarse y ser él mismo. Para un cristiano, seguir a Jesús, es la expresión de su "libertad de opción". Con esta opción, el cristiano orienta su vida y se traza un camino a seguir. Con esta primera y necesaria opción de vida se abre otra nueva posibilidad: la de la "libertad de acción o expresión".
- Jesús nos libera de todas las cadenas...
El hombre normalmente está encadenado por su conducta injusta; la salida a esto es: el cambio y la rectificación de esa conducta escogiendo una nueva opción. Con este cambio se puede obtener el "perdón" de Dios (7) y se puede comenzar el nuevo camino de la libertad. Jesús consigue que el hombre pueda liberarse de su pasado paralizante, para que el presente no pueda ser condicionado por el y de esa forma tener una nueva oportunidad. Jesús quiere liberar totalmente al hombre de todas las cadenas que lo esclavizan, de todas, sea cual sea su índole, de todo lo que le impida desarrollarse y ser él mismo. Para un cristiano, seguir a Jesús, es la expresión de su "libertad de opción". Con esta opción, el cristiano orienta su vida y se traza un camino a seguir. Con esta primera y necesaria opción de vida se abre otra nueva posibilidad: la de la "libertad de acción o expresión".
ENCONTRARSE CON
JESUS ES ASUMIR SUS VALORES...
Al efectuarse
el encuentro con Jesús, el cristiano se identifica con él y
asume sus valores, sin ningún temor a las consecuencias. Jesús
le comunica su Espíritu, es decir, su luz, su fuerza, su
libertad, su propia autoridad (Mc 13,34) y le capacita para poder
cumplir "su programa": comunicar vida a los hombres,
liberándolos de su pasado de esclavitud y de pecado. Es la
acción de Jesús, que deben de continuar sus discípulos con la
autoridad que les confiere Jesús mismo; con esta autoridad ya no
reconocerán obstáculo alguno para el cumplimiento de esa
misión. El que sigue a Jesús también tiene muy claro el
concepto de la "responsabilidad". La libertad debe ser
siempre responsable, tanto hacia uno mismo (1 Cor 6,12), como
hacia los demás (8). El cauce de esta libertad debe ser siempre
el "amor", esto impedirá que esa libertad pueda ser
alguna vez "destructiva". La identificación con lo que
hacía Jesús y su adhesión y amor a él, consigue que el
discípulo no use esa libertad para hacer daño a nadie. De esa
manera, cuando los "débiles en la fe", se pueden
escandalizar por la libertad que llegan a alcanzar otros
cristianos, el apóstol Pablo les aconseja limitar esa libertad
antes de hacer daño (Rom 14,1-4.15), se debe renunciar incluso a
ese derecho por el bien de ese hermano poco formado o débil de
carácter. Si queremos medir la presencia o no del
"Espíritu" en una comunidad cualquiera podemos
recordar la frase de Pablo: "Dónde hay Espíritu del
Señor, hay libertad" (9); de lo que se deduce que dónde no
hay libertad, no está el Espíritu de Dios.
Notas:
(1) Mc 11,10;
12,35-37. Hch 1,6. Mt 3,8
(2) Mc 1,39-45; 5,24-34
(3) Mt 12,7. Mc 11,17. Jn 2,16
(4) Lc 5,8. Jn 2,1-11
(5) Mc 2,23-26; 3,1-7
(6) Jn 8,37-47
(7) Con bautismo: Mc 1,4. Sin bautismo: Mc 2,5
(8) 1 Cor 10,23. Gál 5,13. Rom 14,15
(9) 2 Cor 3,17; Rom 8,15; Gál 4,6s
(2) Mc 1,39-45; 5,24-34
(3) Mt 12,7. Mc 11,17. Jn 2,16
(4) Lc 5,8. Jn 2,1-11
(5) Mc 2,23-26; 3,1-7
(6) Jn 8,37-47
(7) Con bautismo: Mc 1,4. Sin bautismo: Mc 2,5
(8) 1 Cor 10,23. Gál 5,13. Rom 14,15
(9) 2 Cor 3,17; Rom 8,15; Gál 4,6s
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