En el mismo momento en el que alguien fallece comienza un proceso orgánico y químico conocido como descomposición, por el cual el cuerpo va reduciéndose a formas más simples de materia.
En el transcurso del mismo, las bacterias y los insectos necrófagos actúan sobre el cadáver y surge el mal olor que se asocia al mismo.
En realidad, el hedor se debe a la formación de una especie de cóctel químico. Un equipo de investigadores de la Universidad de Lovaina, en Bélgica, ha identificado hasta 452 compuestos volátiles que solo aparecen tras la defunción. Probablemente los más famosos son la cadaverina y la putrescina, que surgen por la descomposición de los aminoácidos.
La suma de todo ello es lo que coloquialmente se denomina olor a muerto. Su esencia varía dependiendo de la época del año en que se produzca el deceso, el lugar donde se sitúe el muerto, la temperatura, el grado de corrupción -no huele igual el cuerpo de una persona recién fallecida que el de otra que lleva dos días sin vida- y también del animal que se trate.
Los forenses y los especialistas de los servicios de emergencia conocen perfectamente estos detalles, que pueden ayudar tanto para mejorar el entrenamiento de los perros encargados de la búsqueda de cadáveres como en el desarrollo de dispositivos electrónicos ideados con esta misma finalidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.