miércoles, 25 de febrero de 2015

CREDIBILIDAD

Este término, aplicado al tema de la revelación, aparece por primera vez en el Sal 93,5: "Creíbles son tus enseñanzas'. Credibilidad equivale, sobre todo, a ver realizadas una serie de condiciones que permiten al sujeto fiarse por completo y libremente de la revelación de Dios. Creíble se convierte en sinónimo de digno de fe, capaz de atraer a la persona a un compromiso de vida total: por tanto, la credibilidad implica saber decidirse por lo que se percibe como digno de atención y capaz de orientar la existencia.
De todas formas, con el término "credibilidad" estamos frente a una terminología muy amplia que abarca diversos objetos que. inevitablemente, determinan el grado mismo de entrega por parte del sujeto. En efecto, hablar de credibilidad supone hablar de 2.000 años de historia de la Iglesia. Lo que parece mantener unido el tema es la frase de Pedro: "Estad siempre dispuestos a dar razón de vuestra esperanza a todo el que os pida explicaciones» ( 1 Pe 3,15). De manera más explícita, la credibilidad se convierte en objeto de reflexión y de estudio para los apologetas de los primeros siglos, con la finalidad de presentar la fe cristiana en toda su pureza y fuera de las acusaciones que se le oponían desde diversas partes. Para todo el período patrístico, la síntesis más significativa es la que apela a la tradición agustiniana; se habla de credibilidad porque la fe se basa en Dios, tiene a Dios como objeto y tiende a una relación incesante de amor con él. He aquí la síntesis más afortunada que encontramos en el Sermo de Symbolo: «Una cosa es creerle a él, otra cosa es creerlo, y otra creer en él. Creerle a él significa creer que es verdad todo lo que ha dicho; creerlo significa creer que él mismo es Dios: creer en él equivale a amarlo» (PL 40, 1 190-1 191).
La historia del tema presenta a la credibilidad aplicada a diversos contenidos específicos; entre los más importantes podemos recordar tres por lo menos.
 
1. Credibilidad de la fe.- Este acto vio su momento culminante en la formulación de la Constitución dogmática Dei Filius del concilio Vaticano I. Llegaba al final de un largo proceso que veía en los nombres de Suárez y de De Lugo las expresiones más significativas: después del Vaticano I llegaron a enfrentarse dos planteamientos, el de Gardeil y el de Rousselot. El objeto específico de la credibilidad de la fe es el que tiende a mostrar las razones por las que no sólo no se da ninguna oposición entre la gracia que suscita la fe y la naturaleza humana del creyente, sino que, sobre todo, en el acto del creer el sujeto es plenamente libre.
 
2. Credibilidad del cristianismo...- El objeto de esta reflexión, que ha caído ya en desuso. es el de demostrar el origen divino del cristianismo. El argumento se basaba de forma privilegiada en la constatación del fenómeno milagroso de la expansión histórica del cristianismo y en la incapacidad de poder explicar cómo un grupo de personas. los pescadores de Galilea, pudieron encontrar la fuerza y la capacidad para dar vida a un acontecimiento tan rico y complejo, que suponía un desafío para todos los criterios de interpretación histórica.
 
3. Credibilidad de la Iglesia.- La demostración de la credibilidad de la Iglesia es más reciente y tuvo su mejor momento en la formulación creada por el cardenal Deschamps: signum levatum in nationes. En efecto, esta reflexión es más rica y compleja; se articula en torno a diversos temas que se refieren tanto a su origen divino como a sus notae, esto es, a las características con que se ha definido siempre a partir de las primeras profesiones de fe: una, santa, católica y apostólica.
La credibilidad, como tema teológico. debe tener presente antes de cualquier otra dimensión la de la revelación. Es fundamental que cualquier otra expresión de credibilidad que toque a la fe cristiana y a sus contenidos tenga su fuente y su fundamento en la credibilidad de la revelación, ya que en ella es Dios mismo el que se comunica y se da a conocer, haciéndose por eso mismo fuente de credibilidad para todo el que quiera acogerlo.
La credibilidad de la revelación indica, por tanto, que ella no se basa primariamente en las razones que el creyente consigue producir a partir de su propia reflexión, aunque la haya hecho a la luz de la fe, sino que indica más bien que depende únicamente de la persona de Jesucristo, que constituye para la fe la unidad esencial de revelador y de revelación. Jesucristo no tiene necesidad de ninguna razón de credibilidad fuera de aquella que él mismo lleva y manifiesta al revelarse. Se trata de algo fundamental para que la libertad y la trascendencia de Dios no se vean atacadas y determinadas por la subjetividad del creyente.
El tema de la credibilidad de la revelación se sitúa, por consiguiente, como un tema primario respecto a cualquier otro posible contenido. Se basa en el acontecimiento del misterio pascual, que, en términos humanos, expresa la naturaleza misma del amor de Dios.
Más directamente, el misterio pascual indica la verdad misma de la fe; su credibilidad brota de la centralidad de la persona de Jesús, que, en su muerte, indica la entrega total que Dios es capaz de hacer por amor, y en Su resurrección pone de manifiesto que la muerte ha sido vencida para siempre. El acontecimiento pascual se convierte así en principio de credibilidad, ya que permite ver realizada la unidad misma de la revelación, la centralidad de la persona de Jesucristo y el acontecimiento salvífico de su encamación. A la luz de la «significatividad» se ha construido una reciente formulación de la credibilidad de la revelación (R. Fisichella). Se indica que en el acontecimiento Jesús de Nazaret es posible encontrar tal plenitud de sentido y de significado que la vida personal sólO se convierte en signiticativa si se realiza a su luz. Con la categoría de « significatividad» se intenta equilibrar los dos polos necesarios para una teología de la credibilidad de la revelación: 1) la gratuidad y la trascendencia de Dios, que se expresan en su libertad plena para revelarse en las formas que él escoja como las más idóneas para manifestar su naturaleza: y 2) la libertad de la persona que debe ver el sentido de esta revelación no sólo en un horizonte objetivamente válido, sino también y sobre todo relacionado con su existencia personal, de manera que la opción de fe se lleve a cabo como un acto global y unitario.
Así pues, la credibilidad de la revelación sigue siendo un dato esencial de la teología, ya que así se ve motivada para dar razón de la fe, pero a través de un doble movimiento: el que le permite permanecer anclada a la persona de Jesús, como fuente y origen de toda credibilidad, y el que le consiente vislumbrar en cada época las razones capaces de explicitar y explicar su misterio, para que el acto de fe del creyente sea siempre un acto motivado.
R. Fisichella
 
Bibl.: A, Gardeil, La crédibilité et l'Apologétiqt'e, París 1912; R. Aubert, El acto de la le, Barcelona 1965: R. Fisichella, Credibilidad, en DTF. 205-225; R, Sánchez Chamoso, Los fundamentos de nuestra fe. Sígueme, Salamanca 1981,

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