miércoles, 25 de febrero de 2015

COSTA RICA. HISTORIA DE LA IGLESIA.


La evangelización comenzó a principios del s. XVI; pero más que el resultado de la cristianización de las tribus indias, escasísimas hoy día, C. R. es producto del asentamiento en sus mesetas centrales, o sabanas, de una población española,que ha crecido en todos los órdenes desde la independencia. Dependió de la diócesis de León de Nicaragua, de las Audiencias de Guatemala y Panamá, y de la capitanía general de Guatemala. Población estacionaria en dos siglos, no podía ser una gran misión. Comenzó a desarrollarse a mediados del s. XVIII. El P. Juan de Estrada acompañó al conquistador Juan de Cavallón en 1560. Juan Vázquez de Coronado empleó, desde 1561, la persuasión, los regalos, la benevolencia y los buenos modos, más que la espada, con excelentes resultados. Misioneros franciscanos comenzaron sus tareas apostólicas en 1550 con fray Pedro de Betanzos, fray Lorenzo de Bienvenida y otros. En 1564 proseguían su obra con ardor, creando varios puestos en la meseta central. Hacia 1575 se fundó la provincia franciscana de San Jorge, con Nicaragua, Honduras y C. R. En 1575 se calculaban los bautizados en 1.500.
      Durante todo el periodo colonial figuró como centro principal la ciudad de Cartago, luego castigada con terremotos y suplantada por San José. Fray Melchor López de Jesús, compañero de misiones del P. Margil de Jesús hasta su muerte en Tegucigalpa en 1698, escribió una Relación de la conversión a la fe de los indios de Talamanca (1690). Fray Pedro de Rebullida fundó Térraba en 1700. No todo fue fácil: hubo choques con los indios de la sierra de Térraba, de 1707 a 1712, acreditando su fama de inhóspita para misioneros y soldados hasta mucho después. C. R. sufrió la inestabilidad general de aquellas costas del Caribe a causa de las incursiones de los corsarios, piratas, bucaneros, etc., que a veces lograron introducirse en el interior. Generalmente protestantes, impedían la consolidación de los puertos y ciudades de la costa, cuyo retraso se aprecia aún hoy día, aunque también influyera el clima tropical. Trabajaron también en C. R. los agustinos recoletos, especialmente en Cartago, donde conocieron también las dificultades experimentadas en otras partes de América y Filipinas para instalarse como tales. Tampoco contaron con iglesia y convento propio hasta 1769. Pertenecían a la famosa provincia de la Candelaria, de la que dependía la fundación de Cartago.
      En conjunto hubo buenos gobernadores en el s. XVIII, y aquel puñado de españoles se desarrolló y prosperó, salvando el punto muerto en el que que se debatía hasta entonces, con sus enemigos del interior y del exterior. Los negros y mulatos de la costa atlántica provienen en su mayor parte de las antiguas Antillas británicas, JaInaica sobre todo, introducidos con frecuencia en forma ilegal o durante las incursiones de los corsarios por el río San Juan y otros cursos fluviales. Al comenzar el s. XIX, C. R. era un país atrasado y pobre, con poquísima industria y escaso comercio exterior, sin obispado ni centros de religión y cultura en general. Tampoco había propiamente médicos ni farmacias, ni construcciones monumentales en iglesias, conventos o fortificaciones. En la Federación Centroamericana (182340) de los comienzos independientes, fue tratada con deferencia y eximida de algunas cargas en atención a estos motivos. Pero pronto comenzó a superar estas dificultades y fue considerada como modelo en muchos aspectos por sus vecinos del istmo. Al principio de la independencia, conseguida sin lucha especial con España, el Congreso de C. R. trató de imitar el ejemplo de El Salvador, donde el párroco José Matías Delgado se hizo elegir obispo del nuevo Estado por su Congreso local, originando un pequeño cisma. C. R. trató por unos momentos de hacer gala de espíritu emprendedor, decretando la creación de una diócesis independiente de la de León de Nicaragua, proponiendo como primer obispo propio a fray Luis García el 29 sept. 1825, pero éste se negó a aceptar aquella propuesta cismática. Durante la discusión de este asunto se hizo patente la extensión de los principios regalistas y febronianos entre los juristas.
      Durante la Federación de Centroamérica se manifestó muy pronto la tendencia antieclesiástica y anticatólica de bastantes diputados y gobernantes, con expulsiones del arzobispo de Guatemala y de muchos eclesiásticos y religiosos, confiscación de sus bienes, secularización de órdenes religiosas y otras medidas vejatorias. Se reconoció también que el patronato real de los Reyes de España pasaba a los nuevos Estados (1831). Pero C. R. no aplicó aquellas leyes, manteniéndose un poco al margen de la Federación hasta su independencia total. Se hicieron gestiones para buscar acuerdo con la Santa Sede, y, apartados los obstáculos interpuestos por España, se llegó a tenerlo.
      Se creó la diócesis de San José de C. R. el 28 feb. 1850, que dio unidad a la administración espiritual de C. R. El 7 oct. 1852 se firmó el Concordato, reconociendo a la religión católica como la oficial, con apoyos para el sostenimiento de la enseñanza católica. Entraron algunos religiosos, como la Congregación de la Misión, o lazaristas, y en 1875, con ciertas precauciones, los jesuitas, que abrieron un colegio en Cartago, con gran éxito. Había además tres comunidades femeninas. Era todo el ejército de religiosos, favorecidos por el presidente Guardia. Los lazaristas o paúles alemanes iniciaron misiones entre los acatólicos, preparando la erección del actual vicariato apostólico de Limón. A pesar de la expulsión del obispo, mons. Bernardo Thiel, paúl, y de los jesuitas en julio de 1884, por la presión de los Estados vecinos del istmo y de las logias, de declararse insubsistente el Concordato (28 jul. 1884) y de las medidas anticatólicas adoptadas a continuación, las cosas se fueron luego serenando, se admitieron más religiosos y se ha llegado a los gobiernos de clara orientación católica de los últimos decenios.
      Organización. El primer obispo de San José fue mons. Anselmo Llorente y Lafuente, consagrado en Guatemala. Hizo su entrada en San José en 1852. Le sucedió en 1880 el fervoroso paúl, mons. Bernard Thiel. La diócesis de San José fue elevada a sede arzobispal y metropolitana el 16 feb. 1921, dándole como sufragáneas la sede entonces erigida de Alajuela y el vicariato apostólico de Limón. El 19 ag. 1954 se erigió la diócesis de San Isidro del General, con la sección oriental pacífica, y el 22 jul. 1961, la de Tilarán, con la provincia de Guanacaste y parte de Puntarenas y Alajuela. Los paúles alemanes siguen con el vicariato apostólico de Limón.
      Relaciones entre la Iglesia y el Estado. En el Concordato de 1852 se reconoce como oficial a la Iglesia Católica; se vuelve a dar libertad de cultos en la Constitución de 1949; se ayuda algo a la enseñanza privada, pero se admite el divorcio, etc. Los últimos presidentes se muestran muy católicos en programas y en hechos. En 1908 se restablece la delegación apostólica, luego nunciatura.
      Estadísticas religiosas. 95% de católicos; 366 sacerdotes, 817 religiosas en 74 comunidades, 57 colegios y escuelas con 10.452 alumnos. Protestantes: 12.019 fieles y 22.902 comunicantes en 1962, 160 ministros. Pocos indios infieles.
      Situación actual. Buena; aumento de clero, religiosos, asociaciones católicas, entidades sociales, medios de comunicación social. Hay infiltraciones marxistas, protestantes, masónicas. Impresionantes misiones populares hace 10 años. El Gobierno se inspira en la doctrina social de la Iglesia. Construcción de iglesias, escuelas y centros benéficos en aumento. Cierta libertad de enseñanza.
     
     

BIBL.: L. F. GUARDIA, Historia de Costa Rica, San José 1938; A. y BoT LEEN, La Iglesia y los eclesiásticos españoles en la empresa de Indias, en Historia de América y de los pueblos americanos, 17, dir. A. BALLESTEROS, Barcelona 1962; R. PÉREZ, La Compañía de Jesús en Colombia y CentroAmérica después de su restauración, III, Valladolid 189698.

LEÓN LOPETEGUI.

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