Quizás
no haya ninguna disciplina de la ciencia bíblica tan sujeta a continuos cambios
como la crítica textual, que de hecho representa su nivel fundamental, sin el
cual no es posible hablar de hermenéutica, de exégesis de los textos, de
historia e incluso de teología bíblica. Además, puesto que no ha llegado
hasta nosotros ningún texto original de los libros contenidos en la sagrada
Escritura y - , por otro lado, debido al número considerable de testimonios
para cada uno de los textos, quizás la crítica textual bíblica sea uno de los
análisis textuales más complejos relativos a la literatura clásica. En
efecto, esta disciplina se propone valorar el grado de consideración del texto
bíblico, tal como ocurre con cualquier otro texto literario que, a su vez, se
convierte en la comunicación concreta de un mensaje. Por tanto, para introducir
el tema, podemos afirmar que la crítica textual no constituye una disciplina de
segundo orden, ni siquiera una disciplina previa, sino el punto mismo de partida
de cualquier estudio bíblico.
Así
pues, puesto que la crítica textual se propone establecer el texto bíblico más
seguro o consistente, procede entre dos polos principales : el polo «ideal» y
el «real». La finalidad ideal o teórica de la crítica textual consiste en
recuperar el texto bíblico original; pero, de hecho, el texto ha llegado hasta
nosotros con numerosas variantes en el proceso de transcripción. Por eso, el
proyecto real consiste en reconstruir, mediante la confrontación de los
testigos, el texto más cercano a un hipotético original.
Cuando
los autores se proponen trazar una historia de la critica textual bíblica,
empiezan generalmente con Erasmo de Rotterdam (1469-1536). No hay que
desconocer, sin embargo, la importancia de las aportaciones anteriores que
hicieron posible la canonización de esta disciplina. Así, por ejemplo, la
6jaci6n de la consonantización del texto hebreo, por obra de los rabinos del
siglo 11 d.C., signi6có una notable aportación para la crítica textual del
Antiguo Testamento. El paralelo de esta aportación es la vocalización del
mismo texto hebreo por obra de los masoretas (siglo IX d.C.). Además, la crítica
textual recibió una notable ayuda, en la época patrística, con la versi6n «hexaplar»
de Orígenes (s. 111 d.C.) y con la recensión de la Vetus Latina hecha por san
Jerónimo, que signi6c6 de hecho el nacimiento de su Vulgata. Sin embargo, sólo
la moderna crítica textual ha determinado un perfeccionamiento progresivo de la
metodología, tanto en lo que se refiere al Antiguo Testamento, que nos ha
llegado en la doble recensión del texto masorético y de los Setenta, como al
Nuevo Testamento griego. Así pues, L. Cappellus (s. XVII) es considerado como
el verdadero iniciador de la moderna crítica textual del Antiguo Testamento,
mientras que para el Nuevo Testamento la paternidad crítica suele atribuirse a
R. Simon (1638-1i12). Merecen mención especial las aportaciones sucesivas de K.
Lachman (1793-1851), C. von Tischendorf (1815-18i4), B. F. Westcott (1852-1901),
F J A. Hort (1828-1892), H. von Soden (18521914) y F. Delitzsch (1850-1922). En
el s. xx hay que señalar sobre todo las dos ediciones críticas del texto masorético:
la de R. Kittel - P. Kahle y la de K. Elliger - W. Rudolph. Para los Setenta la
edici6n monográfica de Gotinga es sin duda la más completa; sin embargo, también
la edici6n sintética, para uso didáctico, dirigida por A. Rahlfs, está bien
lograda. Finalmente, para el Nuevo Testamento, quizás actualmente la edición
de E. Nestle y B. Aland resulta la más completa tanto respecto a la de A. Merk
como a la edición que surgió de la colaboración de K. Aland, M. Black, C. M.
Martini, B. M. Metzger y B. M. Wikgren. Ouizás no sea un error considerar al
mismo s. xx como el período de oro de esta disciplina, sobre todo debido a los
descubrimientos procedentes de la comunidad de Oumrán, del Wadi Murabba'at y de
la fortaleza de Massada.
Desde
el punto de vista metodológico, la crítica textual bíblica se divide en dos
ámbitos fundamentales: la crítica textual externa, conocida también como «baja»,
y la crítica textual interna o «alta». Dé hecho, la primera fase de la crítica
textual está representada por la confrontación de los testimonios que nos han
llegado, a fin de establecer el texto bíblico más probable o «autorizado».
Para ello, el análisis de los diversos códices ocupa el espacio principal de
la crítica textual externa: durante
esa fase los testimonios se agrupan en familias que a su vez se disponen según
auténticos «árboles genealógicos» El segundo ámbito de la crítica textual
se refiere a la crítica textual interna, es decir, a la valoración de las
lecciones variantes dentro del propio contexto literario. Más aún, se puede
afirmar que la simple crítica textual externa no resulta suficiente para la
determinación del texto más probable; se
necesita la veri6cación de la crítica textual interna. Para ello, en la
historia de esta disciplina, se han codi6cado. a partir de J. J Griesbach (s.
XVIII), Clertas reglas que permiten utilizar con fruto los resultados que se
derivan del cotejo de testimonios:
-
lectio brevior praeferenda est. Debe preferirse generalmente la lección
variante que, en el cotejo de los testimonios, se presenta como la más breve;
-
lectio difficilior praeferenda est : cuanto más difícil es una lección
variante, tanto más probable resulta, va que está más cerca del original,
dados los probables intentos de simplificaci6n para hacer un texto más claro;
-
lectio principalis praeferenda est: la lección que, en una o varias familias de
códices, motive a las demás, debe considerarse la más fiable, va que es más fácil
explicar las otras lecciones a partir de ésta que al revés;
-
lectio dissimilis praeferenda est: esta regla se refiere a dos o más pasajes
que tratan el mismo suceso; la lección que no concuerda con un pasaje paralelo
debe preferirse a la que corresponde mejor, dada la tendencia de los copistas a
armonizar más de la cuenta.
Estas
reglas de crítica textual no siempre han de utilizarse de forma mecánica. Esto
significa que, aunque la crítica textual se considera como la disciplina bíblica
más objetiva o aséptica, sigue valiendo también para ella el horizonte
literario y teológico en el que se coloca también ella.
A.
Pitta
Bibl.:
AA. VV , La Biblia en su entorno
Verbo Divino, Estella 21992, 433-537. H.
Cazelles - P. Grelot. Las reglas de crítica racional, en A. Robert - A,
Feuillet (eds.), Introducción a la Biblia, 1, Herder Barcelona 1967, 91-178.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Procura comentar con libertad y con respeto. Este blog es gratuito, no hacemos publicidad y está puesto totalmente a vuestra disposición. Pero pedimos todo el respeto del mundo a todo el mundo. Gracias.