¿Qué hago con sus cosas?
Pilar Pastor, psicóloga de FMLC
Uno de los mitos más extendidos acerca del duelo
es que el doliente debe retirar cuanto antes las pertenencias (o por lo
menos la ropa) de la persona que ha fallecido. Podemos clasificar esta
afirmación como un mito, puesto que no existe ningún estudio,
investigación o indicio proveniente de la práctica clínica que avale el
hecho de precipitar esta decisión que, sin embargo, está muy extendida en nuestra sociedad.
La idea de que retirar pronto las
pertenencias del fallecido va a acelerar el proceso curativo parece muy
aceptada, en un intento de “si no lo veo, no me duele”.
Este mecanismo, perfectamente humano, responde a un mecanismo de
defensa y evitación del dolor. Sin embargo, lo que parece una ruta
rápida a la curación puede hacer que el proceso de duelo se complique.
Qué ocurre si retiramos precipitadamente las pertenencias del fallecido
Cuando tratamos en terapia casos de duelo complicado, somos testigos constantemente de cómo evitar
el dolor de forma continuada y actuar como si no hubiera pasado nada es
una trampa en la que el doliente puede caer fácilmente. Por un
lado, a corto plazo parece que el dolor se atenúa, ya que el doliente
no tiene acceso al recuerdo constante del fallecido que conlleva ver sus
cosas. Mientras, a largo plazo, el dolor que debe ser expresado, así
como las emociones y los pensamientos que construyen la elaboración del
duelo, se van reprimiendo y arrinconando. No dar espacio y no permitir
que el duelo se exprese provoca que se complique.
Intentar hacer un cambio muy drástico en
la casa o en la habitación tras la pérdida obliga indirectamente al
doliente a estar bien, como si le corriera prisa aceptar y adaptarse a lo que ha ocurrido. Además, transforma artificialmente una situación que es dolorosa -y que requiere tiempo- en algo superfluo.
Qué ocurre cuando nos negamos a tocar las cosas del ser querido
Los expertos llaman “momificación” al
hecho de mantener absolutamente todas las pertenencias y habitaciones
del fallecido igual que estaban cuando vivía éste, como si el doliente
estuviese esperando su retorno y, por lo tanto, no está aceptando la
realidad de la pérdida.
Retirar las
cosas precipitadamente o no retirarlas nunca complican los procesos de
aceptación de la muerte y la expresión emocional (correspondientes a las tareas 1ª y 2ª de la elaboración del duelo).
Ambas decisiones hacen que el doliente ponga en marcha mecanismos
psicológicos que bloquean el transcurso del duelo normal. Puede ser que
aparezcan la ansiedad y la angustia, que se reprima el llanto y el
malestar, puesto que se obliga al doliente a estar bien, no sólo porque el cambio brusco obliga a empezar ya una nueva etapa, sino también porque se anhela el regreso de la persona fallecida.
Cuándo es buen momento para recoger sus pertenencias y cómo hacerlo
En multitud de ocasiones nos referimos al duelo como un proceso individual,
en el que cada uno atiende su dolor y va elaborando el proceso a su
manera. Lo que va empedrando en parte el camino de cada doliente son las decisiones que va tomando con respecto a sí mismo, a lo que le rodea y a los acontecimientos que van teniendo lugar. Una de estas decisiones se refiere a qué hacer con las pertenencias del fallecido y cuándo hacer algo con ellas.
Mantenerse atento y conectado a lo que
uno quiere hacer, a cómo quiere hacerlo y a cuándo está preparado o no
para enfrentarse a ciertas circunstancias puede dar a cada doliente la
clave de cuándo y de qué manera quiere afrontar esta situación. Con la certeza de que no hay ninguna prisa para emprender esta tarea
ni hay tampoco una meta específica (como, por ejemplo, cambiarlo todo o
retirar todo), el doliente puede pensar con tiempo cómo quiere hacerlo.
Pedir ayuda para organizar las pertenencias del difunto
Puede resultar útil compartir estos sentimientos con otros miembros de la familia,
sondear qué quieren hacer ellos y quizá pedir ayuda para, por ejemplo,
retirar ropa o cerrar algún perfil social. Son actos que indudablemente
van a traer dolor, por lo que es de gran ayuda sentirse acompañados y poderlo compartir.
Tampoco hay por qué hacer todo de vez: se puede ir organizando en días
separados, o por fases, etc. Guardar ciertos objetos en una caja
especial que podamos ver de vez en cuando, donar ropa o dejar en algún
lugar visible otros puede ayudar a darle un sentido y a que el dolor de
la pérdida se vaya drenando poco a poco.
Todos nuestros artículos pretenden
servir de orientación a las personas que han sufrido la pérdida de un
ser querido o intentan ayudar a una persona doliente de su entorno. Para
saber más o para solicitar ayuda gratuita, no dude en consultar nuestra página web:www. fundacionmlc.org
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