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Esta
fue una época difícil en la vida del Profeta Muhammad, y este viaje fue un gran
honor para él. El anuncio del mensaje estaba entrando en una fase nueva, y el
establecimiento de la nación musulmana estaba por comenzar. El Profeta Muhammad
se había sentido abrumado y solo. La gran mayoría de los mecanos se había
rehusado a escuchar su mensaje. Tanto su amado tío como su querida esposa
habían muerto, y este regalo de Dios le brindaba apoyo y abría sus ojos a las
señales y maravillas del universo. Después de viajar la enorme distancia hasta
Jerusalén en el lomo de Al Buraq, el Profeta Muhammad llegó al área conocida
como Masyid Al-Aqsa. Desmontó y ató a Al Buraq a un anillo (aldaba)
en la puerta.
Ocurre otro milagro
El
Profeta Muhammad caminó dentro de la Masyid –el lugar de postración–
para reunirse con un grupo de Profetas anteriores, y entonces tuvo el gran
honor de liderarlos en la oración. Dios recompensó a Su Mensajero y le hizo
entender que los Profetas anteriores a él también pasaron tiempos difíciles al
predicarles a sus pueblos. Esta fue otra indicación de su importancia y
excelencia, así como de la naturaleza de su mensaje.
Antes
del advenimiento del Profeta Muhammad, todos los Profetas entregaron su mensaje
de sumisión a Dios, el Único, a su propio pueblo; Muhammad, sin embargo, fue
enviado para toda la humanidad. Dios se refiere a él como una misericordia.
Dios dice en el Corán:
“Él [el Profeta Muhammad] cree en Allah,
confía en [la palabra de] los creyentes y es una misericordia para quienes
verdaderamente creen de vosotros”. (Corán 9:61)
El
mensaje fue internacional, y esta comunicación distribuida por el mundo entero
fue el Islam. Los Profetas de Dios estaban detrás del nuevo y último Mensajero
de Dios y lo apoyaron cuando su necesidad fue mayor. El Profeta Muhammad menciona
en sus dichos que todos los Profetas son hermanos[1]. Esta
congregación ubicada detrás del Profeta Muhammad fue una señal de hermandad
real y eterna.
La importancia de Al-Aqsa
El
hecho de que esta ocasión trascendental tuviera lugar en Jerusalén es también
de importancia. Esta es la tierra de los Profetas de Dios, la tierra de Abraham,
Isaac, Moisés y Jesús. Dios estaba forjando un enlace entre su Casa Sagrada en
Meca y la Masyid Al-Aqsa en Jerusalén. Dios también estaba enlazando la llamada
“cuna de la religión”, la Tierra Sagrada alrededor de Jerusalén, con la tierra
de Arabia, el lugar de nacimiento de la religión diseñada por el Creador para
toda la humanidad: el Islam.
Dios
estableció a Al-Aqsa como una de las tres Masyid sagradas en el Islam. La Masyid
Sagrada en La Meca, la Masyid del Profeta Muhammad, aún por ser establecida en
Medina en ese entonces, y esta Masyid en este vecindario bendito de Jerusalén.
Es sólo a esas tres Masyid que los musulmanes pueden viajar con intención devocional[2]. Una oración en la Masyid Al-Aqsa
equivale a 500 oraciones en cualquier otro lugar, con excepción de la Masyid
del Profeta, donde una oración equivale a 1 000 oraciones, y la Masyid Sagrada
en La Meca, donde una oración contiene la recompensa de 100.000 oraciones[3]. Dios enfatizó
la importancia y santidad de la Masyid Al-Aqsa, y por esta razón ella juega un
papel importante en la vida del musulmán. Por eso es cuidada y protegida
celosamente.
Al-Aqsa
fue la primera qiblah (la dirección hacia la cual un musulmán se orienta
para orar) en el Islam, pero esta dirección fue luego cambiada a la Masyid
Sagrada en La Meca. Establecer la fecha exacta de este cambio es difícil, pero
por la evidencia podemos descubrir cuándo ocurrió aproximadamente, puesto que
la misión del Profeta Muhammad está dividida en dos períodos distintos. El
período Mecano, definido por llamar al pueblo a la religión del Islam, y el
período Medinense, definido por el establecimiento del estado musulmán. El
Profeta Muhammad y la mayoría de sus seguidores emigraron a la ciudad de Medina
en el año 14 de la profecía.
El
Viaje Nocturno y la Ascensión tuvieron lugar a finales del período Mecano,
mientras que la qiblah cambió hacia La Meca unos 16 meses después de la emigración
del Profeta hacia Medina. A partir de esto, podemos deducir que los musulmanes se
orientaron hacia Al-Aqsa cuando rezaban por aproximadamente tres años, antes
que Dios cambiara la dirección hacia La Meca. Esto en ninguna forma disminuye
la importancia de Jerusalén o de la Masyid Al-Aqsa, sólo representa otro paso
en el establecimiento del mensaje para toda la humanidad. La Masyid Sagrada en La
Meca fue fijada como el punto central en el Islam.
El viaje y el milagro continúan
Mientras
se encontraba aún en el área sagrada de la Masyid Al-Aqsa, el Ángel Gabriel se
presentó ante el Profeta Muhammad con dos copas, una llena de leche y la otra
llena de vino, y le ofreció ambas. El Profeta eligió y bebió la leche. El Ángel
Gabriel entonces le dijo: “Gracias a Dios, Quien te ha guiado a la fitrah;
si hubieras tomado el vino, tus seguidores se habrían perdido”[4]. Es difícil
traducir la palabra árabe fitrah al español; denota el estado natural y
puro en el que uno nace, un sentimiento innato que lo guía a uno a hacer lo
correcto. El Profeta Muhammad instintivamente eligió lo correcto sobre lo
errado, el bien sobre el mal, y el camino recto en lugar de la ruta torcida
hacia el Infierno.
Fue
en la ciudad sagrada de Jerusalén, en el área sagrada de la Masyid Al-Aqsa[5] que el Profeta Muhammad comenzó la
siguiente etapa de su milagroso Viaje Nocturno. El Profeta Muhammad ascendió al
cielo más bajo desde una roca. Esta roca puede hallarse dentro del Domo de la
roca, el símbolo más famoso de Jerusalén. No debe confundirse con el edificio
actual de la Masyid, que se encuentra del otro lado del complejo de Al-Aqsa. Toda
el área es la Masyid, pero allí existen muchos edificios separados. Es
importante recordar que aunque el Domo de la Roca se encentra dentro del
complejo de la Masyid, no es la Masyid Al-Aqsa y no es el lugar de postración
donde el Profeta Muhammad dirigió en oración a los Profetas anteriores. Desde
la roca, ahora cubierta por el reconocido domo dorado, el Profeta Muhammad
ascendió al más bajo de los cielos en compañía del Ángel Gabriel.
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